En solo tres meses los estudiantes de las universidades públicas lograron poner a hablar a todo el país sobre educación. Una nueva generación de líderes llegó para reemplazar a la desaparecida MANE —Mesa Amplia Nacional Estudiantil— que lideró las protestas en 2011 contra la ley 30 pero que se desinfló después de lograr el retiro del proyecto de ley del expresidente Santos, con María Fernanda Campo como ministra de Educación. Esta vez, desde casi todas las regiones del país, aparecieron jóvenes que lograron movilizar más de 100.000 personas que se solidarizaron con su lucha.
Las dos principales organizaciones que lideraron el paro y lograron aprobar del gobierno más de 4 billones de pesos para la educación son la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles de la Educación Superior —ACREES— y la Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior —UNEES— cada una con sus agendas particulares pero que coinciden en gran parte de las exigencias que le tienen al gobierno para atender oportunamente a las universidades.
Jennifer Pedraza
Jennifer Pedraza es estudiante de economía de la Universidad Nacional y representante de los estudiantes al Consejo Superior de esa institución. Su cara se hizo famosa luego de que el presidente del Senado, Ernesto Macías, la tratara despectivamente en el Congreso mientras Pedraza explicaba las razones del paro estudiantil. “Tiene treinta segundos, niña”, fueron las palabras de Macías que, en un efecto colateral, impulsó la lucha estudiantil y la imagen de una de sus mayores voceras. No hay medio de comunicación nacional que no haya contado con su testimonio, su contundente tono santandereano y sus bien argumentadas razones por las que lideró el Paro Nacional Universitario.
Alejandro Palacio
A sus 20 años, Alejandro Palacio asumió la responsabilidad de liderar el paro estudiantil y las marchas que paralizaron el país en más de una ocasión. No era algo que estuviera entre sus planes, simplemente su voz sonó más fuerte y recibió el espaldarazo de sus compañeros. Primero fue en los medios de comunicación, luego pasó a las tarimas y el Congreso, y terminó negociando con el gobierno con la misma vehemencia con que la ministra de Educación María Victoria Angulo anunció más de una vez que no había más plata para las universidades públicas. Al final, él junto a otros representantes estudiantiles, lograron obtener 4.5 billones de pesos.
Palacio, estudiante de sexto semestre de Ciencia Política en la Universidad Nacional —sede Medellín—, viajó desde la capital paisa hasta Bogotá a principios de octubre para contarle al país por qué los estudiantes salían a las calles. Sin embargo, esa vocería le trajo varias amenazas pero que no lograron amarrarle las manos. La primera vez que le dijeron que lo iban a matar fue, precisamente, cuando terminó de hablar en la Plaza de Bolívar frente a 50.000 personas. En medio de los aplausos, bajó del escenario cuando fue rodeado por un grupo de personas que lo rodearon, lo insultaron y lo escupieron, no sin antes hacerle la advertencia. Fue Ángela María Robledo y María José Pizarro quienes vieron lo que estaba sucediendo y lo resguardaron en el Congreso.
Pero las amenazas no pararon ahí. Durante la marcha zombie, volvió a ser acosado por un grupo de encapuchados que lo siguieron durante varios minutos por la carrera séptima. Sin consideración alguna, volvieron a decirle que lo iban a matar. Esa misma noche, Alejandro se regresó a Medellín. Sin embargo, las amenazas lo siguieron hasta su ciudad, en donde intentaron golpearlo dentro de la Universidad Nacional. El 7 de noviembre, cuando ya hacía parte de la mesa de negociación con el gobierno Duque, Alejandro recibió una llamada de un número desconocido: “cuídese porque lo vamos a matar”. Al final, pesó más la responsabilidad que adquirió con sus compañeros, y terminó dándoles la noticia que tanto estaban esperando: ya tenían la plata para terminar el año educativo y otra tanta para los próximos cuatro años.
