¿Quieren un cambio?

¿Quieren un cambio?

Como dijo Friedrich Schiller: “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”

Por: Juan Carlos Camacho Castellanos
julio 09, 2021
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¿Quieren un cambio?
Foto: Las2orillas / María Paula Ángel

“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” (Giuseppe Tomasi di Lampedusa).

Cuando uno observa las estaciones de transporte destruidas, los negocios saqueados, la gente caminando en medio del frío y la lluvia para llegar a su hogar, los crímenes violentos generados de lado y lado, las frases incendiarias y la ausencia total de propuestas de los "líderes" politiqueros del paro y, un día, uno, humilde ciudadano, en medio de la frustración, estalla frente a un colado en una estación de TransMilenio al reclamarle su falta para terminar cargado de insultos de un supuesto marchista que justifica y aplaude el ilícito; pues ahí, señores, es cuando nos damos cuenta de que “el cambio” no es para mejorar, el “cambio” que promueven es para dar rienda suelta al más descarado libertinaje.

Ver una estación como Héroes en la Autopista Norte y el monumento aledaño convertido en un chiquero aterra porque si esa es su “propuesta” sensorial, pues no nos va a quedar más que una ciudad visualmente agresiva y deprimente. Escuchar hablar del “Portal de la Resistencia” y ver cómo se va creando una zona sin ley donde la droga y la agresión es parte de su “cambio” realmente asusta. Observar como un grupúsculo detiene por completo un país y lo lleva a una ruina económica de proporciones inimaginables es increíble y despierta en la gente de bien la misma indignación que los innumerables actos de corrupción que se presentan cada día desde los dos polos opuestos de las ideologías políticas.

Destrozar la paz y la tranquilidad de la gente; limitar su movilidad; grafitear inmisericordemente una ciudad ya de por sí violenta y contaminada hasta el hartazgo; marchar sin ideas y con consignas cargadas de odio y resentimiento; escuchar al líder fecodista reconocer que les importa un pimiento la educación porque lo que en realidad quieren es tomarse el poder; oír a Petro y a su cohorte llamar solapadamente a la destrucción de la poca institucionalidad que existe; ver a un presidente bobalicón y falto de autoridad dejar que el país arda por los cuatro costados; tener una alcaldesa incompetente e incoherente que no ha logrado ni un solo triunfo para revivir a esta ciudadanía del mortuorio camposanto de la suciedad, el descontrol y la inseguridad; observar que los que desean un supuesto cambio garrapatean en la pared “narco-Estado”, mientras comparten un cigarrillo de marihuana o departen en medio de alguna droga adquirida al jíbaro de turno... todo eso y mucho más nos hace pensar que la idea de “cambio” que viene tras estas “protestas y bloqueos” es aterradora.

Y no faltará el sofista que me insultará con el argumento de las “víctimas” y de la “violencia de la ultraderecha” sin reconocer la violencia de la izquierda y los policías heridos o muertos que, al igual que los jóvenes asesinados también son hijos de una madre y colombianos de nacimiento. Esto no es un partido de fútbol que se decide por el número de muertos de un lado u otro, es un país que en medio de luchas por el poder se desangra lentamente mientras Petro y sus zánganos políticos siguen frescos en sus casas disfrutando de las prebendas que les otorga el poder, mientras esos políticos de profesión de derecha e izquierda cosechan sus triunfos apoyados en los cadáveres que van dejando tras su discurso vacío y sin propuestas.

Quieren un cambio y se cuelan en el transporte público, destruyen la propiedad pública y privada, piden todo gratis (sin saber que nada es gratis y que los recursos se los terminarán exprimiendo a otro para que ellos sigan viviendo del maná celestial del Estado), hablan de narco-Estado mientras se drogan con cualquier porquería que les venden manteniendo así al peor enemigo de Colombia. Si desean un cambio, entonces empiecen por estudiar buscando las mejores notas, generando un cambio desde la ciencia, la tecnología y el emprendimiento, dejando de colarse en el transporte, de tirar basura en las calles, de afear la ciudad con sus pintas de mal gusto, de enviar fake news como locos por las redes sociales. ¿Quieren un cambio? No solo se lean el panfleto del partido comunista o de la ultraderecha nazi; analicen lo que les dicen y cuestionen a esos supuestos líderes que incendian el país desde Twitter mientras se transportan a sus confortables mansiones en camioneta blindada y con su esquema de seguridad.

Cuando tires una piedra contra el local de un empresario o emprendedor piensa que gracias a él y a su empresa tienes eso “gratis” que tanto exiges; cuando grafitis alguna incoherencia piensa en el esfuerzo de ese obrero que pintó una pared o arregló una fachada, cuando cierres esa calle o avenida recuerda que Duque y Petro ya están en su casa cómodos y bien resguardados mientras que ese trabajador que también paga impuestos (para mantener tu vida “gratis”) va caminando después de una dura jornada a reencontrarse con su familia.

Y no faltarán los insultos de los comentaristas, de los que me tildarán de facho, paraco, oligarca, etcétera. Pero, ni modo, al menos desde este espacio puedo desahogarme un poco frente a tanta estupidez humana…

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