El pegajoso slogan en voz de una mujer que a través de emisoras anuncia la “Feria del brasier y solo kukos”, y que también invade las calles y los vecindarios donde están puestos sus locales, lo conocen y lo tararean todos. Ese sonsonete lleva repitiéndose más 50 años y hoy resuena en emisoras de 34 municipios de Colombia y a las afueras de cada una de sus 131 tiendas.
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El famoso jingle que los hizo muy recordados llegó en los años 80 con la apertura de nuevos puntos de venta en Medellín, Armenia, Bogotá y Villavicencio. A donde llegaban conquistaban el mercado más popular con sus precios baratos. Se ganaron con facilidad los estratos 1,2 y 3. Hoy en este gigante de la ropa interior se consiguen cucos desde los cuatro mil pesos y brasieres desde los diez mil.
No solo el viejo eslogan identifica sus tiendas. Su tradicional y vistoso logo de colores blanco, rojo, azul y amarillo se reconoce a kilómetros. Los maniquíes sin cabeza, vestidos con coquetas prendas, como tangas diminutas y sexys ligueros, también permanecen en la mente de sus clientes. Y adentro, después de atravesar los gigantes ventanales de vidrio, que todas las tiendas comparten como uniforme, con los mostradores de piso y las paredes atiborradas de brasieres, cucos y medias, es innegable decir que se está en la más tradicional tienda de calzones del país.
En Colombia hay más de 130 tiendas en 34 municipios y capitales, todos puestos en zonas comerciales y populares, donde está el grueso de su clientela, los estratos 1.2 y3.
La Feria del brasier y solo kukos fue la exitosa idea de los esposos antioqueños de clase media Rodrigo Urrea Arsitizabal y Carmenza Peláez. Sus metas las tenían claras, salir de la pobreza, las deudas y del vivir apretados con el sueldo que don Rodrigo Urrea se ganaba como empleado.
Lo único que los esposos Urrea Pelaez sabían de ropa íntima era que a diario todas las personas tenían que vestirla bajo sus ropas y así se lanzaron al ruedo. Abrieron las puertas del garaje de su casa y con algunos ahorros compraron vitrinas y montaron su tienda de ropa interior para mujer. Ocurrió en el año 1.974.
Doña Carmenza desempolvó su máquina de coser de pedal y diseñó y cosió algunos cucos, pero la mayoría de la mercancía que le ofrecía a su clientela la compraba su esposo en el centro de Medellín y la revendía en aquella tienda.
Los cucos amarillos de la suerte es el mejor gancho del mes de diciembre, los cuales venden hasta el último día del año.
Con ojo de buen comerciante don Rodrigo Urrea se dio cuenta que el negocio no era confeccionar sino vender lo que otros fabricaban. Lo que había que hacer era comprar barato para revender también a bajos precios y ganar con la transacción. Encontró alianzas con pequeños microempresarios para vender sus productos. Viajó por pueblitos y municipios y otros departamentos ofreciendo cucos y brasieres a dueños de almacenes mientras su esposa atendía la pequeña tienda en la Medellín de los años 80, por esos años atravesada por las balas, la plata, el poder y la cocaína de Pablo Escobar. En pocos años ya tenía varios vendedores que recorrían el país ofreciendo cucos. Y luego abrió una segunda tienda y abrió una tercera y abrió una cuarta y todas las instalaba estratégicamente. Las ponía en zonas comerciales y populares de las ciudades.
La empresa familiar que se convirtió en la líder de los estratos bajos a la hora comprar ropa íntima llenó el país de ferias del brasier y solo kukos en menos de 15 años. Con el paso del tiempo, los cambios del mercado y la entrada al juego de otras empresas han variado su oferta. Ya no solo venden cucos y brasieres. Venden también ropa interior para hombre y ropa deportiva. Pero lo que sí siguen conservando son los buenos precios con los que guardan la fidelidad de sus clientes en las más de 100 tiendas que tienen en municipios y capitales del país, las cuales son atendidas por unas 700 mujeres, la mayoría de ellas cabezas de hogar.
Después de casi 50 años la Feria del brasier y solo Kukos aún le pertenece a la familia Urrea. Desde una de las gerencias la comanda Marcela Urrea Pelaéz, la única hija del matrimonio fundador, quien bajo la sombra de su padre sigue haciendo de la Feria del brasier y solo kukos una de las tiendas más queridas y recordada de los colombianos que durante medio siglo se ha convertido en emporio a punta de vender calzones baratos.
