Parece una teoría de la conspiración, parece que todos los políticos de este país están confabulados para mantener a la niñez de Colombia en el ostracismo, la violencia y el subdesarrollo. Corrupción en el PAE (Plan de Alimentación Escolar), corrupción en el ICBF, corrupción en la construcción de colegios, bibliotecas y jardines infantiles, corrupción en la conectividad de los niños.
Mientras Duque cree que todavía está jugando con muñequitos a ser presidente y anuncia que vamos a ser la próxima Silicon Valley, su ministerio estrella en ese objetivo deja perder 70.000.000 millones de pesos, y más allá de eso, deja que se roben el futuro de los niños, esos mismo niños con los que la ministra posa en las fotos, esos mismos niños que usan como herramienta política cada vez que dicen defender sus derechos.
Parece ser que las élites le tienen miedo al progreso. Son tan cortas de pensamiento, tan mediocres en sus ambiciones que solo terminan deseando más dinero y más poder, sin pensar en un futuro muy oscuro, porque esos mismos niños a los que hoy les roban la comida y el internet mañana van a formar parte de una banda criminal, y ellos felices: sus hijos no tendrán buena competencia porque los pobres están mal educados, y las organizaciones criminales que los financian y los mantienen en el poder van a seguir teniendo mano de obra barata y desesperada.
Lo de la ministra y toda su corte de corruptos es criminal, y es que ese es el mensaje que manda este gobierno y toda su clase política: que estamos gobernados por criminales y que ser criminal paga, que no importa robar, sino de cuánto estamos hablando. Ahí están los más famosos casos de corrupción: Reficar, Interbolsa, Odebretch. La lista es interminable: ¿quién ha pagado?, unos cuantos lavaperros que terminan pagando una pena muy corta y disfrutando de la plata que les deja robarse el futuro de todo un país.
Lo peor de todo esto es que esta es la gente que tiene que dar ejemplo, los que se pasean por clubes sociales dando lecciones de moralidad, los que hablan de que los pobres lo quieren todo regalado, la gente de bien, la gente divinamente para la que siempre existirá un velo de impunidad. Y es que no les importa: lo hacemos porque podemos, los robamos porque podemos, porque estamos armados, porque tenemos el poder el Estado y el poder de la justicia, pero sobre todo, el poder de la indolencia.
Una senadora de esas que defienden a capa y espada a cualquier corrupto siempre y cuando sea conocido suyo decía que García Márquez estaba en el sótano del infierno. Me gustaría pensar de que de existir ese lugar, los que se roban el futuro de los niños merecen la suite más caliente, aunque de algo estoy seguro: suficiente tienen con mirarse al espejo todos los días y saberse eso, unos ladrones de futuro.
