El domingo 10 de abril, 23 millones de peruanos elegimos presidente, dos vicepresidentes, 130 congresistas y cinco representantes del Pacto Andino, de acuerdo a la nueva Ley de Organizaciones Políticas, -N 30414- expedida en pleno proceso electoral, lo que generó un sinfín de tachas urdidas por operadores mediáticos que solicitaron ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), la exclusión de Keiko Fujimori como candidata al próximo quinquenio presidencial, negada -Res. N.° 310-2016-JNE- promovida presuntamente por la pareja que el 28 de julio abandona la Casa de Pizarro, con el mayor descrédito en la historia moderna del Imperio Inka.
El imparable desplome (encuesta del 3 de abril de CPI) de la popularidad de Humala cayó del 18 al 14 % y su desaprobación creció del 79 a 83 %. La primera dama -que funge como jefa del partido de Gobierno- redujo su popularidad de 12 al 9 % y su desaprobación subió de 84 a 86 %. Es motivo de gran desconfianza que 3’026.660 electores -13.21 %- se habilitaran para voto electrónico, (el cual es obligatorio en Perú). Keiko --de Fuerza Popular--, lidera con 43.1 %, el segundo puesto lo pelean, Pedro Pablo Kuczynski --de Peruanos por el Kambio-- con 17.8 %, y la chavista, Verónika Mendoza --de Frente Amplio-- con 15.8 %. Barnechea, 9.6 %; Alan, 7.2 % y el impresentable Toledo, 1.3 %. Para el Congreso la lista que encabeza Kenji Fujimori (hermano) se vislumbra alcanzará el mayor número de escaños. Se prevé un apretado balotaje el 5 de junio.
A pesar de los ataques y guerra sucia de la extrema izquierda contra Keiko, crece su aceptación, muestra fehaciente de gratitud con Fujimori, que trajo al país paz y desarrollo, a despecho de los que intentan tapar la luz del sol con un dedo. Hipócritas que niegan que su condena tuvo una innegable motivación política. Mentirosos que se rasgaron las vestiduras, camuflándose como defensores de los derechos humanos, razón para no reconocer la triunfante lucha contra Sendero Luminoso. Juicio en el que se juzgó, no a un ladrón común, sino a un dirigente que por más de una década condujo al país con brillo y sin miedo.
Alan no recuerda que de las 5.246 conmutaciones de penas e indultos efectuadas, 3.207 beneficiaron a convictos por tráfico ilícito de drogas: “A mí nadie me ha llamado corrupto. Nadie me ha encontrado ni una casa en “Las Casuarinas” o fondos en otros países, (directo a la mandíbula de Toledo, caso “Ecoteva”) ni hallado US1.700 millones en las narco-agendas de Nadine, quien no sabe de dónde vinieron, ni cómo aparecieron. (Nocaut a Ollanta).
Amnésicos que aparentan no recordar los horrores vividos y que enfrentó con valor civil Fujimori. Vengativos sujetos como el octogenario Vargas Llosa, que desinforma a la opinión universal. Cuenta de cobro por la derrota histórica que el “Chino” -como los peruanos llaman al japonés- le infligió y que no olvida ni perdona. Herida que no cerrará jamás, ni ahora que anda sin libido -por mandato biológico- exhibiendo en las portadas geriátricas y revistas del corazón el platónico amor otoñal jurado a la marchita Elizabeth Presley. Qué novelón.
Para el frustrado “político” nunca existió el anárquico y desarticulado país que recibió Fujimori -en “default”- de manos del populista Alan, quien nacionalizó la banca, convirtió al país en paria internacional que debió coexistir con coches bombas, atentados -“Talara”-, asesinatos de civiles inocentes, secuestros, extorciones, voladuras de torres, escasez de alimentos, hiperinflación, etc.
País liberado y reencauzado por Fujimori para ser enjuiciado luego -no por pícaro- por un Tribunal (espurio) presidido por César San Martín, quien por asepsia moral debió inhibirse al haber sido cesado del Poder Judicial por Fujimori, y los vocales Hugo Príncipe y Víctor Prado, militante confeso de la extrema izquierda que aniquiló el exmandatario, lo que opacó y vició el juicio que se apartó además del documento de extradición que solo autorizó enjuiciar a Fujimori por “homicidio calificado” -“Barrios Altos” y “La Cantuta”-. Contrario, se procesó y condenó por “homicidio por omisión”, no previsto, apartándose de la jurisprudencia de la propia Corte Suprema, referida a la “autoría mediata”, en proceso -“Accomarca”- en que determinó: “Un jefe de Estado no puede ser garante del cumplimiento de las políticas de su gobierno, menos de las acciones militares indebidas”. Tesis invocada por la Corte Penal Internacional al absolver al expresidente serbio, Milan Milutinović.
“Homicidio por omisión” desestimado por el Tribunal chileno. La Fiscalía peruana nunca acusó formalmente a Fujimori de dicho cargo, ni de crear el grupo Colina, ni ordenar cometer los presuntos homicidios, ni ser autor de la guerra sucia. Lo acusó de inspirador “inmediato” más no “mediato”, sin que aflorara el “homicidio por omisión”. En una sociedad democrática a nadie se condena sin pruebas ni indicios coherentes entre sí. Cabe preguntar: ¿Cómo pudo Fujimori ordenar las desapariciones y al mismo tiempo introducir -julio/1992- en la legislación como delito permanente la desaparición forzada de personas? A falta de razones jurídicas, se concurrió a la sinrazón política, aupados por ONGS que costearon a los retóricos peritos que con aureola de haber intervenido en los genocidios y etnocidios en países africanos y Junta Militar argentina, llegaron al juicio.
En rigor con la historia ¿Era válido nivelar al expresidente con el confeso genocida Abimael Guzmán como lo hizo el Fiscal? La historia lo dirá. Veredicto que en última instancia prevalecerá. Chou En Lai al referirse a los efectos de la Revolución Francesa expresó: “Es demasiado pronto para pronunciarse”.