Para ser un mandatario obsesionado con liderar hitos, el alcalde Daniel Quintero, tan preocupado por presentarse ante la opinión pública como el que “más hizo por Medellín”, le debió dar muy duro enterarse de que se convirtió en el alcalde con la imagen más desfavorable en las últimas tres décadas. Un hito que ninguno de sus antecesores en el piso doce de La Alpujarra le podría disputar, pues Quintero, rompiendo su propio récord de desfavorabilidad, no logró levantar cabeza en las recientes encuestas y en pocos meses entregará el cargo convertido en un lastre.
Tan solo los “quinteristas” más radicales descreen del resultado de las encuestas y repiten sin cesar que están amañadas por el periódico El Colombiano -el medio local con el que Quintero se enfrascó en una confrontación abierta - pero su impopularidad se percibe en las conversaciones cotidianas, y es vox populi en las sucias calles de la ciudad.
Pero ¿por qué Quintero se llegó a convertir en el alcalde con la imagen más desfavorable en la historia de Medellín?
Inicialmente, considero que Quintero no logró consolidar una amplia corriente de opinión -apoyada en grandes medios o en medios comunitarios- que le hiciera un debido contrapeso al alcance de los medios más tradicionales, aquellos que, desde que inició su confrontación con ciertas élites políticas y económicas, tomaron posición para salvaguardar los intereses del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) en EPM.
Aunque Quintero le apostó a impulsar un ecosistema de medios digitales, utilizando a Telemedellín como oficina de propaganda y como caja menor para su financiación, realmente se quedó corto ante el arraigo y alcance de los medios más tradicionales, siendo El Colombiano el medio que, en un movimiento “inédito” en su historia reciente, más lupa le ha puesto a su gestión.
Además, la alcaldía nunca logró crear una narrativa propia que identificara la principal apuesta de ciudad de la “Medellín Futuro”, la secretaría de Comunicaciones rápidamente se vio devorada por la cuenta en Twitter del alcalde -un fiel reflejo de su personalidad-, la misma que utiliza para “cazar pelea” con Uribe, compartir memes y ridiculizar opositores; posiciones que a la larga solo generan desgaste y desafección.
En contraste, la oposición sí fue efectiva al pintar a Quintero como un alcalde que llegó a dividir; que atentó contra idearios muy arraigados entre los paisas como aquel añejo orgullo por la “tacita de plata” (debido a la cantidad de basuras que abundan en las calles de la ciudad); que se dedicó a gobernar desde Twitter (hasta se volvió lugar común aquello de: alcalde, suelte el celular); y que menoscabó programas e instituciones “insignia” tales como Buen Comienzo, Ruta N o Telemedellín.
Tampoco se pueden pasar por alto las sombras de corrupción y malos manejos que han salpicado su administración; que, inclusive, llevaron a la detención domiciliaria de su secretaria de Educación en medio de la investigación por el supuesto entramado de corrupción en Buen Comienzo.
Curiosamente, algunos “quinteristas” asumen que la mala imagen de Quintero es algo que solo se ve en Medellín -como resultado de una estrategia de propaganda coordinada por las élites a las que “les quitó el poder”-, pero que por fuera de Antioquia tiene buena imagen y así lo demostrará con su movimiento Independientes en las próximas elecciones regionales (con el que espera tener candidatos a lo largo y ancho del país). Amanecerá y veremos.
Lo cierto es que en Medellín lo aplastó una matriz mediática adversa y ahora tiene el hito de ser el alcalde más impopular en su historia. Eso ya nadie lo duda.