“La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo…”, artículo 5, Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
La derecha mundial, un monstruo grande que pisa fuerte, está confabulada contra el único sujeto político al que realmente teme: al pueblo, el constituyente primario en quien reside exclusiva y directamente la soberanía nacional. Es más, ha amenazado con castigarlo así como a su gobierno, por boca de uno de los procónsules imperiales, Marco Rubio, si se empeñan en llevar a cabo la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) este 30 de julio.
Por nada del mundo acepta que el gobierno venezolano haya convocado la Asamblea política democrática por excelencia, el escenario propio para dirimir pacíficamente los grandes problemas y conflictos de toda sociedad, donde Venezuela no es la excepción.
Lo que busca la ANC de Venezuela es: 1. Definir sobre la modernización de la economía del país, basando su sistema en un aumento de la productividad, a través de la integración y diversificación en sectores, buscando transformar el modelo económico basado en la renta petrolera; 2. Reforzar la participación e incidencia directa de nuevas instituciones como las Misiones y Grandes Misiones, así como las Comunas y los Consejos comunales, dándoles rango constitucional; 3. Reforzar la defensa de la soberanía nacional y la lucha contra el intervencionismo extranjero; 4. Dotar de herramientas jurídicas la rama de justicia en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico; 5. Ampliar los derechos de la juventud. Y, 6. Crear mecanismos constitucionales en la lucha contra el cambio climático. Es decir, profundizar la democracia, modernizar y ampliar la participación del pueblo ante los problemas que afrontan. [1]
Seguramente ninguna de estas propuestas encaja en los intereses económicos y políticos de una derecha mundial encabezada por el imperio norteamericano, comprometida a fondo en derrocar el gobierno legítimamente constituido y volver a gobernar Venezuela en cuerpo ajeno empotrando la vieja oligarquía derrotada por vía legal en 1998; oposición golpista que utiliza métodos fascistas y terroristas, asesina, encadena, amarra, desnuda, incinera y crea terror y miedo entre los ciudadanos porque cree que son chavistas, ultrajando su dignidad humana.
Que no solamente ofende la consciencia humana con sus actos fascistas, también destruye edificios públicos, hospitales, centros de acopio de alimentos, parque vehicular, hace trancazos para bloquear el tránsito, instala guayas contra motociclistas y peatones con el único propósito de acabar como sea con la “dictadura” y lograr la “libertad” en Venezuela.
La conspiración contra Venezuela y el cerco mediático para hundirla, no cesan. Por el contrario, al mejor de sus estilos acude a las mentiras y falacias para asfixiarla. Por ningún lado se ven las fotos e imágenes de guarimba y jóvenes armados de bazucas artesanales, de pistolas y fusiles de asalto, de las graves violaciones al derecho a la vida, la propiedad pública y privada, la libre circulación y la libertad de expresión, además de los crímenes y actos terroristas cometidos por los promotores y agentes de los paros y protestas.
No dice nada y calla la derecha mundial, así como su prominente vocero en la OEA, Luis Almagro, como tampoco la prensa aliada, que el día que se convocó el plebiscito fraudulento e ilegítimo hubo un llamado al pueblo venezolano para ensayar cómo se va a votar la ANC el próximo 30 de julio. Imágenes de colas y participación masiva y popular que no registra la oposición golpista y sus principales aliados; tampoco cuenta que los 7.676.894 millones que dice haber obtenido la “oposición” fue el resultado de multiplicar los más de 2 millones que votaron por tres, como tampoco se interesó en preguntar por qué quemaron las urnas o se deshicieron de “registros” y pruebas de votantes que no existieron.[2]
Al siguiente día lanza la alianza de la derecha mundial la llamada “hora cero”, advirtiendo al gobierno, las instituciones y el pueblo mayoritario que lo apoya, que lo que viene, sino se rinden a los pies de lo que el imperio, es una guerra civil.
Siguiendo el guión del recalcitrante anticomunista Rubio, quien en uno de sus trinos del pasado 11 de julio, afirmó: Reconciliation possible in #Venezuela if Maduro follows this path.[3] But expect severe U.S. sanctions if "constituent assembly" happens. Y en el siguiente, del mismo día señala el camino a seguir por Venezuela: 1.Release & grant amnesty to all political prisoners. 2. Cancel “constituent assembly”. 3. Schedule & hold intl supervised elections.[4]
Lo que en castellano significa que la reconciliación es posible en Venezuela, si Maduro sigue el siguiente camino 1. Liberar y garantizar amnistía a todos los prisioneros políticos; 2. Cancelar la ANC; 3. Ponerle fecha a las elecciones internas supervisadas (no dice por quién pero se puede deducir). Y que de no seguir el camino trazado, está claro por quién, y se da la ANC que esperen sanciones severas de Estados Unidos. ¿Más claro?
A la anterior amenaza directa y abierta del jefe de la operación golpista, la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD) anunció también los siguientes pasos: anunciar un gobierno paralelo de “unidad nacional”; y elegir nuevos magistrados para el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) por parte de la Asamblea Nacional en su mayoría de oposición, atribuyéndose funciones por fuera de su mandato y que no le competen.
