Ramiro de la Espriella
Opinión

Ramiro de la Espriella

A la par de su pensamiento político, su acervo ideológico, su formación humanística universal, la Moral como el más vivo, material y realista acto de vida

Por:
noviembre 05, 2015
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ramiro de la espriella foto - Ramiro de la Espriella

Prócer de la inteligencia, fue Ramiro de la Espriella. De una inteligencia superior que iba más allá del catálogo, la fecha, lo instantáneo referido a ella.

Era la suya de pensamiento hondo y luminoso; una inteligencia de la comprensión del fenómeno, del sujeto y el objeto, para transformarla en ideas.

Para abrevarla permanentemente en la dialéctica de la confrontación ideológica; en las dinámicas de la historia como contingencia de aconteceres bullendo en el conflicto social, en las ideas políticas, en el sujeto como sumatoria de la historia.

Y todo cuanto implica la narrativa histórica, soportado en los fundamentos de la ciencia, la sociología y la vasta cultura humanística, que en Ramiro de la Espriella eran su estado natural, su hacer cotidiano.

Su encontrarse consigo y con el otro en la dimensión de la grandeza de su destino histórico; con su nación, Colombia, en las coordenadas de ese destino de grandeza, negado hasta la tragedia, se dolía, por la avilantez de los nuevos fenicios del poder que se lo han apropiado y derivado en opereta.

Y las dolamas de la nación, eran también las suyas en las honduras de una historia que conocía y padecía como punzantes lastimaduras, como dolorosos zarpazos en el corazón de una identidad nacional trocada ya en valor de cambio; en mercancía que se detallaba en el bazar de la indignidad y el desdoro de la política, las instituciones y la democracia falsificada.

Grande en la dimensión de una inteligencia de grandeza humana, entre tantas de su vida, fue la suya vida un constante ir y venir por las coordenadas siempre palpitantes de la vida política de la nación colombiana; de los conflictos por los que resumían las desigualdades sociales, las injusticias e inequidades de un sistema e instituciones políticas irrisorias en remediarlas.

En contenerlas en el desmadre de la desnaturalización de la democracia, la opacidad ideológica de los partidos y la precaria insurgencia de nuevas fuerzas y corrientes renovadoras que dieran en fortalecer y transformar cuanto había dejado de tener vigencia y responder a las demandas y dinámicas de la contemporaneidad modernizante e incluyente que, entonces y ahora, recorría triunfante el mundo.

Siempre visionario, siempre en estado de subversión ideológica y de pensamiento, Ramiro de la Espriella fue el adelantado que insurgía con bandera ondeante en las alturas de la disidencia que propone para construir y fundar, que no en Ralito, Córdoba, como al final aconteció, las nuevas instituciones, las modernas instituciones por las que aún espera Colombia.

A la par de su pensamiento político, de su acervo ideológico y de su formación humanística universal, en la que confluía la académica en historia, derecho, economía y sociología, este prócer de la inteligencia asumió la Moral como el más vivo, material y realista acto de vida; de consumación de las ideas con el hacer del ser que las encarna y aviva.

Quién sabe si mas allá del revolucionario de las ideas y del pensamiento que fue Ramiro de la Espriella, cuanto lo consumía y daba aliento a su realización de hombre de acción, era el fuego purificador de la honradez, la honestidad, el decoro y la sindéresis, en el tránsito vital que insuflaba forma y contenido a este arquetípico prohombre del Caribe colombiano.

De superior inteligencia, el aura de la suya daba para iluminar los aciagos tiempos de múltiples e insolutos conflictos en los que discurre la Colombia de hoy, acogotada por la carencia de aquella en quienes se proclaman sus conductores y dilapidan en su medianía el destino de grandeza histórica y unidad de la nación.

Combativo e irreductible disidente de las ideas y la acción, iluminado anarquista del pensamiento político al que los halagos del establecimiento y del poder jamás pudieron seducir, estadista visionario de una nación que imaginaba y consentía en la modernidad social y de sus instituciones, a  Ramiro de la Espriella la nación, Colombia, le quedo debiendo el honor de investirlo del poder y el mando para servirlo en sus más altos destinos y recabar de él los positivos logros de una inteligencia superior.

Cuanto él dijera de Bolívar, bien puede decirse de Ramiro de la Espriella, en esta hora póstuma:

“…encontró una filosofía del espíritu y de la inteligencia en los propios materiales inflamables de su ideología política”.

Poeta

@CristoGarciaTap

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