Las mentiras del alcalde son más que conocidas. Primero, en plena campaña, prometió regalarle a los cucuteños de más bajos recursos veinte mil casas. Si el beneficiario llegaba con su formulario de inscripción al Fondo Nacional del Ahorro al otro día de las elecciones, recibiría inmediatamente su casita. Era una idea innovadora, traída de España, que revolucionaría la construcción no solo en Cúcuta sino en el país. La única casa que construyeron fue una prefabricada que pusieron a la vuelta del Banco de la República. Los votantes se estacionaban al frente de ella, suspirando mientras se imaginaban la nueva vida que tendrían por solo votar por Donamaris Ramírez París.
Se recibieron 75.000 formularios y entre la comunidad empezó a haber una preocupación: ¿Cómo se haría ese reparto si habían 55.000 beneficiados de más? Donamaris dijo que no había ningún problema, que eso de construir casas era mamey, sobre todo con el método español que traían y que podrían conseguir el récord Guinnes de hacer 55 casas por día en los cuatro años que mandaría. La gente respiró tranquila.
El 2 de enero del 2012, una fila de 14.000 personas estaba frente al Fondo Nacional del Ahorro con sus formularios en la mano. Donamaris, acosado por sus votantes, optó por una solución salomónica: no construiría una sola casa.
Al cucuteño promedio se le fue olvidando la absurda promesa y siguieron con sus vidas tristes, viendo cómo el bolívar llegaba a cifras ridículas y cómo la administración pública se llenaba de funcionarios, puestos por conveniencias políticas, como es el caso de Óscar Gerardino, actual secretario de Gobierno.
Ayudado por los poco críticos periodistas de la región, la promesa de las casas se fue olvidando y empezó a metérsele el chip a la gente de que Donamaris estaba haciendo grandes cosas por la ciudad. Si no fuera por el trabajo honesto e incorruptible de Jhon Jácome, Renson Said y Gabriel Angarita, prácticamente no existirían cuestionamientos sobre el alcalde.
Con la prensa de su lado, Donamaris hizo creerle a los cucuteños que el plan de vivienda liderado por Germán Vargas Lleras era de él. Entonces empezaron a surgir, como hongos después de la lluvia, vallas por todas partes de la ciudad. Incluso en lugares tan despoblados como el anillo vial occidental, aparecía el horrendo diseño de la valla, seguramente pagada con tres pesos a cualquier estudiante de universidad. En ella, el alcalde, empujado por su megalomanía, aparece con su calva reluciente diciendo que su administración ha entregado 4.300 casas gratis, 13.300 titulaciones, 4.200 apartamentos y 4.350 mejoramientos (¿?).
John Jairo Jácome, editor del diario La Opinión, cuestionó la actitud de la alcaldía, teniendo en cuenta que en noviembre del año pasado, esta administración empezó una cruzada contra las vallas que ellos consideraban puestas de una manera ilegal. Lo curioso es que las treinta vallas que ahora contaminan visualmente la ciudad, fueron puestas en el mismo lugar de donde sacaron las otras. En su cuenta de twitter el alcalde le respondió a Jácome con una de sus habituales mentiras: “Las vallas que aparecen hoy en los medios se han pagado por un grupo de personas que consideran que hay que hablar bien de Cúcuta” Donamaris debe creer que una mentira repetida mil veces puede llegar a ser una verdad. Además, ¿hablar bien de esta administración significa hablar bien de la ciudad? Y, seamos serios, ¿quién que en su sano juicio puede hablar bien de la actual administración?
Pero lo que me molesta más de Donamaris es su doble moral. Cuando se enfrentó con Renson Said, en donde este invitaba, no sin razón, a los cucuteños a que lo amarraramos en un palo para darle fuetazos en esas nalgas, Ramírez, en su precaria réplica, hizo alusión a que el columnista era un borrachín impenitente. Alcalde, mano, seamos serios, pues sobre usted sí que se tejen historias, chismes que bien podrían ser infundados, pero si uno tiene rabo de paja no debería acercarse tanto a la candela. Alcalde, por favor, no empiece sus reuniones comunales haciendo referencia de entrada a los “maricas” y a los “marihuaneros” cuando no viene al caso. Además, ¿qué tiene de malo ser homosexual y fumarse unos porros? En países civilizados como Uruguay la marihuana ya está legalizada y en Colombia, afortunadamente, ya somos conscientes de sus múltiples virtudes. Además, Dona, si ser gay no es ningún defecto, ¿por qué le quitaste el derecho a la comunidad LGBTI de celebrar el Día del Orgullo Gay por las calles de la ciudad y los encerraste en el teatro Zulima? Fresco Donamaris, que no creemos todos esos rumores que siempre te han acompañado, tranquilo que no tienes que demostrar absolutamente nada.
Qué decepción este alcalde. Cuando se lanzó yo de verdad creí que era una buena opción. Lo conocí cuando estuvo al frente del Kanal y me pareció un tipo inteligente, honesto, pero no sé qué le pasó, no fue sino volverse alcalde para convertirse en un déspota. El poder le sacó el monstruo que lo habitaba por dentro. Sé de buena fuente su desprecio absoluto hacia las víctimas. Sé que es tanto el odio que siente hacia esos "Miserables pordioseros" como los llama, que organiza las reuniones justo cuando él no está en Cúcuta para no tener que verlos. Por eso es que no ha hecho otra cosa que nombrar gente inepta para el cargo de Secretario de Víctimas. Lo peor es que el alcalde, a cada reunión que va, dice ser una víctima más por haber perdido a su padre en trágicos y confusos hechos.
Qué pesar de mi Cúcuta, con Donamaris se han perdido otros cuatro años.