El pueblo chavista que defiende su gobierno en pie, consciente del momento y lugar histórico que ocupa, de la necesidad de resolver el conflicto por las vías democráticas y participativas, es consciente de que enfrenta sus dos enemigos históricos, la burguesía destronada desde 1998 del poder, y el imperialismo norteamericano.
La clase media que se “levanta” asesinando e incendiando ciudadanos, en la más reciente expresión del fascismo social, racial y de odio, es apenas una convidada de piedra en esta disputa por el poder. De su “ímpetu” juvenil solo se sirve la oligarquía y el imperio norteamericano, reales interesados en deshacerse de uno de los pocos gobiernos y sistemas que le han torcido el pescuezo tanto a la clase que permaneció inamovible en el poder, como al modelo neoliberal que oxigena al sistema capitalista.
Sin ser propiamente un Estado socialista como falsa y malintencionadamente proclama la derecha mundial, es un pueblo que mayoritariamente busca soltarse de las amarraduras de la tiranía neoliberal y capitalista, con una amplia y democrática distribución de la riqueza, principalmente petrolera, y una participación directa del pueblo en los asuntos fundamentales de su vida y destino como nación, que es diferente y no le perdonan sus más enconados enemigos al chavismo.
Por eso no les sirve, sino que se les atraviesa como una desafiante muralla, la Asamblea Nacional Constituyente propuesta para refundar el Estado a través de un ejercicio democrático de auténtica soberanía, que reside directamente en el pueblo.
Como diría cualquier politólogo: “Ninguna dictadura convoca al pueblo para que tome en sus manos el poder constituyente originario. A la oposición se le cae la matriz de opinión de la supuesta dictadura que hay en Venezuela”.
Aquí en Colombia mucha gente sigue a pie juntillas el guión de la derecha golpista, incluso lo avalan supuestamente amparados en argumentos a todas luces falsos como eso de que allí hay una dictadura castrochavista.
Nada más ingenuo y falso y muestra del profundo desconocimiento de lo que viene sucediendo allí, durante el período medio que va desde 1998 hasta hoy, no exento de problemas internos y errores, y el período largo que va de las Cuatro repúblicas oligárquicas que han gobernado Venezuela desde la Independencia el 5 de julio de 1811.
Y de la extrema derecha colombiana que se recoge en casi todo el establecimiento y sus instituciones ni qué hablar. La sigue como a su gran prensa, una amplia capa de desinformados o incautos. Hace poco incluso una de las jóvenes promesas de ese discurso baladí de permanecer en el pasado de las hegemonías conservadoras y reaccionarias, el senador Iván Duque, encabezó una ofensiva diplomática e internacional para denunciar ante la Corte Penal Internacional, al presidente Nicolás Maduro. Más de cien senadores de Chile y Colombia denuncian a Maduro ante la Corte Penal Internacional, da la CNN la primicia mundial.[5]
No daría ni risa, porque no se trata de burlarse de la manipulación de la verdad de tan prominentes “padres” de la patria de Chile y Colombia, “lumbreras” de la democracia y el respeto a la vida y los derechos humanos, sino fuera porque inmediatamente un día después de la denuncia de los sobresalientes “próceres”, se dio a conocer una noticia que los debió dejar anonadados, o al menos sorprendidos: La Corte Penal Internacional pide que se juzgue a 29 altos cargos del ejército colombiano por delitos de lesa humanidad. Entre los acusados por la CPI está el actual Jefe de las Fuerzas Militares del Presidente Santos, el General Juan Pablo Gutiérrez.
Iván Duque y el Centro Democrático son conscientes que por más que intenten ocultar y salvar de responsabilidad a su jefe, el ex presidente Álvaro Uribe, de los abusos y fragantes violaciones de Derechos Humanos que se cometieron durante sus dos gobiernos (2002-2010), no lo lograrán. De esos abusos que ni Juan Manuel Santos se salva. A los únicos que deberían denunciar para que los juzgue la Corte Penal Internacional, al menos por los 5 mil falsos positivos, ciudadanos colombianos humildes que asesinó el ejército colombiano por sus órdenes. Ni que decir por los desaparecidos y asesinatos de líderes sociales y de izquierda.
Fuerzas de extrema derecha que son las que más temen al constituyente primario, sobre todo cuando este consciente y organizado los enfrenta en el terreno que menos les conviene: el de la participación y empoderamiento para decidir sobre sus problemas internos, y dirigir el destino de su patria.
Al parecer al imperialismo y la derecha mundial les conviene más el terreno de la guerra civil, no se sabe, aunque también juegan a ello. Se equivocan y engañan a incautos si creen que se van a encontrar con una “dictadura” como la que construyeron desde una bien dirigida matriz de opinión, en el medio oriente y algunos países árabes, como Iraq, Libia y hoy Siria para “restablecer” la democracia. En Venezuela resiste nuestra América.