Gustavo Petro, uno de los candidatos más opcionados para ganar la presidencia en el 2022, hace poco reveló algo que desde el Senado se viene fraguando con mucha cautela: la extensión del gobierno Duque por dos años más. Nada de raro tiene que desde ese nido de ratas se esté promoviendo semejante locura, sabiendo de antemano, para dolor de toda la ultraderecha colombiana, que existe el profundo temor de ver a la izquierda por primera vez en el poder. No hay que pasar por alto, ante la falta de figuras políticas cercanas a las masas, que se vienen hablando de alianzas que no cuentan con la fuerza necesaria para vencer a los nombres que suenan desde hace rato. Así que —presagiando la victoria de un candidato de izquierda— ahora también se propone, acudiendo al espíritu más leguleyo de esta nación de mentiritas, que se alargue una desgracia que realmente no soporta la gente.
Es que de verdad ha sido una desgracia estos dos años en los que Duque ha estado gobernando. Su presidencia se la puede considerar como el epítome de la ineptitud, o como el resultado de una falta de mando que nunca se ha visto en presidente alguno. Bueno, Andrés Pastrana fue tan malo como él, pero al menos decidía por cuenta propia. Por lo tanto, el día que toque evaluar el legado de su nefasto gobierno, pues va a ser normal que se diga sin soberbia lo siguiente: que fue el títere que Uribe llevó a la Casa de Nariño para mangonear a los incautos colombianos. Han sido dos años en donde, sin desfachatez alguna, otros terminan decidiendo, siendo incapaz de darle una impronta al cargo que lo hace el líder de un país que parece no tener remedio alguno.
Si este es el hombre que quieren ver gobernando por dos años más, un hombre que carece de liderazgo propio, pues que mal está el senado en su desesperado intento de aplazar una realidad: la ruptura definitiva con el uribismo. Hay que estar muy desesperado para llevar al país al caos, porque tal propuesta, apenas se la haga pública y se la gestione legalmente, sacará a más de uno a las calles y convertirá cada día en una escena de lucha de poderes: los de a pie tratando de tumbar una dictadura, y la fuerza pública frenando la efervescencia de un pueblo cansado de tanta corrupción y desigualdad. En otras palabras, solo se vaticina una confrontación si es que consiguen que el presidente que colocó Uribe nos siga torciendo el futuro.
Soy de los que cree que en el 2022 se deben llevar con normalidad los comicios presidenciales. No le pueden negar a los conciudadanos su deseo de elegir, el derecho que establece toda democracia. La excusa no puede ser la pandemia, ni mucho menos las leguleyadas propias de unos corruptos senadores, para frenar una contienda que dirá de una vez por todas que es lo que desea la gente. Por mi parte, quiero que los candidatos que suenan, la contra del uribismo, prioricen el verdadero progreso, siendo un hombre totalmente de derecha y respetuoso del voto consciente. Así que espero verme en las urnas el año próximo, contando desde ahora los días para que se acabe esta desgracia llamada Iván Duque.