Juan Camilo Muñoz Ospina
Un día después de haber llegado firmado el acuerdo con el gobierno nacional, Juan Camilo Muñoz regresaba a Manizales después de estar más de un mes en Bogotá liderando junto a varios compañeros la mesa de negociación. No había tiempo para celebrar. Viajó a las 7 de la mañana para llegar a consejo superior en la Universidad de Caldas y explicar en qué consistía el acuerdo al que habían llegado con la ministra de Educación. Fue su universidad, los estudiantes y los sindicatos de profesores, quienes lo respaldaron económicamente para quedarse en Bogotá hasta el final del paro.
Juan Camilo Muñoz, estudiante de derecho de noveno semestre, lleva cuatro años liderando procesos en la universidad. Primero fue representante en el Comité de Matrículas, y desde mayo de 2017 es representante titular en el consejo superior de la U. de Caldas. La experiencia política la ha ganado precisamente siendo la voz de sus compañeros ante las directivas de la institución. Y ese talante se le vio en la mesa, en donde sin proponérselo se convirtió en uno de los estrategas para saber cuándo intervenir, cuando hablar fuerte o cuando pararse de las negociaciones. Claro, no era el único, pero sí de los que tiene experiencia para manejar duras pujas como esta.
“Eso es como jugar ajedrez”, dice Juan Camilo cuando habla de lo que no se vio durante la negociación. El 13 de diciembre, un día antes de que el gobierno firmara el acuerdo con los estudiantes y profesores, las marchas en el país, y particularmente en Popayán, terminaron desbordadas por la violencia y los excesos del Esmad. El acuerdo ya estaba casi listo, pero ante los hechos, sobre la mesa apreció la posibilidad de no firmar ningún papel como una muestra de solidaridad con sus compañeros caucanos. Sin embargo, al final pesaron más todo lo que habían conquistado durante más de un mes de negociación y los recursos que tanto habían pedido para no dejar morir la universidad.
Las marchas fueron el gran respaldo político de una negociación que se mantuvo en términos muy técnicos. Ahora, el trabajo está en la socialización y la vigilancia sobre lo pactado. Juan Camilo es claro: “nunca se había logrado un acuerdo tan grande para la educación pública”.
Valentina Ávila
Es estudiante de Ciencia Política de la Universidad Javeriana y desde hace dos meses fue elegida como una de los cinco voceros de la Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior para la mesa de negociación con el gobierno. Para esta joven bogotana su condición de estudiante de universidad privada no la impidió para asumir como propia la lucha por el mejoramiento de la educación pública y ha sido una de las más radicales voceras del movimiento, a tal punto que pronto el país se dio cuenta de su posición frente a las negociaciones: el acuerdo entre la mesa de negociación y el gobierno no tiene su firma. Con este gesto Valentina dejó claro que no hay confianza total en lo que presentó la ministra de Educación para superar la crisis de las universidades. Además, fue una acción en solidaridad con Esteban Mosquera, el estudiante de la Universidad del Cauca que perdió un ojo por una agresión del ESMAD. Considera que era estrictamente necesario cumplir los estatutos de la Unees que obliga a sus voceros no aceptar ningún acuerdo que no haya sido refrendado por las bases estudiantiles, por lo que dejó claro a través de un comunicado que no era correcto firmar el documento.
Luis Vélez
Desde Antioquia también se aportaron suficientes argumentos para hacer crecer el paro nacional de los universitarios. Luis Vélez es estudiante de la Universidad Autónoma Latinoamericana y desde hace más de un año acompaña al movimiento estudiantil y en la Unees apoya desde la fundación formal de la organización hace tres meses. Como tantos otros estudiantes de universidades privadas, busca crear conciencia nacional de la importancia de la defensa de la educación pública como un derecho universal y tener el privilegio de estudiar en una privada no le limita su compromiso con el movimiento.
Karina Valderrama de la Universidad de la Amazonia, Santiago Gómez de la Universidad de Antioquia y Santiago Caicedo del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid completan la nómina de este movimiento estudiantil que le plantaron cara a la ministra de Educación para hacer respetar las exigencias que tienen al gobierno para sacar a las universidades públicas de la crisis.