Definitivamente, los grupos económicos monopolizadores, como los que representan la mayor parte de los medios de nuestro país, son los verdaderos atenidos de la sociedad. Ahora claman por ayudas, subsidios, levantamientos de restricciones y solidaridad...
Señores, tuvieron años para prepararse a este escenario, pero nunca quisieron escuchar las voces de quienes simplemente reclamaron eso que ustedes solicitan hoy: solidaridad.
No somos Suecia ni Suiza, nuestro gobierno no tiene el talante y el nivel de Corea del Sur o Taiwán, tampoco tenemos la disciplina de la sociedad del Japón. Así que por favor no usen argumentos de los expertos del mal llamado primer mundo para justificar sus pedidos de “ya no más cuarentena”. Somos lo que somos, una sociedad maltrecha, inequitativa, vulnerable, mafiosa y acéfala. ¿Cuál es entonces la consecuencia de ese caldo de cultivo? Lo que hoy estamos viviendo: el caos y la depresión en todos los sentidos.
Sentimos desespero en este momento porque nuestro bienestar se esfumó, porque la naturaleza nos ha mostrado que llevamos años de abusos y desaciertos en nuestro actuar como colectivo.
¿Cuán fácil habría sido todo si desde el principio de este fenómeno el capital y el Estado hubieran tomado la decisión de aislar en sitios, con garantías de vida, a todos los infectados, que no superaban las cuantas decenas, para evitar la expansión del patógeno? Pero no, los dejaron a su libre albedrío y suerte a que de manera autónoma infectaran a sus cercanos.
¿Cuán fácil habría sido invertir en compras rápidas y expeditas de insumos masivos para tamizar el primer grupo de riesgo, que no superaba los cientos y reconocer nuestro riesgo frente a posible contagio poblacional? No hubiéramos necesitado de cuarentena, ya que la historia natural de la patología no superaba los 20 días. Con la mitad del tiempo, tendríamos la dichosa curva aplanada. Pero no, pudo más la mezquindad del egoísmo acumulativo que la solidaridad que hoy reclaman. No habrían tenido que invertir más que unos cuantos miles de millones y no billones para palear de manera torpe esta situación usando el patrimonio estatal.
Ojalá, señores, que en un futuro mediano cuando se sienten a manteles en sus clubes sociales piensen en qué clase de sociedad es la que quieren construir: ¿una basada en la solidaridad y el bienestar, como la que claman en sus llamados?, ¿o esa que han fomentado durante casi dos siglos en nuestra república, la del "desarrollo" y la individualidad?