Nuestros niños: ¿quién los cuida (si no son las mamás)?

¿Quiénes cuidan a nuestros niños? (I)

¿Por qué es más barato el trabajo de una mujer que cuida un niño que trabajar por fuera, si no hay algo más importante que velar por la vida de un ser humano?

Por: Sara Moreno
abril 01, 2024
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¿Quiénes cuidan a nuestros niños? (I)

Era otro verano, como todos los veranos que pasaba con mis hijas pequeñas en Cartagena. Esperaba a que la muchacha de mi amiga alistara a sus niños para llevarlos al parque con mis hijas. Mientras tanto, me distraía leyendo una hoja, con un listado de labores, que vi colgada al costado de la nevera:

  1. Desayuno.
  2. Paseo al parque.
  3. Almuerzo.
  4. Siesta.
  5. Ballet, o piano, o fútbol…
  6. Comida.
  7. Baño.

O algo así; pero sobre lo que la memoria no me falla es sobre la ausencia de pataletas, conflictos entre los hermanos, no quererse poner el protector solar o la cachucha, y otros menesteres con los cuales se debe lidiar en el oficio del cuidado de la cría humana, en ese listado. También, estaban relacionados los tiempos para cada actividad, en ese respecto, sobraban labores y faltaba tiempo.

Di a luz a mi hija mayor a finales de julio de 2006 en Miami. La licencia de maternidad en Estados Unidos es de tres meses. Tres meses de vida me parecieron un tiempo muy corto para dejar a mi recién nacida hija y regresar a la oficina. Hice cuentas y un plan de mudarnos a un lugar más barato con mi esposo, y renuncié a mi trabajo.

De julio de 2006 a mayo de 2007 cuidé a mi hija de tiempo completo en un edificio de Brickell Key. Por las mañanas, cuando hacíamos el recorrido en coche alrededor de la isla, me encontraba con otras mujeres empujando coches en el mismo recorrido. Esas mujeres no eran las madres de los bebés que paseaban; vestían uniformes de colores pasteles o muñequitos y eran sus cuidadoras.

La mayoría de ellas, con quienes conversaba en una parada que hacíamos en el parque al final del recorrido, venía de Centroamérica. Algunas tenían hijos tan pequeños como los que cuidaban, pero los habían dejado en sala-cunas subsidiadas por el Estado.

En mayo de 2007 nos mudamos a Montreal, donde aun vivo. Aquí di a luz a mi segunda hija. En los parques de los barrios donde he vivido, contiguos al centro de la ciudad hacia el oeste, me encontraba con mujeres atendiendo a otros niños. Esas mujeres, como las de Brickel Key, tampoco eran las madres de los niños que cuidaban. Éstas no habían dejado a sus hijos pequeños, como las otras, en las sala-cunas subsidiadas por el Estado, sino a varios kilómetros de distancia, con sus abuelas, en Filipinas.

Cuando iba a visitar a mi familia, ya se los conté al principio de este relato, iba a los parques y recorría los paseos peatonales de la bahía de Cartagena, con las mujeres que cuidaban a los niños de mis primas y de mis amigas. La mayoría de esas mujeres venía de barrios pobres o pueblos cercanos a la ciudad; a veces no tan cercanos. Si tenían hijos pequeños, también los habían dejado en sus casas, como las madres de los niños que cuidaban, pero bajo el cuidado de las abuelas o vecinas.

Con el tiempo me empecé a preguntar por qué sería que la mayoría de mujeres dedicadas al cuidado de los niños venía de situaciones precarias (algo sobre lo que me tomó dedicarme de tiempo a completo al cuidado de mis hijas para darme cuenta). Como países o barrios más pobres.

Por qué era más barato el trabajo de una mujer que cuidaba a un niño en una casa, que el de una que trabajaba por fuera, si no podía haber un trabajo más importante que el de cuidar la vida de un humano. Por qué este trabajo era un trabajo sin ningún prestigio y mal pagado. Por qué, si era fundamental para nuestra existencia.

La pandemia puso en evidencia en las pantallas de zoom de nuestros computadores, que alguien tiene que cuidar a nuestros niños mientras trabajamos. Que sin quienes se encargan de ello, ninguno de nosotros podría asistir a sus reuniones. Ese trabajo en las casas, invisible por miles de años, ha empezado a mostrarse. Necesitamos que sea valorado, y que quienes se dediquen a él puedan también criar a sus hijos y vivir dignamente.

¿Cómo podemos lograrlo?

*Muchachas es cómo llamamos en Cartagena a las mujeres que trabajan en las labores de cuidado de la casa y de los niños.

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