Ahora resulta que el profesor Antanas Mockus sería sancionado disciplinariamente por faltarle al respeto al recinto en pleno y repetir lo que hace más de 25 años llevó a cabo frente a la comunidad estudiantil de la Universidad Nacional, en su calidad de rector de esa institución cuando decidió bajarse los pantalones en señal de rechazo y símbolo de atención, orden, reflexión y de pedir respeto a la palabra.
El acto hecho por Mockus en el salón de la plenaria de este el cuerpo colegiado despertó la “doble moral vigente" de muchos de los congresistas que al decir de ellos se sintieron ofendidos y calificaron la particular protesta del filósofo y segundo senador candidato más votado del país como de quinta y que va en contra de los principios disciplinarios y del código de ética que allí se maneja.
La pregunta que surge hoy: ¿es Mockus dentro del Congreso el que le ha sacado el trasero al país que representa los honorables miembros del Congreso? O ¿son la mayoría de los congresistas con prácticas corruptas, mermelada por doquier, procesos por nexos con paramilitarismo, por corrupción en sus regiones, por contratos amañados o vinculados a organizaciones delictivas los que a diario le sacan el trasero a comunidades enteras que no solo han votado por ellos, sino que mantienen la esperanza de mejoras de calidad de vida en sus regiones?, ¿quién es verdaderamente el inmoral en su actuar?, ¿quién o quiénes son los que merecen la sanción disciplinaria y demás por sus faltas que se han vuelto costumbre en muchos de ellos y que desacreditan la justicia por la impotencia de obrar en derecho y empobrece la dignidad del máximo órgano de representación de los ciudadanos colombianos y por ende de nuestra clase política.
Desde mi punto de vista, los medios de comunicación han manejado de manera correcta la información de este hecho, le han dado el despliegue necesario sin amarillismo, fácil caer en este estilo de falso periodismo ante un símbolo como el de Mockus que tiene rasgos de caricatura. Así mismo, algunos líderes de opinión se han mostrado también en desacuerdo con la actitud de Mockus luego de esta particular forma de protesta, argumentando que no era necesario, que es un acto salido de tono, que le está afectando el Parkinson, que no es la mejor manera de llamar la atención, que distrajo la información que debería estar sobre la composición del nuevo congreso lo bueno y lo malo, etc.
En mi concepto, Mockus ha logrado lo que quería como reacción y es precisamente que muchos ciudadanos de a pie, a través de las redes sociales estén de acuerdo en afirmar lo que plantea esta columna; es decir, que prefieren ver a los Senadores bajarse los pantalones en el Congreso, que la mayoría de ellos estar estimulando y liderando actos de corrupción con el cinismo que los caracteriza y que produce rabia y vergüenza en Colombia y muchas veces en la opinión internacional.
Veremos si finalmente al senador Mockus se le sanciona, si los puristas disfrazados del Congreso sacan los dientes para censurar el hecho… si lo hacen marcarán un antecedente y sabremos todos a qué atenernos con el nuevo cuerpo colegiado a partir del próximo periodo presidencial. Además, en vez de castigar públicamente al profesor, lo que lograrán como reacción es solidaridad por parte de ciudadanos que entendieron perfectamente el mensaje. Al final, lo que el nuevo senador quiso entregar fue una verdadera pieza de comunicación para crear conciencia en contra del irrespeto y las malas costumbres salidas de la correcta conducta que abundan en el recinto que ocupan con “honor algunos indeseables”.