Quintero y el uribismo, ¿una relación distante o cercana?

Quintero y el uribismo, ¿una relación distante o cercana?

¿Cómo ha evolucionado la relación del actual alcalde de Medellín con esta corriente política? Análisis

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
marzo 12, 2021
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Quintero y el uribismo, ¿una relación distante o cercana?
Foto: Twitter @QuinteroCalle

La relación de Quintero con el uribismo fácilmente se podría analizar desde tres niveles: adversarial en el marco de la campaña electoral del 2019; de conveniencia durante su primer año de gobierno; y de oposición tras su desmonte del contubernio de la derecha con el GEA. Sin embargo, con Duque siempre ha tenido una relación de mutuo respeto, moderadamente cercana y muy institucional. Todo parece indicar que no ha estado atravesada por cálculos políticos o presiones externas, Duque lo ha respaldado proyectos estratégicos y que sin duda reforzarán su capital político. El presidente no ha cedido a las presiones del ala más extrema del uribismo que sin descanso le ha pedido que se la ponga más difícil al alcalde. A Quintero le ha ido bien con Duque y su antiuribismo no ha marcado agenda. A todas estas, ¿cómo ha evolucionado la relación de Quintero con el uribismo? Intentaré responder a esa pregunta en el siguiente análisis.

El antiuribismo de una campaña estratégica

En la estrategia de campaña de Quintero nunca se le restó importancia a su antiuribismo. En varios momentos el entonces candidato fue muy directo y hasta llegó a trinar: “El Centro Democrático está destruyendo al país”. Quintero nunca ocultó su animadversión por el discurso del uribismo radical que buscó convertirlo en el “candidato del Petro” o en un supuesto “agente del castrochavismo”, el mismo Uribe promovió hasta el cansancio esa narrativa. Alfredo Ramos no se quedó atrás y al cierre de la campaña solo se dedicó a dos cosas: cuestionar el “fracasado modelo bogotano” y convencer a Santiago Gómez (El de “Fico”) para que se le sumará. Nada le funcionó y Quintero le ganó por amplia diferencia. No dudo en que Quintero logró desactivar la polarización evitando que la elección se redujera a una decisión entre extremos (algo similar a la segunda vuelta del 2018); para lograrlo fue determinante sacar a Uribe y Petro de la contienda (hasta bloquearlos de Twitter) y posicionar una agenda propia. Así, un antiuribista declarado ganó en una de las plazas más duras del uribismo.

El alcalde que gobierna con el uribismo

A los pocos días de su elección toda la política local se empezó a reacomodar a una nueva realidad. Aunque Federico Gutiérrez había derrotado al candidato de Uribe en 2015, a lo largo de su gobierno la bancada del Centro Democrático en el Concejo no le reportó mayor dificultad, siempre se percibió como un alcalde amigo de Uribe (hasta manifestó su dolor tras la detención de Santiago Uribe) y los principales detentadores de la burocracia local fueron los uribistas. Con la llegada de Quintero el uribismo se adaptó a un nuevo contexto y asumió una declaratoria de independencia. Tan solo Ramos, quien aceptó la curul del segundo y tomó una postura opositora, se percibía como una rueda suelta. Hasta octubre de 2020 toda la bancada del Centro Democrático le caminó en línea a la administración. Al punto, que apoyo sin chistar su Plan de Desarrollo. Para lograr esa “coalición extensa”, a Quintero le resultó clave respetar la burocracia que les había otorgado Fico, coordinar las votaciones con Albert Corredor (un concejal amigo) y bajarle decibeles a su antiuribismo. Hasta resultó curiosa la solidaridad y abrazos que le mandó a Uribe tras su orden de detención en agosto de 2020.

El uribismo pasa a la oposición

Al concluir su primer año de gobierno, la luna de miel entre Quintero y la bancada gobiernista del Centro Democrático se agrió. Desde Llanogrando se empezó a dar la orden de endurecer el discurso contra el alcalde. La fisura inició por el desmonte del esquema de gobierno corporativo que por dos décadas el fajardismo y el uribismo, ya unidos en oposición a Quintero, enquistaron en EPM. Tocar a los empresarios y de paso a los principales financiadores de sus campañas suscitó un malestar tan grande que inevitablemente enfrió su relación con buena parte de la derecha paisa. A un alcalde pragmático y desideologizado, le emergió una doble oposición: por un lado, una derecha financiera inconforme con sus decisiones (principal promotora de la fallida intentona de revocatoria) y, por el otro, sectores sociales cercanos a la izquierda que no le perdonan su visión represiva de la protesta social durante el 2020 y la autorización del ingreso del Esmad a la UdeA. Oposición que configura un collage inédito en Medellín. De esa nueva realidad con la derecha dan cuenta varios factores; primero, volvió a aparecer el Quintero antiuribista del 2019 y las tensiones con el expresidente se hicieron públicas, mucho más cuando le pidió al gobierno Nacional la intervención de EPM; segundo, y no menos importante, Quintero no le volvió a expresar su solidaridad o a mandar abrazos a Uribe.

Con Duque, una relación fluida y colaborativa

A diferencia de Claudia López, Quintero no se ha enfrascado en una desgastante relación con Duque. Su relación ha sido bastante fluida y directamente el presidente ha tomado decisiones que a largo plazo favorecen el capital político de Quintero. Así se puede evidenciar con la estructuración del conpes que hizo realidad el Metro de la 80, tal vez la obra de infraestructura más importante en la historia reciente de la ciudad y de la cual Quintero podrá sacar pecho cuando busque escalar a otros cargos (resaltando que otros dirigentes la consideraban inviable). En una entrevista con Vicky Dávila el alcalde expresó que a Medellín le ha ido bien con Duque. A Medellín y a él, porque Duque no ha cedido a presiones y se ha mantenido en su postura de gobernar con alcaldes y gobernadores sin distinción de partido.  Hay que destacar que ha sido un presidente muy institucionalista y que no se prestó para favorecer candidatos del uribismo haciendo uso de su poder en las elecciones locales. A lo largo del 2020, y tras la llegada de la pandemia, su relación fue colaborativa; por ejemplo, en la solicitud de ventiladores o asistencia técnica. A Quintero le va mejor con Duque que con el uribismo.

¿Y de cara al 2022?

Aunque los alcaldes y gobernadores no pueden participar en política en el 2022, es claro que tienen sus apuestas al Congreso y a la presidencia. El movimiento Independientes que llevó a Quintero a la alcaldía no jugará con lista propia al Congreso y tras la declinación de Miguel Quintero de aspirar al Senado, sus fichas se moverán para respaldar al representante León Freddy Muñoz. Muñoz es una de las cabezas del verde en Antioquia y su grupo se disputa el control del partido con la tendencia de Un Nuevo Aire, liderada por Daniel Duque, el mayor opositor a Quintero. Sobre las presidenciales, se podría suponer que volverá a respaldar a Petro; sin embargo, esto todavía no es del todo claro. Solo hay una certeza: no le conviene que alguno de sus principales enemigos públicos se alce con la presidencia, de pasar, no le seguiría yendo tan bien como le ha ido con Duque. ¿Quiénes son? Pues Fico (ubicado en el bloque de la derecha) o Fajardo (en la coalición de la esperanza). Si alguno llega a la Casa de Nariño sería una pesadilla para Quintero.

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