Entre los pocos datos históricos que tenemos los colombianos sobre los hombre y mujeres negras que habitan nuestro territorio está la canción del Joe Arroyo, esa que cuando suena en una feria o fiesta todo el mundo se lanza a bailarla: "Quiero contarle mi hermano un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra, caballero...". Entonces todos nos sentimos orgullosos de esa rebelión. Pero ya en la práctica el desconocimiento de los más de 300 años de esclavitud sufrida por los africanos y sus descendientes en el territorio colombiano es alarmante. A quienes hemos tenido la oportunidad de viajar hacia esas zonas del país, seguro nos “chocó” un poco ver la desigualdad social que allí reina. La excusa de los políticos del interior del país es la de siempre, la de echarle la culpa exclusivamente al hombre y la mujer negra de su desgracia. Esa forma de ver las cosas muestra el racismo solapado que todos llevamos dentro.
Tal vez esta sea la ocasión para que todos como país, empecemos con la tarea de hacernos un juicio más certero sobre lo que ha sido nuestra historia, y en especial de los modos y manera como los políticos de ahora (nietos de los presidentes de hace 40 o 60 años) continúan queriendo manejar el país.
Los medios de comunicación de siempre tratan de mostrar la situación del Pacífico como un problema circunstancial de una zona que pareciera no ser Colombia, de hecho, por ser una región tan extensa ya se debería decir que la crisis es nacional. La información aquí es toda una contradicción, porque por ejemplo cuando llueve en Bogotá las noticias dicen que llueve en toda Colombia; pero cuando en el Chocó, Buenaventura o Tumaco llueve la pobreza, esa si nos sabe ajena y lejana.
En estos días ocurrió en Buenaventura: un policía le pidió un poco de agua a una señora, y ella le dijo, “hermano, no ve... por eso es que marchamos aquí, porque no tenemos agua, agua, es eso lo que pedimos, y no entendemos porqué entonces nos arrojan gas lacrimógeno sobre nuestras casas...”. Con todo, se puede decir, que hasta las mismas fuerzas represoras enviadas por el Estado colombiano están sufriendo de la escasez del agua. Son pobres que van a golpear otros pobres, a quienes terminan creyendo inferiores nada más por el color de su piel.. cualquier parecido con la época de la esclavitud, es pura coincidencia.
Y ya para terminar, es todo un eufemismo que el gobierno pida una “protesta pacífica”, pues parece que no se ha dado cuenta que esta es en realidad la protesta más pacífica de todas LA PROTESTAS DE LA REGIÓN PACÍFICA.
