El momento político que atraviesa Colombia es, sin lugar a dudas, uno de los más importantes en su historia contemporánea. Dicha coyuntura no está relacionada precisamente a temas de diario debate como el proceso de paz, la desaceleración de la economía o los continuos casos de corrupción que enfrenta el país; la incertidumbre actual es mucho mayor cuando la república corre el riesgo de perder su más importante baluarte construido con brío y pundonor: la democracia. Colombia ha sido un país de grandes retos y sufrimientos, donde a pesar de continuas situaciones que amenazaban con acabar la institucionalidad y orden jurídico del país jamás pudieron derrotar el sentido cívico de una sociedad absolutamente democrática y patriota. A casi una semana de la segunda vuelta presidencial las preocupaciones del pueblo colombiano resurgen con absoluta legitimidad de las cenizas, al observar que un candidato que infunde toda clase de odios, venganzas y rencores intenta hacerse a la presidencia de la república con un objetivo claro y conciso: destruir la democracia, las instituciones y la sociedad misma siguiendo los pasos de sus homólogos ideológicos.
Gustavo Petro representa a cabalidad los ideales de un sistema político fracasado en todos sus aspectos, incapaz de cumplir lo que en teoría promete puesto que carece de argumentos y bases sólidas para consolidar un proyecto político estable. Bastaría remontarse a los textos de Karl Marx para poner en evidencia las superlativas contradicciones del comunismo, siendo la mayor de ellas la imperiosa y absoluta necesidad de la burguesía para dar paso al proletariado; es decir, que necesitan de los grandes capitales aunque renieguen y despotriquen de ellos sin cesar. Aunque pensándolo bien existen tres aspectos en donde hay que quitarse el sombrero ante el comunismo, como no hacerlo si son extremadamente buenos para generar hambre, pobreza y desidia aunado a dictaduras que se extienden por décadas como en Cuba, la antigua Unión Soviética o Venezuela; vaya manera de gobernar.
A pesar de todo lo anterior Petro manifiesta ser un demócrata, un supuesto liberal de corazón aunque esta palabra solo esté presente en su vocabulario desde hace una semana. ¿Tendrá esta añadidura literaria algo que ver con el apoyo recibido por las juventudes del partido liberal? Curioso, pues el candidato decía que no recibía apoyos de estructuras corruptas que alguna vez denunció en debates del congreso. No se asombren, es una de las tantas maniobras que utiliza el comunismo para ganar espacios que con acciones políticas son incapaces de obtener. Como estos personajes parten de un mismo libreto no les tome por sorpresa la similitud con las acciones que emprendiera Salvador Allende en Chile a mitad del siglo XX, cuando hablaba de un estado social con “vino tinto y empanadas” en búsqueda de reunir el apoyo de grandes capitalistas que dieran origen al proletariado sin saber que serían traicionados. ¿Muy parecido a la teoría de Marx, no? Los comunistas actúan por igual a pesar del tiempo.
Tampoco se sientan sorprendidos cuando en distintos medios de comunicación han escuchado a Petro manifestar textualmente frases como “El proyecto bolivariano dirigido por Hugo Chávez en Venezuela es el primer proyecto democrático en América Latina”, o también aquel inolvidable trino en twitter de fecha 5 de marzo de 2013 donde afirmó que “Viviste en los tiempos de Chávez y pensaste que era un payaso, viviste en los tiempos de un gran líder latinoamericano”. Para Petro un gran líder latinoamericano es aquel que encarceló a más de 500 dirigentes políticos, que expropió empresas y propiedades a discreción, que censuró y cerró medios de comunicación y por si fuera poco traicionó sus principios como militar de las fuerzas armadas pisoteando la constitución al liderar un golpe de estado donde murieron más de 30 personas.
Aunque la comparación moleste a sus seguidores es claro observar que Petro es el reflejo de Chávez; pues el primero hizo parte de un grupo terrorista como el M-19 que mató, secuestró, robó y violento la institucionalidad del país en la toma del palacio de justicia, pasando por una inepta gestión como alcalde mayor de Bogotá donde prometió e incumplió como muy bien lo saben hacer los comunistas, y cerrando con las continuas amenazas de expropiación que realiza en cada oportunidad posible para replicar lo sucedido en Venezuela. El éxodo actual de los venezolanos solo es comparable a la innumerable huida de cubanos de la isla luego del establecimiento de Fidel Castro en el poder; no es casualidad que ambos escenarios se hayan producido bajo el mando de dirigentes comunistas que acabaron prósperos territorios y obligaron a sus habitantes a huir para no morir de hambre. No les extrañe que lo mismo suceda en un eventual mandato de Petro, es así cómo actúa el comunismo.
No se sientan aludidos seguidores de Petro ni traten de ocultar las nefastas acciones de su líder haciendo ver que la situación de Venezuela y el supuesto fantasma del castrochavismo son los culpables de esta supuesta guerra mediática. Mejor sigamos recabando en la historia comunista y traigamos a colación hechos como la Toma de la casa de José María Castillo Quant, perpetrada por el hoy presidente de Nicaragua Daniel Ortega, quien al igual que sus colegas de violencia Petro y Chávez utilizó las armas en 1974 para someter e intimidar de manera ilegítima y forzosa al gobierno nicaragüense. Son tantas las ansias de poder de este grupo ideológico que al señor Ortega no le bastó con ser presidente entre 1985 y 1990, sino que volvió al escenario político y actualmente acumula 15 años como presidente sumando sus tres períodos. Aunque es cierto, está muy lejos de alcanzar las cifras impuestas por los padres del comunismo; como los 32 años de Fidel Castro al frente del gobierno Cubano o los 20 años de Pál Losonczi comandando el comunismo húngaro solo por citar algunos casos.
Esto es solo una pequeña muestra cronológica del modus operandi de un grupo de dictadores, violentos y golpistas que se disfrazan de demócratas y humanos para esconder el lado oscuro de sus acciones. A pesar de que intenten continuamente limpiar sus caras nuestra memoria política no puede permitir que ocurra, puesto que es solo cuestión de tiempo darse cuenta de las verdaderas intenciones del señor Gustavo Petro. “Pan para hoy, hambre para mañana” es la frase que mejor describe a este grupo de personajes comunistas que desde el siglo XVIII han asediado el poder como un elemento fundamental para imponer su lamentable y fracasada ideología.
Espero que este sea un claro relato para disipar dudas sobre el actuar de esta plaga ideológica, que intenta llevar a una Colombia demócrata, pujante y prospera al más oscuro abismo.