Mal contadas, cerca de 20 millones de mascotas en Colombia consumen alimentos de Solla, la
empresa y la marca de comida para animales creada por dos cuñados, Aurelio Llano y Gilberto Soto, prácticamente de la nada.
En la década de los cuarenta del siglo pasado, estudiar a Estados Unidos era un privilegio de pocos.
Aurelio Llano, bachiller del colegio San Ignacio, fue becado para estudiar Nutrición animal en la
Universidad de Ohio. Estuvo cuatro años por fuera de Colombia y cuando regresó, se encontró a
unos ganaderos antioqueños en Bogotá.
Ellos tenían plata. Se fueron a tomar unos tragos cerca a Residencias Tequendama y le contaron la
idea: crear una empresa especializada en preparación de alimentos. Era mayo de 1948 y Bogotá
una ciudad que apenas se despertaba de la pesadilla que había generado, un mes atrás, el
asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en plena Carrera Séptima.
Aurelio Llano regresó a Medellín y se reunió con su cuñado, Gilberto Soto Londoño. Él no había
tenido su suerte. Bachiller Técnico del Liceo Antioqueño aprovechó lo que le enseñaron en
Contabilidad para saber cómo se podía manejar una empresa. Su papá, Don Carlos Soto, tuvo un
accidente automovilístico y le amputaron una pierna. Imposibilitado para trabajar, le tocó a
Gilberto echarse encima a su familia, de nueve hermanos y olvidar para siempre su gran sueño de
estudiar una carrera universitaria.
Don Aurelio Llano en la época en la que creó la empresa más famosa de alimentos del país.
Cuando Aurelio le contó la propuesta de los ganaderos que le hicieron en Bogotá, Gilberto
respondió con su templanza paisa: “Si son ellos quienes te lo piden, ya tenés la clientela. Ganan
ellos y gana uno…Hagamos eso”.
Arrancaron el 12 de julio de 1948 con un capital de 4.000 pesos, cinco años después, en 1953,
habían multiplicado los dividendos y ya tenían una empresa cuyo capital era de 100 mil pesos.
Desde esa época, se llamaba Soto y Llano limitada, o mejor, Solla y funcionaba en un local
alquilado en el sector de Guayaquil en Medellín.
Eran opuestos y se complementaban. Gilberto era el hombre hábil para las relaciones sociales,
siempre atento a nuevos inversionistas, sabía vender el producto, era el Mad Men. Aurelio, por el
contrario, era el científico, el que estaba al tanto de los avances tecnológicos y puso la marca a la
vanguardia en Colombia.
En esa época, no se sabía nada sobre cómo alimentar vacas y cerdos para mejorar la producción.
Ellos fueron los que se inventaron todo. Hasta la cría de ganado Holstein. En 1956, sus planes de
expansión funcionaron a la perfección: tenían una fábrica de procesamiento en Buga y en 1970
abrieron su planta en Bogotá. Al poco tiempo, abrieron plantas en Bucaramanga y en Barranquilla.
A partir de 1974, Solla S. A. quedó bajo total propiedad y orientación de Aurelio Llano.
Setenta y cinco años después de que arrancó esta aventura, vino la gran innovación cuando a
mediados de los setenta se puso de moda alimentar bien a las mascotas: perros y gatos. En 2013,
Solla incursionó en la alimentación para perros con el montaje de la planta de Mascotas Buga, y un
año después, entró al segmento de gatos, el portafolio actual cubre conejos, peces y babillas en
criaderos.
La empresa cuenta con el Centro de Investigaciones Caninas en alianza con la Escuela de
Veterinaria de la Universidad CES en Medellín donde se prueban fórmulas para la producción de
alimentos para caninos. Entre sus marcas están Lucky, Nutre Can y Nutre Cat, Sabueso, Smart y Q-
ida cat. Hoy, se estima que en los hogares colombianos hay 10 millones de perros y 4 millones de
gatos.
Manejando un tercio de la producción de alimento de mascotas para el país, la idea de los cuñados
Soto y Llanos, creada a partir del caos de una ciudad que se levantaba de un incendio que casi la
destruye, está más viva que nunca.