Mucha de la riqueza cultural de Colombia y de lo que la enorgullece como nación, como la belleza de sus mujeres, radica precisamente en su mestizaje y su diversidad de razas, de ahí que no haya nada más absurdo que ser racista en Colombia.
Por su mestizaje, en América Latina se pueden identificar dos grandes grupos de países:
1) Aquellos donde el mestizaje se dio sobre todo entre blancos y amplias poblaciones indígenas, como México, Guatemala, El Salvador, Perú, Bolivia o Ecuador.
2) Aquellos donde debido a la aniquilación o ausencia de poblaciones nativas con la llegada de los conquistadores, a la postre se dio más un mestizaje entre blancos y negros traídos de África, como en las islas del Caribe (Cuba, República Dominicana, Haití, Puerto Rico, etc.), Panamá o Brasil.
Colombia es de los pocos países donde se dio un triple mestizaje tan rico, es decir, entre blancos, negros e indígenas, de ahí la gran riqueza y diversidad de mezclas que la caracteriza.
No es casualidad que el vallenato con su acordeón europeo, su caja africana y su guacharaca pretendidamente indígena (aunque algunos afirman que también es de origen africano) se haya convertido, en el imaginario popular, en el principal símbolo de este triple mestizaje y de la identidad nacional.
Y mucho del atractivo de las mujeres en los más diversos rincones del país (sea en las costas, las cordilleras o los llanos), que tanto enorgullece a los colombianos, tiene también su origen en este rico y variado mestizaje.
A esto se suma una gran diversidad de expresiones artísticas o artesanales a lo largo y ancho del territorio.
De modo que no hay nada más absurdo que pretender ser racista en Colombia y a la vez enorgullecerse de ser colombiano.