Desde hace algún tiempo noté que los rappitenderos, al hacer domicilios de frutas y verduras en supermercados de cadena, cogen una bolsa plástica por cada tipo de producto, así sea una simple cebolla, un simple aguacate o un par de zanahorias.
Al preguntar a muchos de ellos por qué desperdician tantas bolsas, la respuesta siempre ha sido unánime: “Es que la empresa nos lo exige”. Es decir, la misma empresa lo fomenta. Y hay incluso muchos rappitenderos que, confiesan, se muestran en desacuerdo con esta mala práctica, pero les toca.
El argumento esgrimido es supuesta higiene, algo absurdo, pues es como si mezclar una cebolla con un aguacate y un par de zanahorias en una misma bolsa, o dos manzanas con un mango y dos ciruelas en una sola bolsa, fuera antihigiénico. ¿Entonces cómo hacían mercado nuestras abuelas e incluso nuestras madres hace algunos años?
Esta mala práctica impulsada por la misma empresa es doblemente absurda en una época en que abundan las noticias de cómo muchos de los residuos plásticos han ido a parar al mar y que el relleno sanitario de Doña Juana ya está por cumplir su vida útil, aunque el irresponsable alcalde Peñalosa quiera prolongársela por 37 años más.
Sobra decir que un cliente de Rappi responsable debe exigir al rappitendero que desperdicie las menos bolsas plásticas posibles al encargar un mercado de frutas y verduras.
Y como parte de sus políticas de sostenibilidad (económica, social y ambiental), la misma empresa debe dejar de exigir a los rappitenderos esta mala práctica, para, por el contrario, recomendarles que usen las menos bolsas plásticas posibles. Estoy seguro de que los clientes, cada vez más conscientes de cómo hemos inundado nuestro planeta de basura, lo entenderán.
