Las imágenes pasan de prisa. Hombres con pantaloneta blanca y las manos sobre la nuca caminan, casi que corren, agachados bajo la mirada de carceleros que los empujan con una porra en la mano. Luego apiñados en el piso cabeza contra cabeza, esposados, hasta contar 2.000 en una masa humana de tatuajes y cabezas rapadas. El impactante video compartido el viernes pasado por el presidente de El Salvador Nayib Bukele es el testimonio del operativo para trasladar los prisioneros al Centro de Confinamiento del Terrorismo en las afueras de San Salvador, la megacárcel para 40.000 pandilleros, “la más grande de América”. Es el proyecto insigne de Bukele, en el que se alinea su gabinete de la seguridad, con el ministro de Defensa, René Merino Monroy, a la cabeza, y el de Seguridad, Héctor Gustavo Villatoro.
Como parte de esa estrategia de seguridad se han detenido más de 64.000 personas —más del 1 % de la población— con la presunción de ser pandilleros, durante un régimen se excepción que se ha prorrogado once veces, la última el 14 de febrero pasado, en un Congreso controlado por el oficialismo. La medida es objeto de críticas por parte de la oposición y organismos como Human Rights Watch que en un informe de 99 páginas del 7 de diciembre documenta detenciones arbitrarias masivas, torturas a detenidos, muertes bajo custodia, procesos penales abusivos. Bukele ha respondido por Twitter que El Salvador "ha llegado a 300 días sin homicidios”.
2.000 prisioneros en esta marea humana de tatuajes y cabezas rapadas inauguran la cárcel de Bukele
Él es el comandante de las Fuerzas Armadas, que llama Nueva Fuerza Armada, y sus alfiles, los ministros de Defensa y Seguridad, como pudo apreciarse sentados a su derecha e izquierda en la mesa, durante la reunión del 16 de octubre en el salón principal de la casa presidencial. Un día antes la Asamblea Legislativa había juramentado a una bukelista, Raquel Caballero Guevara, como procuradora para la Defensa de los Derechos Humanos para un periodo de tres años. Ella, que fue condenada a pagar USD 3.500 por nepotismo, fue aleccionada por el presidente ante las cámaras de televisión, sobre la guerra contra las pandillas mientras se dirigía a la audiencia anunciando que le abrirá las cárceles para que informe sobre la situación de los presos.
Ese día, a su lado estaba René Merino Monroy, el ministro de quien la oposición dice que es más fiel a Bukele que a la Constitución. Llegó al liderar el ministerio el 1 de julio de 2019 y diez días después ya estaba anunciando medidas “enérgicas” contra la actividad de las pandillas. Es el primer oficial naval salvadoreño en ocupar ese cargo y es parte de la promoción cuya graduación tuvo lugar en mayo de 1990, cuando la guerra civil salvadoreña daba sus últimos coletazos. Históricamente la Fuerza Naval ha tenido un peso mínimo en el Estado Mayor Conjunto, por lo que su nombramiento fue visto como un mensaje de ruptura por parte del joven presidente que acababa de aterrizar un mes antes.
René Merino Monroy, ministro de Defensa del que se dice “es más fiel a Bukele que a la Constitución”
Pasando por encima de las leyes Bukele lo nombró contralmirante. Tenia 56 años y el “estado de retiro” es a los 55. El rechazo y la oleada críticas fue en vano, porque el presidente, doce meses después, lo ascendió al rango de vicealmirante, el 1 de enero de 2021.
Merino Monroy acababa de pasar la gran prueba de fuego de su lealtad a Bukele. El 9 de febrero de 2020, el 9F reconocido en el mundo entero, había entrado con él y 40 soldados al Salón Azul de la Asamblea Legislativa para, según dijo el mandatario, presionar a los diputados la aprobación de un crédito de Estados Unidos por USD 109 millones para financiar su Plan Control Territorial. Seis meses después, el 21 de agosto, el ministro enfrentó una guerra dialéctica de 12 horas ante los diputados de Arena y el Fmln que inquirían para saber oficialmente quién ordenó y ejecutó la intervención militar. El jefe de la defensa negó el vasto despliegue militar y lo minimizó a un simple protocolo de seguridad para su comandante general. Y en esa afirmación se mantuvo todo el día. Solo aceptó que entraron con armas largas y municiones.
