Transcurría el 2019, ya en vísperas de las elecciones regionales, cuando en un bus alimentador discutían dos hombres de acento costeño. Se referían a una supuesta doctora que daba doscientos mil pesos por sufragio para algún candidato de la costa. Ante esto, uno de ellos afirmó que daría su voto por ese personaje a cambio del dinero, una botella de ron y los pasajes para ir a ese pueblo.
Así es que feriamos muchas veces el futuro del país, por una empanada, un plato de lechona, unas tejas, un bulto de cemento, unos cuantos pesos, un puesto... y luego nos quejamos... el hambre en La Guajira, la corrupción en el Chocó, la violencia en el Cauca.
¿Será que los del problema somos nosotros? Hay un viejo adagio que reza que "los pueblos se merecen los gobiernos que eligen" y en eso Colombia es campeón. Siempre hacemos algo buscando alguna dádiva, pocas veces por iniciativa propia.
¿Será que algún día nos pondremos a pensar que los culpables de las desgracias que suceden en este sufrido país somos nosotros? Sí, nosotros. Todo por no elegir bien, por no educarnos, por permitir que los oportunistas nos laven el cerebro y por vender al mejor postor nuestra dignidad y de paso el futuro del por un tamal o un dinero.
Antes de quejarnos, pensemos en quién es el responsable.