La extrema derecha representada en el Centro Democrático, en cabeza de su líder Álvaro Uribe, no pierde oportunidad para cobrarle a Santos la firma de los acuerdos de paz. Aunque a decir verdad lo que más les duele es la inclusión de la JEP, basada en el Sistema Integral de Verdad, Justicia y Reparación, que tiene como base fundamental el esclarecimiento de la verdad.
Esa es la esencia de los ataques desenfrenados contra las decisiones de las altas cortes, con miras a volver trizas no solo los acuerdos de paz sino sus amenazas con una constituyente para cambiar la Constitución y de una vez volver trizas el Estado social de derecho, el sistema de libertades y derechos fundamentales, desarrollados ampliamente por la Corte Constitucional en reiterada jurisprudencia.
Les incomoda también la Corte Suprema de Justicia por decisiones en investigaciones que afectan no solamente al expresidente, sino también a su hermano, algunos exministros, exparlamentarios y altos dirigentes de ese movimiento, que hoy buscan a toda costa las revocatoria de las sentencias que acorde a derecho los ha condenado a prisión.
Por esta razón siempre están listos ante cualquier motivo, fallo o pronunciamiento para actuar lanza en ristre contra todo el sistema democrático, haciendo interpretaciones acomodadas, falaces y cínicas de la justicia, recurriendo siempre a la mentira y el engaño que les ha dado réditos en algunos sectores vulnerables carentes de formación política.
Para completar, no sorprende oír al presidente Duque suplantando a la justicia, lanzando condenas extraprocesales con claro desconocimiento de principios y garantías constitucionales, lo que ha llevado a la ONU a “instar al gobierno colombiano a que deje de incitar a la violencia contra los desmovilizados de las Farc-Ep y a cumplir con las garantías que se les otorgaron durante las negociaciones en La Habana, sobre todo el respeto al derecho a la vida”. “El aparente desprecio de estas garantías a nivel estatal es perjudicial para la paz, el desarrollo y la estabilidad.
El pensador Norberto Bobbio afirmaba: “El fascista habla todo el tiempo de corrupción… acusa, insulta, agrede como si fuera puro y honesto. Pero el fascista es solo un criminal, un sociópata que persigue una carrera política. En el poder, no vacila en torturar, violar, robar sus pertenencias, su libertad y sus derechos. Más que corrupción, el fascista practica la maldad”.