A la final, no pasó nada, todos recibieron sus premios y se marcharon tranquilos a casa, tras un breve momento de remordimiento por el racismo de este mundo que se vive a diario y sin distinción de clase social.
Tras las fuertes acusaciones de racismo en los premios Oscar a mediados de enero, y tras la publicación de la lista de nominados, donde se evidenció que, por segundo año consecutivo, ningún afroamericano había sido incluido en la lista de nominados, se generó el rechazo por parte de diferentes personajes tales como Jada Pinkett, quien expresó a través de sus redes sociales el desagrado por la discriminación y la falta de oportunidades para las personas de color. Así mismo, la reacción de la academia de artes y ciencias cinematográficas representadas en la ceremonia de entrega por Chris Rock, quien asumió el rol de presentador, pronunció un discurso confuso en la apertura de los más importantes premios del cine, que no solo se burló de la cultura y raza negra, sino que también desacredita todos aquellos líderes que dedicaron y sacrificaron su vida a generar conciencia sobre la discriminación racial.
Por consiguiente, el discurso de Rock, enmarcado en el tono de la burla, el espectáculo y el sarcasmo, no solo está fuera de contexto, sino que además, genera una re-victimización con un toque de humor hacia lo que representa la población negra. Del mismo modo, la reacción de la academia de artes y ciencias cinematográficas frente a las acusaciones de racismo, no fue el correcto, puesto que hicieron toda una caricaturización frente al tema, en la ceremonia de entrega, donde las personas de color solo participaron en la entrega de premios y la bochornosa representación de niños negros acudiendo a la caridad de los asistentes en su mayoría “blancos”, vendiendo galletitas y quedando ante el mundo, como unos pobres seres humanos carentes de afecto y susceptibles a los enternecedores sentimientos de la caridad.
Ahora bien, recordemos que Chris Rock es una persona de color y un “reconocido” comediante de Hollywood, bueno reconocido es un tema de debate porque al repasar sus películas brilla más por sus chistes fáciles y por ser el personaje graciosito e incómodo que cansa después de una hora de reunión. Su discurso, tal vez no tuvo otra posición, que dejar claro su tibia posición respecto a las acusaciones racistas. Es evidente la falta de información y el anacronismo de este personaje en su discurso, como se observa en las siguientes palabras pronunciadas el pasado 28 de febrero en la ceremonia de apertura
¿Por qué protestamos? ¿Y por qué ahora? También en los 30, los 40, los 50 pasaba esto y los negros no protestaban, ¿por qué? Porque teníamos cosas más importantes que hacer. Cosas realmente serias. Nos linchaban, nos explotaban. Qué más nos daba quién fuera el mejor director de fotografía. Cuando te cuelgan de un árbol qué más te da quién gana el mejor corto. (Rock, 2016)
La comparación es inaceptable, puesto que en los años 30, 40 y 50, las estructuras sociales, económicas y hasta culturales eran totalmente distintas a las que se prestan hoy en día, de igual modo, hace 86 años, el reconocimiento social no era de gran importancia, puesto que diferentes acontecimientos eran más relevantes que un premio al entretenimiento. Seguro Will Smith hubiera podido trabajar en un discurso más profundo y elaborado, pero insistimos, Chris Rock da lo que su pobre desempeño como comediante le permite dar.
Por eso, querido Chris, es preciso aclárate que hace unos años los negros lucharon por preocuparse alguna vez en pensar en el cine. No podrían, según tu criterio pasar toda la vida pensando en cómo vivir a las imposiciones y arbitrariedades de sus dominadores.
