Cuántas personas no se hicieron ilusiones con la llegada del 2020. Nuevas metas por cumplir; unos comenzarían sus estudios y otros por fin se graduarían, fechas de matrimonio, nuevos emprendimientos, viajes y miles de experiencias más. Sin embargo, nadie se esperaba lo que nos tenía preparado el destino. De muy lejos escuchamos sobre un virus que afectaba el sistema respiratorio y podría causar la muerte. Nos parecía tan lejano, pero en un par meses ya estaba tocando a nuestras puertas para cambiar el mundo de manera radical.
El coronavirus no es una simple “gripe” como muchos políticos han querido hacerlo ver. Se trata de un virus que no solo afecta el sistema respiratorio, sino también otras funciones del cuerpo. Más allá de aspectos sanitarios, es importante evaluar las afectaciones económicas, sociales y culturales que ha traído consigo. Innumerables políticos han querido calificar el coronavirus como una simple “gripe”, pese a las evidencias médicas de las afectaciones al sistema respiratorio y demás funciones del cuerpo.
Colombia, al igual que los países de América Latina, sabía que debía enfrentar esta pandemia por más estrategias prevención que se llevaran a cabo. El Ministerio de Salud reportó el primer caso de coronavirus el 6 de marzo cuando una joven acudió al servicio de salud al presentar varios síntomas. Desde ese momento las autoridades tuvieron que tomar medidas para evitar lo que estaba sucediendo en España o Italia. Las autoridades de las distintas regiones decretaron cuarentenas restrictivas durante las primeras semanas y la población aceptó sin ningún reparo. La tasa de contagios avanzó de manera lenta y se tenía esperanza. Ahora bien, esta situación no era sostenible y el gobierno de Iván Duque y los alcaldes eran conscientes de ello. En algún momento las personas comenzarían salir, ya sea por cuestiones laborales, o simplemente, porque el encierro empezaría a pasar cuenta de cobro a la salud mental.
Esta pandemia no es igual para todos y en Colombia se agudiza cada vez más las fronteras entre los estratos socioeconómicos. Por ello, los más pobres, la clase media y las personas más adineradas están viviendo esta situación de manera muy distinta. Ya sea por su situación financiera o por su nivel de educación, las diferencias son evidentes.
Por una parte, tenemos a las personas que hacen parte de la población más vulnerable, aquellos que deben acostarse cada noche pensando si al otro día podrán comer algo. Normalmente residente en las zonas periféricas de las grandes ciudades; es el caso de Bogotá. Podría decirse que es la población más golpeada durante la pandemia del coronavirus. Un sector de la población que irá en aumento porque según las cifras del Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), el desempleo ya ronda el 20% en el país a causa del virus; además, Fedesarrollo dio a conocer en su último informe que la pobreza extrema llegaría al 12,9%. Un retroceso de 10 años.
El coronavirus o la muerte tienen el mismo rasgo: no distinguen raza, sexo ni credo, ni mucho menos la cantidad de bienes. Pobre y ricos se han visto afectados en la misma medida. Y si hay alguna duda, los empresarios de Colombia también han tenido que tomar decisiones extremas para no cerrar definitivamente. Según datos de Confecámaras, 8 de cada 10 compañías han tenido que ajustar su producción debido a la reducción de las ventas. El gobierno, por medio de ProColombia, ha buscado gestionar ayudas a los sectores más afectados al tratar de impulsar la economía con préstamos y otras medidas. Pese a todo esto, las predicciones no son positivas y así lo dejó en evidencia el informe de Manpower Group al mostrar que los empresarios piensan que se desplomará la contratación un 30%.
Desde esta perspectiva no se ve una salida en poco tiempo. Colombia, al igual que los demás países del mundo, debe enfrentar una de sus peores crisis en las últimas décadas. Inclusive los organismos internacionales advierten al gobierno que el país será el más golpeado entre las naciones de la Ocde. En estos momentos de incertidumbre solo queda esperar a una pronta vacuna, pero mientras ese momento llega, se debe acudir a medidas sanitarias como usar mascarilla, lavarse las manos constantemente, y evitar multitudes. Acciones tan simples que por alguna razón injustificable hoy a muchos les cuesta realizarlas.