Para hablar de la radio no sólo debemos devolvernos hasta finales del siglo XIX, basta con pronunciar la palabra guerra, la misma que puso a pensar a científicos, universidades y laboratorios para tratar de encontrar rápidamente un sistema que no necesitara de cables para trasmitir información, y que brindara la posibilidad de comunicarse con las tropas a largas distancias y lograr así una ventaja militar sobre los rivales en los conflictos, donde día a día retumbaban las balas que amenazaban la estabilidad de grandes naciones de la época.
Desde 1886, con los principales aportes de Marconi y Hertz el mundo se hizo más pequeño permitiendo que las fuerzas militares dispararan mensajes que cruzarían fronteras y llegarían más lejos en tiempo real.
Sin embargo, rápidamente la radio se reinvento como lo ha hecho a lo largo de los años y paso del mundo militar al civil que la ha utilizado para brindar información y entretenimiento a las audiencias. Aunque suena algo positivo arrebatarle un medio como este a las voces de la guerra; en 2017 cabe preguntarse ¿de quién es la culpa de la agresión con la que se bombardea a los públicos en muchas de las emisoras de FM, especialmente en las comerciales?
Es que ya no es nada extraño, escuchar en todo momento palabras de grueso calibre, vulgares y de gente poca educada que no valen la pena mencionar porque terminaría haciendo un rosario como lo decían de manera irónicamente las mamás cuando de repente escuchaban una de ellas en nosotros, a esto toca sumarle las ingeniosas secciones y programas como la guillotina que nos devuelven hasta 1789 donde se utilizaba para aplicar la decapitación, las aventuras de mi niño que por lo general son historias con inicios, nudos y finales llenos de agresión, los concursos de gemidos y latigazos donde las mujeres ganan premios y al que se le ha ido sumado modelos para trasmitir "sex shows" por medio de vídeo en redes sociales.
La parrilla de programación sigue cargada de cosas que poco le aportan a la trasformación y educación de una sociedad que durante años ha vivido en medio del conflicto. Hasta el punto que mucho antes de que Vargas Llegaras empuñara su mano para dar el coscorrón ya escuchaba una sección con ese nombre y otra muy parecida a la misma versión de le doy en la cara marica de nuestro respetado Uribe.
¿De quién es la culpa de directores, locutores, oyentes o del MinTIC? Y en medio de tanta violencia vale la pena resaltar la tarea que juiciosamente vienen haciendo las radios comunitarias como voceras de paz, convencía y reconciliación del país. Sus locutores y audiencias durante mucho tiempo tan tejido en medio de su programación educación, valores, cultura, tradición y han enviado señales de buena radio que se traduce el sueño de una Colombia donde resuenen las buenas historias y se apague las ondas de la agresión.
Entonces para qué emisoras para las FARC, no sería mejor seguir corregir el camino de las ondas negras y alimentar con nuevos recursos a las cabinas que desde los pueblos y zonas que históricamente han vivido la violencia continúen cumpliendo con la tarea de informar, entretener, promover la equidad, formación e incidencia en las políticas públicas y a su vez divulgar los acuerdos.
De antemano feliz 13 de febrero Día Mundial de la Radio.