El lunes 17 de agosto, en Pacífico 1, la autopista que se está construyendo en Antioquia, entre Camilo C y Bolombolo, hubo dos deslizamientos que destruyeron sendos tramos de la obra.
El 28 de mayo del año pasado, en otro sector del mismo proyecto, ocurrió un derrumbe que obligó a cerrar la Troncal del Café durante 7 meses.
¿Qué tan segura irá a ser esta autopista de cuarta degeneración que se está desmoronando antes de entrar en funcionamiento? ¿La cerrarán con frecuencia por los derrumbes y pondrá en riego a sus usuarios?
Hay quienes sostienen que son asuntos de natura y no es responsabilidad de los ingenieros. Sin embargo, en países con firmas constructoras un poco más decentes que la mayoría de las que operan en Colombia, donde existen condiciones topográficas tan o más complejas que las nuestras, cuando llegan los inviernos inclementes no sucede lo mismo.
Así pues, se debe condenar a los constructores que, no satisfechos con las ganancias inherentes a los proyectos, se lucran aún más, ahorrando en hierro, pavimento, cemento, contención de montañas y curetaje de taludes.
Ellos son culpables de ejecutar obras de mala calidad, que generan detrimento patrimonial para la nación, se desmoronan y cobran vidas. Además, los ingenieros y los auditores que lo consienten también son responsables. Al igual que el gobierno que paga dichas debacles con nuestro dinero y las recibe e inaugura sin que cumplan las normas.