Por estos días, en la Medellín futuro solo se habla de la intentona de revocatoria. En el incipiente Valle del Software se está librando un auténtico pulso de intenciones entre Quintero y un grupo cada vez más grande de revocadores. Por el momento, la puja solo se ha librado en las redes sociales y en algunas ocasiones se ha trasladado a las calles dando cuenta de una realidad: la ciudad se está polarizando cada vez más y ni Quintero (con su habitual arrogancia y sobradez) y los revocadores (más animados por un celo revanchistas) piensan dar su brazo a torcer. En algunos meses solo uno librará el pulso y así se sacará a la ciudad de una discusión estéril que seguro cruzará el segundo año de Quintero. Un debate que en nada contribuye a mejorar la ciudad y que solo da cuenta de algo: el quinterismo (si ya se puede hablar de eso) y el uribismo se sustentan en la confrontación y en una superficial dialéctica de amigo-enemigo.
¿Quiénes son los revocadores?
Ya mucho se ha ilustrado sobre ese asunto en este portal. En la composición heterogénea del grupo de la revocatoria se encuentran excandidatos del conservatismo y el uribismo; líderes cercanos al ramismo (tendencia conservadora cada vez más débil en Antioquia); exfuncionarios descontentos; un homófobo tristemente célebre y algunos empresarios. La “mano negra” se encuentra en ciertos dirigentes gremiales, políticos locales con aspiraciones para el 2022 y megacontratistas inconformes con las decisiones de Quintero. ¿Acaso son ellos quienes aportarán los 4 millones de dólares de los que habló el alcalde en una entrevista con Semana?, ¿dónde y en qué se invertirá esa plata?
Sin duda, en ese grupúsculo cohabitan los sectores más retardatarios y reaccionarios de la política paisa. Erróneamente (y por obra de los fanáticos seguidores de Quintero) se han incluido en ese grupo al concejal verde Daniel Duque, destacado opositor que lidera una tendencia entre los verdes llamada Un Nuevo Aire, y al excandidato fajardista Juan David Valderrama. La realidad concreta es que quienes buscan sacar a Quintero del cargo son una minoría de uribistas fanáticos y personajes motivados por revanchismos personales. Eso sí, tienen capacidad mediática y están posicionando su agenda (solo basada en tumbar a Quintero sin ninguna propuesta adicional) en el voz a voz de la ciudad (con el altavoz de algunos medios nacionales). Sus principales plataformas de comunicación son Facebook, Twitter y Telegram.
¿Quiénes integran el grupo de apoyo al alcalde?
Son dos vertientes. La primera se compone de un ejército de funcionarios y contratistas (de todos los niveles) que se coordinan para trinar y hacer tendencia hashtags favorables al alcalde. Quienes conocen a Quintero reconocen que le fascina ser tendencia en Twitter y cuando lo necesita solo es cuestión de coordinar a su “ejército”. A veces, resulta siendo un espectáculo grotesco, pero es una clara muestra del ánimo confrontacional con el cual Quintero maneja su cuenta personal en Twitter. En recientes días algunos de sus funcionarios como el cuestionado secretario de Hacienda Oscar Hurtado (al que le salió otro contrato que favorece a uno de sus hermanos y nada pasó) andaban recogiendo firmas virtuales como señal de apoyo. Eso denota que Quintero ha logrado que todo su equipo y contratistas cierren filas en torno a él, pues si al final es derrocado, todos saldrían juntos.
La segunda vertiente se expresa en un grupo en Facebook denominado Medellín Imparable. Este es un grupo cerrado que opera más como un colectivo de fanáticos que, no escatiman para desinformar; profundizar la comunicación emocional empeñada en poner el lente en el Quintero padre o esposo y no en sus decisiones; viralizar memes agresivos y atacar a quienes promueven la revocatoria. Desde ese grupo caen en la misma retórica violenta del uribismo y poco contribuye a bajar los ánimos que van reduciendo la intentona de revocatoria a una suerte de plebiscito. Entre los promotores de ese grupo se encuentra Robinsón López, excandidato verde a la Asamblea (se quemó con cerca de cuatro mil votos) y con un evidente apetito burocrático; asimismo, agitadores en redes sociales que son conocidos como “la bodega de Quintero”. Es la otra cara de la moneda y no dista mucho de las prácticas que los revocadores han utilizado para posicionar su agenda en la ciudad.
¿Y cuál es la mecha?
Una ciudad que atraviesa por una profunda crisis social y económica a la que se puede sumar una política. La improvisación de Quintero (manifiesta con la errática declaratoria de toque de queda el viernes 15) y su ánimo confrontacional en Twitter (donde se mofa de opositores y sus procesos) ya le dieron un primer timbronazo: la manifestación más grande en contra de su administración en lo que lleva de mandato; ese día decenas de ciudadanos salieron a manifestarse y bloquearon una de las principales vías de la ciudad. A la semana siguiente ni se contempló el toque de queda. Obvio que los revocadores pescaron en río revuelto e hicieron presencia; pues su intención más estratégica es reducir todo el proceso a una valoración negativa sobre Quintero, sin mayor sustento técnico o político. Ante esa manifestación los quinteristas no salieron a burlarse de la convocatoria (como ya lo han hecho con otros plantones y movilizaciones). Evidentemente hay descontento y una mecha a la cual Quintero le está echando gasolina.
Esos desaciertos en comunicación y el contrapeso de unos revocadores radicalizados pueden seguir posicionando más el tema en la Medellín política. Se suman tensiones con los gremios; renuncias en Fenalco; silencios ante cuestionamientos delicados y un alcalde que se percibe distante e inaccesible (abrigándose en su imagen positiva en encuestas). El mismo alcalde que siendo activista vivió la debacle del plebiscito cuando pensó que tenía la victoria en el bolsillo. Medellín cada vez está más polarizada y nada bueno resultará de esto, tal vez, fortalezca más a Quintero en el resto del país (al presentarlo como víctima del revanchismo uribista), pero en la ciudad si le genera cierto desgaste. Sumado a que resalta sus enormes falencias comunicativas y expone su clásica arrogancia. Con la que le está echando gasolina a una mecha que de prenderse y tomar fuerza lo podría sacar del cargo.
Solo espero que si los revocadores logran su objetivo y lo tumban, no les pase lo que ya les pasó a los promotores del no en el plebiscito y sí tengan plan b, pues la ciudad no está para resistir una crisis política de esa magnitud.