Desde la celda en La Picota en donde está recluido desde el 2011, cuando fue condenado a 25 años de prisión por haber ordenado la muerte de Alfredo Enrique Flórez, exasesor jurídico de la Alcaldía de Cúcuta, Ramiro Suárez Corzo tiene siete conferencias por Skype cada día. A cientos de kilómetros de allí, una multitud de 150 personas lo escuchan diariamente en un salón comunal del barrio Sevilla de Cúcuta. Entre las pausas de sus conferencias la gente le pide, como si de un mandatario se tratase, por arreglos de vías, operaciones quirúrgicas o simplemente para el almuerzo del día. Las condenas y acusaciones de paramilitarismo, asesinato y corrupción no impiden que sus palabras tengan eco ni conservar buena parte de su popularidad intacta desde hace 10 años.
En el año 2004, a las dos de la madrugada, la cola frente a la Alcaldía de Cúcuta se extendía hasta cinco cuadras. Llegaban madres desesperadas, desempleados, minusválidos y ancianos, toda gente humilde a esperar la madrugada para, uno a uno, pasar al despacho de Ramiro Suárez Corzo quien, descalzo y con los pies encima de la mesa, escuchaba cada súplica. Audiencias de máximo cinco minutos y nadie se iba sin silla de ruedas, subsidios alimentarios, contratos o dinero en efectivo. Lo querían. Les hablaba con desparpajo y respondía con trabajo con las dádivas que nunca faltaron durante los tres años que estuvo al frente de la administración municipal.
Entre los años 2003 y 2007 Cúcuta estaba predestinada a ser un corredor vital para América Latina. La bonanza petrolera que vivía Venezuela disparó el comercio en la ciudad mostrando índices que no se veían desde 1983. Ante la avalancha de compradores que venían del otro lado de la frontera se hicieron dos hiper centros comerciales. Las regalías multiplicaron el presupuesto municipal y Suárez Corzo lo derrochó a manos llenas: planeó seis mega obras de las cuales solo se materializaron los puentes elevados de San Mateo y el que conectaba al puente de Ureña. Inconclusos quedaron el puente de La Gazapa y la anhelada pavimentación de las vías de la ciudad.
El alcalde se ganó los méritos de la bonanza. Un trabajador compulsivo que cuando no estaba escuchando a la gente en su despacho se desplazaba a los barrios olvidados: El desierto, Doña Nidia o Tucunaré, donde reunía a los más pobres y les organizaba juntas de acción comunal a aquellos que nunca habían visto a un gobernante de carne y hueso.
El a su vez era un hombre humilde. Nacido en Enciso, Santander ,se vio forzado a abandonar el colegio en quinto de primaria para trabajar en la reducida parcela de la que intentaba vivir su familia. A los 18 años llegó al rebusque en Cúcuta y su primer trabajo fue conducir el vehículo del político conservador Mario Lamk Angarita, al que le conoció los secretos y las mañas para conseguir electores. Fue mucho más lejos que el maestro y en su primera prueba en las elecciones para alcalde del 2004 logró algo inédito: llegar el 62 % de la votación.
Conectado con la gente, una de sus primeras actuaciones fue intervenir al Deportivo Cúcuta, llevándolo en dos años de la segunda división a la cúspide. El campeonato del 2004 resultaba un sueño imposible para los cucuteños. El alcalde se soslayaba en vítores mientras recorría la pista antes de cada partido y después de haber estimulado a los jugadores con premios hasta de 20 millones por cada triunfo. Su popularidad en mayo del 2007, justo cuando el Cúcuta disputaba la semifinal de la Copa Libertadores contra Boca Juniors, alcanzó el 82 %.
Los centros comerciales, los puentes y la semifinal de la Libertadores blindaron al alcalde de cualquier crítica. No valían los señalamientos que lo responsabilizaban del asesinato del exalcalde de Tibú, Tirso Vélez, y de haber ordenado liquidar a Alfredo Enrique Flórez, el abogado empeñado en evitar la venta de unos terrenos por parte del entonces alcalde, en el 2003, Manuel Guillermo Mora, mentor de Suárez Corzo. Ante la negativa de Flórez de enterrar sus denuncias, Suárez contactó a un comando paramilitar del Bloque Catatumbo que con seis tiros le quitaron la vida a sus 36 años
Los logros tangibles taparon en Cúcuta los rumores que terminaron confirmados de su relación con el Bloque Catatumbo que en el 2009 El Iguano y Salvatore Mancuso documentaron en sus testimonios cuando narraron el peso de su alianza para la toma a sangre y fuego de las áreas rurales de Santander del Norte que los mismos paramilitares, por instrucciones de Suárez Corzo, quisieron borrar asesinando al veedor ciudadano de Cúcuta, Pedro Durán, .
Nada lo tocaba, invulnerable, hasta que le llegó la hora el 12 de agosto del 2011 cuando, en plena adhesión a la campaña a la alcaldía de Cúcuta de Andrés Cristo, hermano del actual ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, el CTI de la Fiscalía lo detuvo. Todavía se recuerda el tropel inútil que armaron sus seguidores. Terminó pocas semanas después en la cárcel La Picota, desde donde no ha dejado de intervenir en la mala suerte política de Cúcuta y desde donde ahora se la juega por César Rojas, candidato a la alcaldía por el movimiento Opción ciudadana, a quien promueve, sin pudor alguno en vallas con su imagen, seguro que en la memoria de la gente está la del alcalde cercano a la gente y no el homicida.
Publicado originalmente el: 21 Oct de 2015