Igual sucedió en Alemania en los años treinta, cuando un partido minoritario quería tomarse el poder. Sin embargo, acá cabe resaltar que existe una gran diferencia, y es que en Colombia el partido que lo está intentando replicar viene ejerciendo el poder desde hace más de veinte años.
Aun así se está fraguando una conspiración en contra de la constitución, de la institucionalidad y de nuestra tenue democracia. Lo viene haciendo a través de actos violentos y vandálicos para que se deroguen sus normas, buscando incendiar física y socialmente al país, y tratando de evitar un cambio de gobierno y de tendencias políticas.
Aunque falta relativamente bastante tiempo para las próximas elecciones, desde ya se están realizando actos que conlleven a la declaratoria de conmoción interior, lanzando paralelamente teorías de conspiración que confundan y dividan mucho más a la ya dividida sociedad.
En la Alemania de entonces ocurrieron dos sucesos desgraciados que dieron lugar a que los demás partidos políticos cerraran filas alrededor de los perpetradores de los mismos, sin poder intuir que los estaban conduciendo hacia un infierno social e intelectual, permitiendo, por tanto, el asalto del poder político a quienes después destrozarían al país.
Uno de esos actos fue el incendio del parlamento alemán, lo que suscitó el crecimiento desmedido de un movimiento político que estaba basado en la violencia y la mentira. El otro acto fue conocido como la noche de los cristales rotos, el cual dio luego lugar a que se aceptara la captura ilegal, el enjuiciamiento perverso y la creación de los campos de concentración como herramientas para eliminar adversarios.
¿Será que estamos en Colombia a puertas de cometer los mismos errores? ¿Seremos tan indolentes, ignorantes y giles para no poder reconocer en estas actividades razones de peso para considerar que se está repitiendo esa misma historia, por medio de un partido que viene copiando al pie de la letra esos actos, buscando obtener iguales resultados?
"Quienes no conocen la historia están condenados a repetirla" es la famosa frase que se pone de moda cada vez que alguien, o una sociedad entera, permite replicar horrores históricos a través de errores garrafales, como está sucediendo en estos momentos en Colombia.