El debate de cara a las elecciones presidenciales ha estado cargado de múltiples manifestaciones de lo que la académica y activista afroamericana, Moya Bailey, define como Misogynoir. Una expresión que describe la violencia racista y sexista que se concreta particularmente en las experiencias de vida de las mujeres negras a partir de la intersección entre la marginación racial y de género.
Es claro que tanto el racismo como el sexismo han permeado las lógicas, los discursos y las prácticas del Estado, las instituciones y nuestras relaciones sociales, aunque han sido permanentemente negados, encubiertos o naturalizados.
En esta coyuntura electoral, sin embargo, las redes sociales hicieron evidentes esos discursos que han circulado por décadas en los espacios privados de gran parte del conjunto de la sociedad colombiana.
El análisis que presentamos aquí parte del Racistómetro, una herramienta desarrollada con el propósito de medir los ataques racistas que se registran en los medios de comunicación (radio, televisión, internet) y en las redes sociales en contra de los aspirantes afrodescendientes a la vicepresidencia de Colombia para las Elecciones de 2022 (https://www.las2orillas.co/racismometro/).[1]
Hemos identificado que, en los medios, pero particularmente en las redes sociales, la misoginia racista anti-negra se ha manifestado particularmente en contra de la candidata a la Vicepresidencia por el Pacto Histórico a partir de tres tipos de discursos que describimos a continuación: 1) discursos que caracterizan su referencia a demandas históricas en favor del pueblo negro como la expresión de un resentimiento social; 2) discursos que denigran de su formación y capacidad intelectual para ocupar el segundo cargo más alto del poder ejecutivo del país; y 3) discursos estereotipados que niegan su humanidad como mujer negra.
El primer tipo de discurso se relaciona mucho con la construcción estereotipada de las mujeres afroamericanas a partir del mito de la mujer negra enojada (angry black woman). Según este estereotipo, que por su puesto no tiene ningún soporte empírico[1], las mujeres negras son extremadamente irritables, hostiles y agresivas por no tener miedo a expresar sus emociones libremente.
Este estereotipo demuestra en realidad la forma en que las mujeres negras son permanentemente vigiladas y constreñidas en espacios como el ámbito laboral o en escenarios de participación política. Estos fueron algunas de las frases o trinos que encontramos en Twitter y que muestran parte de las tendencias y el tono de los comentarios:
“Hpta resentida social. Reparación de que o qué.”
“Jajajajaa la corrupta racista y resentida @FranciaMarquezM aprendió a sonreír.” “Esta HORROROSA MUJER COMO SE DESPRESA DEFINITIVAMENTE NO LLEGA NI A VERDULERA, SE VICTIMIZA X NEGRA Y X SU QUEJADERA LE REGALARON UN DINERAL. AL ABRIR EL PICO ME HACE SENTIR Q LE DEBO X LO QUE HICIERON MIS ANCESTROS A SU RAZA Y Q CULPA TENGO YO DELO Q PAS´O HACE SIGLOS?” “A ver sra resentida racista y corrupta @FranciaMarquezM esto es un montaje ? Hablé a ver.” “bruta perezosa acomplejada amargada resentida social @FranciaMarquezM.” “Yo creo que en colombia, los mas racistas son los mismos negro no todos, porque ademas de racistas son resentidos, y hablan de derechos y deudas ancestrales y acaso, que han echo ellos por el pais, (hay negros que son orgullosos de serlo y muy buenas personas)” |
Los señalamientos como resentida social a una mujer negra que aspira a un cargo político se relacionan fundamentalmente con el reproche a dos tipos de demanda social: por un lado, se recrimina cualquier reclamo social que busque establecer la responsabilidad del Estado como garante principal de derechos fundamentales, del bien común y del ejercicio de la ciudadanía plena.
Por otro lado, se problematiza cualquier agenda alrededor de mejorar las condiciones de vida de pueblos históricamente excluidos a través una justicia reparativa en favor del pueblo negro, afrocolombiano, raizal y palenquero por los efectos de la colonización y la trata transatlántica de personas esclavizadas.
En ambos casos, con la narrativa del resentimiento social los análisis y las propuestas que realiza una mujer negra se describen como cargados de rabia, rencor, odio o envidia.
El segundo grupo de discursos termina siendo la síntesis de estereotipos globales alrededor de las personas negras como perezosas y menos inteligentes que las personas blanco-mestizas. Este estereotipo ganó mucha fuerza con el denominado racismo científico que tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX.
El racismo científico pretendió biologizar la raza con el propósito de “demostrar” la superioridad biológica de los blancos sobre las personas negras, incluyendo un supuesto mayor coeficiente intelectual. Aunque al racismo científico fue desplazado por los discursos alrededor del mestizaje y el multiculturalismo, aún hoy persisten estos estereotipos racistas.
