Randy Zimmerman tiene sonrisa de amigo, canto profundo y generoso.
Las letras y melodías de sus canciones conectan con todos los ancestros posibles. Una búsqueda paciente, sin afanes, con la que alienta su existencia.
En los acordes y armonías de su guitarra están los sonidos de los caminos por donde pasa. Randy Zimmerman es de vocación nómada. Así renueva las visiones sobre su ser, así implanta otras pieles a su cuerpo. Podría ser parte del pueblo bereber, afar o maura. Podría ser que en su guitarra vibren formas ancestrales de cantos tuareg.
Randy Zimmerman es una exploración constante.
En las músicas que crea está el zumbido del machete que traza formas en el viento; el golpe certero de la hachuela sobre la ceiba que se ofrenda para hacerse tambor; pasan las corrientes de aguas serenas que tallan la piedra más compactas. Su voz es una corriente de simpatías llena de matices pegajosos.
Randy Zimmerman nació en Barranquilla, Atlántico. Su padre, dedicado a labores avícolas, se lo llevó a vivir a Galapa cuanto tenía seis años. A los 9 años estaba en Polo Nuevo. Allí Randy Zimmerman conoció la guitarra. Tuvo sus primeros maestros. Aprendió acordes y arpegios. Acompañó boleros y sones cubanos. A los 13 años se fue a vivir al puerto de Sabanagrande a orillas del Magdalena. Ahí culminó su bachillerato. Estudió guitarra clásica en la Escuela de Bellas Artes de Barranquilla, lugar donde exploró otras formas de interpretar la guitarra que es su compañera de trochas y caminos.
En 2005, comenzó un periplo por pueblos del Caribe colombiano. “Creamos un colectivo de investigación y recorrimos festivales: San Jacinto, Morroa, Ovejas, San Cayetano, Malagana, Palenque, ahí profundizamos en ritmos como la chalupa, el bullerengue, las gaitas”, recuerda Randy Zimmerman.
Todas esas sonoridades están amalgamadas en su primera producción, titulada Caribe negroide, de 2013. “Ahí están las vivencias, narraciones de la vida del hombre afro del Caribe colombiano. Fue el resultado de años de búsqueda y de disfrute que presentamos con la agrupación Mulato Bantú. Como yo era la voz y la guitarra acústica líder, la gente comenzó a llamarme a mí Mulato Bantú. Ese periodo representa esa transformación, esos viajes, esas búsquedas de Randy Zimmerman para llegar a Randy Mulato, como soy reconocido hoy”, explica.
Desde hace tres años, Mulato Bantú emprendió un recorrido por la Sierra Nevada de Santa Marta, una inmersión en los territorios y pueblos Koguis, Kankuamos, Wiwas y Arhuacos. Nuestros hermanos mayores. Luego de ese contacto profundo, de un trabajo constante con su guitarra y sus versos, presentará su álbum Canto cimarrón.
“Con este álbum sigo en las búsquedas sobre la identidad, afro, indígena, mestiza"
Son 12 temas impregnados de esa espiritualidad he vivido en estos años. Aquí, me levanto con los pájaros, me baño en esas corrientes cristalinas que bajan de la Sierra Nevada, es una purificación, un bautizo que nos transformó y que están narrados en mis nuevas canciones”.
Luego de cuatro meses de grabación en medio de azares y dificultades de estos tiempos de pandemia, los 12 temas entraron a un proceso final de mezcla. Según los cálculos de Mulato Bantú el álbum estará finalizado en junio próximo.
Mulato Bantú se siente orgulloso de los músicos que lo acompañaron: Óver López en el contrabajo; Flavio Andrés, guitarra eléctrica; Julio Frías, tambor alegre; Rafael Gavilán “Pachalo”, trompeta; Gonzalo Lubo, saxofón; Hugo de la Hoz, percusión; Diego Torné, el bajo eléctrico, con la producción de Nacho Nieto en los estudios de Caribe Record.
“Con este álbum buscamos cruzar fronteras, tenemos programado una buena distribución, queremos buscar nuevas plazas para llevar nuestra música. Sueño con festivales en Francia, España, Bélgica, Holanda, llevar nuestra fuerza negroide, mestiza, ancestral que hemos acumulado todos estos años”, dice con emoción Mulato Bantú.
Mulato Bantú se siente renovado tanto por su nueva grabación como por la fuerza de esa madre tierra que acoge a los pueblos indígenas de la Sierra Nevada. “Sentir el verde de la montaña me ha fortalecido espiritual y musicalmente. Visitar estos pueblos, tener contacto con nuestros mayores ha renovado mi espiritualidad que ahora está presente en mis letras. Una vez la gran cantadora Martina Camargo, me dijo que había que buscar los orígenes, que eso era necesario para seguir avanzando en nuestras vidas. A mí eso no se me olvidó ni se me va a olvidar y le agradezco a ella, por haberme dicho esas palabras. Es lo que hice con Caribe negroide y ahora con Canto cimarrón que pronto escucharemos”.
Fotos: Randy Zimmerman