Bukele ha dado la prioridad y el presupuesto a la Nueva Fuerza Armada. Un soldado gana hoy USD 700, el salario mínimo está en USD 304. Los efectivos han pasado de 7.900 en 2017 a casi 18.000 en mayo de 2022. En el 2021, 3.124 jóvenes –2.791 hombres, 333 mujeres– se incorporaron como soldados en la Fuerza Armada de El Salvador, y desde el propio día de su juramentación pasaron a realizar labores de seguridad pública. Mientras el número de policías mengua, los soldados, sus uniformes camuflados y sus M-16 se han vuelto parte del paisaje en las calles salvadoreñas y el presidente los está volviendo héroes con las herramientas que siempre ha manejado con habilidad sin duda: las redes sociales y los discursos. Al ministro Merino Monroy le ha dado también el halago de sentirse parte del poder político. Él, que recibió a su hijo Gerardo Antonio, teniente fragata, muerto en un accidente aéreo en el océano Pacifico unos días antes de ascender a vicealmirante, es uno de los funcionarios con mayor proyección, un habitual en los programas de preguntas y respuestas en televisión y radio. En entrevistas que solo da a los medios los controlados por el gobierno, y en los que se han plegado al poder.
Bukele posesiona a Gustavo Villatoro como ministro de Seguridad, con enredos del pasado
El ministro de Seguridad es parte del aparato cercano a Bukele. Héctor Gustavo Villatoro es un veterano funcionario cuya carrera en el gobierno se remonta a la década de los noventa. Fue nombrado el 26 de marzo del 2021 y según un comunicado del gobierno como parte de una nueva estrategia orientada a “fortalecer el proceso de investigación de los homicidios y de las desapariciones para reducir la tasa de impunidad”. De inmediato el recién nombrado anunció: "Todas las leyes penales y represivas a partir del día de ayer [26 de marzo] están en revisión para precisamente poder darle respuesta a la sed de justicia que tienen todos los salvadoreños”.
No obstante, su elección generó inquietudes debido a los presuntos vínculos con funcionarios y políticos involucrados en grandes esquemas de corrupción. Informes de inteligencia publicados por El Salvador años atrás, y mencionados por El Faro, ponen a Villatoro como un operador político activo durante el gobierno de Antonio Saca, actualmente en prisión por lavar cientos de millones de dólares cuando era presidente.
Esos informes sostienen que Villatoro, quien fue autoridad aduanera en El Salvador, era por entonces un operador de Herbert Saca, el primo de Antonio, quien fue objeto de una investigación por posibles vínculos con el cartel de Los Perrones, un poderoso grupo de narcotraficantes. No obstante los informes, Villatoro ha negado tener conexiones con él
Otra tormenta está relacionada con el “seguimiento” a periodistas por sus publicaciones relacionadas con temas de violencia. “Nosotros tenemos que estar monitoreando constantemente” y “no podemos hablar de ética con este tipo de periodismo”, ha dicho tranquilamente.
No obstante las críticas en el exterior, la megacárcel, el régimen de excepción, los arrestos desde los 12 años, y las duras imágenes de los videos, en el interior Nayib Bukele tiene una popularidad que quisieran otros mandatarios de la región. La encuesta de CID Gallup realizada en enero de este año y publicada esta semana lo coloca en el primer lugar entre las personalidades públicas con mayor opinión favorable en su país entre todos los de América Latina. Con 92 %.
El comandante de las Nuevas Fuerzas Armadas, presidente de El Salvador, termina su mandato el 1 de junio de 2024.La reelección inmediata está prohibida por la Constitución pero los magistrados bukelistas de la Sala Constitucional ya abrieron la puerta para que pueda participar en las elecciones. Nayib Bukele buscará el poder cinco años más, y la pregunta es: ¿quién podrá enfrentarlo?