En un estudio sobre el racismo en la escuela en la ciudad de Bogotá, se encontró que gran parte de los docentes del distrito negaban el racismo mientras consideraban que niños y niñas afrocolombianas tenían habilidades innatas para la danza y el deporte, aunque carecían de la capacidad intelectual para destacarse en otras asignaturas de la malla curricular como filosofía, física y química.[1]
Los trinos que encontramos en Twitter muestran que estas representaciones raciales siguen muy fuertes en los imaginarios de gran parte de la sociedad colombiana:
“King Kong bruto”
“Enormemente bruta, gorda, fea y mala.” “Bruta y payasa mentirosa.” “Yo he conocido personas Ignorantes pero esa tal @FranciaMarquezM se pasa, que vieja tan BRUTA.” “Rancia es un IGNORANTE aspirando a la PRESIDENCIA” “Vieja pa’ bruta y necia 🤮🤮🤮” |
El Observatorio de Violencias Políticas a las Mujeres, una plataforma que monitorea y análiza las violencias contra las mujeres en política en Colombia, encontró que las mujeres que están participando de la coyuntura electoral han sido víctimas de una forma de violencia digital a partir de mensajes que las desprestigian, sexualizan y muestran menosprecio de sus capacidades y aspecto físico.[2]
Como lo demuestra la noción de Misogynoir, al tratarse de mujeres negras, este tipo de ataques sexistas se profundizan al articularse explícitamente con discursos racistas y de odio.
Por último, encontramos discursos racistas que niegan la humanidad de la candidata a la Vicepresidencia, que se burlan de sus prácticas ancestrales y que califican de brujería la espiritualidad del pueblo negro:
“Un vómito asqueroso es @FranciaMarquezM...un bojote bruto...que no merecemos ...el show???”
“Ja ja ja ....oye es que es igualita esa hpta es la misma cara de King Kong....ella ni volviendo a nacer .....esperpento ancestral” “santera, bruja y despreciable mujer” |
La deshumanización de las personas negras se sitúa desde el momento mismo de la institución de la esclavitud y aún hoy parece que no se les percibe como completamente humanos.
Las inequidades que enfrentan hoy las personas negras en materia de pobreza, de necesidades básicas insatisfechas, de falta de acceso a la educación y al mercado laboral, la victimización que sufren en el conflicto armado, las tasas de mortalidad materna de mujeres afrodescendientes, y en general la negación del ejercicio pleno de su ciudadanía, son el resultado de estas representaciones racistas que al deshumanizar restan importancia a sus vidas.
La deshumanización e inferiorización de las personas negras ha implicado que desde la mirada de Occidente se clasifique jerárquicamente su producción de conocimiento, su arte, su religiosidad, su estética, sus memorias, sus prácticas tradicionales y sus territorios.
¿Cuál es el propósito y el efecto de estos ataques racistas y sexistas?
Queda claro que este tipo de ataques buscan negar la humanidad no solo de Francia Márquez, sino de la comunidad afrodescendiente.
Reproducen un ejercicio de estigmatización con una finalidad política, que en este contexto se refiere directamente al ejercicio del voto a partir del odio. Por eso planteamos que el racismo no debería reducirse a una mera ideología o a un problema de salud mental que puede “curarse” con procesos de atención psicosocial.
El racismo implica una relación de poder fundamentado en la supuesta superioridad de las personas blanco-mestizas y la presumida inferioridad de los pueblos negros e indígenas. El racismo no es una patología individual, una desviación de la conducta, o falta de amor, sino un sistema de poder que facilita la redistribución desigual de derechos, oportunidades y que también define quienes tienen o no las mayores probabilidades de morir. Hacer política electoral a partir del racismo
A través de la Ley 22 de 1981, el gobierno colombiano aprobó en su integridad el texto de la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial.
En el artículo 4 de la Convención, adoptada el 21 de diciembre de 1965 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, los Estados Partes declararon “como acto punible conforme a la ley toda difusión de ideas basadas en la superioridad o en el odio racial, toda incitación a la discriminación racial, así como todo acto de violencia o toda incitación a cometer tales actos contra cualquier raza o grupo de personas de otro color u origen étnico, y toda asistencia a las actividades racistas, incluida su financiación”.
Después de 30 años y de peticiones reiteradas por parte del Comité encargado de asegurar la implementación de la Convención, el país aprobó la denominada Ley Antidiscriminación (Ley 1482 de 2011[1]).
En esta ley, sin embargo, el odio racial no aparece referenciado como una práctica sancionable penalmente, ni tampoco la dimensión de género de este tipo de conductas hostiles que pueden desencadenar en actos violentos.
Para intentar avanzar en este camino debe reconocerse la deuda histórica del Estado y la sociedad colombiana frente a la población afrocolombiana, negra, palenquera y raizal.
También debemos ser capaces de pasar del reconocimiento formal a la igualdad material, a la distribución del poder, para que repare las discriminaciones históricas y las desigualdades del presente y que proteja los cuerpos, los territorios, los saberes ancestrales y las practicas colectivas de la población afrodescendiente.
[1] Los datos son monitoreados diariamente por Siglo Data a partir del 1 de abril de 2022 y analizados por el Observatorio de Discriminación Racial de la Universidad de los Andes.
[2] Ver: J. Celeste Walley-Jean. (2009). Debunking the Myth of the “Angry Black Woman”: An Exploration of Anger in Young African American Women. Black Women, Gender + Families, 3(2), 68–86. https://www.jstor.org/stable/10.5406/blacwomegendfami.3.2.0068.[3] https://repositoriosed.educacionbogota.edu.co/handle/001/1129.
[4] https://www.elespectador.com/politica/elecciones-colombia-2022/elecciones-2022-candidatas-2022-victimas-de-violencia-machista-segun-observatorio-de-violencias/.
[5] Modificada por la Ley 1752 de 2015.