La primera rajada es la consulta misma, que no pasó, y con ella se rajan los abstencionistas, especialmente los que se abstienen si no les pagan o les prometen. En eso, me da mucha pena decirlo, pero la costa salió muy mal parada. La política de clientes y patrones que gobierna la región, esa que pone y quita presidentes, le ha hecho muchísimo daño al país. Solo una estrategia nacida de un pacto político serio, que destruya ese vínculo que se ha mantenido por generaciones y que ha sobrevivido los embates de la justicia, podrá darle la vuelta a esa dictadura del clientelismo.
Ganaron, no hay duda, Claudia López y Angélica Lozano, como rostros reconocidos de la iniciativa. Tal y como lo sugería luego de la rápida maniobra de Claudia López al divorciarse de Fajardo y sumarse a la campaña de Petro, la excongresista está cimentando su independencia política y sus aspiraciones cercanas y de largo plazo, por un lado a la Alcaldía de Bogotá, y por el otro, a la Presidencia. Logró reunir fuerzas muy diversas, mantener unos temas sin antagonizar demasiado, y asestarles un golpe fatal a las maquinarias, al demostrarles que hoy tenemos un país en el que se puede aspirar a hacer política limpia y superar todas las expectativas. Los más de 11 millones de votos que logró movilizar Claudia López sin dinero, contra el partido de gobierno, contra la propaganda negra y en tan poco tiempo, dan cuenta del enorme capital político propio que ha acumulado.
Según el preconteo de las votaciones (99,97 % de mesas escrutadas), 11 671 000 personas votaron en esta consulta, lo que constituye un récord histórico. Hicieron falta unos 469 342 votos para alcanzar el umbral. Los resultados son alentadores, sobre todo porque dan cuenta de la fuerza que ha alcanzado el voto de opinión en todos los estratos.
El resultado de ayer es especialmente impresionante
si tenemos en cuenta que los promotores
no contaban con ninguna maquinaria para impulsar la campaña
El resultado de ayer es especialmente impresionante si tenemos en cuenta que los promotores no contaban con ninguna maquinaria para impulsar la campaña. En su lugar, movilizaron una impresionante red conformada por alrededor de 45 000 voluntarios que cubrieron casi todo el territorio nacional. El resultado es muy positivo cuando se compara, por ejemplo, con otras consultas populares que nunca prosperaron, a pesar de tener el apoyo masivo del gobierno, como fue el caso del referendo iniciado por el entonces presidente Álvaro Uribe en el año 2003 para reformar la justicia mediante la modificación de algunos artículos de la Constitución Política de 1991, que tampoco logró superar el umbral.
Los promotores de la consulta también consiguieron superar los esfuerzos abiertos de la dirección del Senado para obstaculizar y retrasar la votación de la iniciativa. A punta de redes sociales, denunciando en tiempo real lo que estaba pasando, dirigieron toda la presión de la opinión pública hacia los 84 senadores presentes a la hora de la votación. Fue tal la indignación, que ninguno se atrevió a votar en contra, ni siquiera el partido del senador Uribe, quien protagonizó la única campaña abiertamente en contra de la consulta. En este sentido, la consulta es una prueba de que la oposición ha mantenido ciertos niveles de organización y sigue pisando fuerte después de las elecciones presidenciales.
Sin embargo, los hechos son que la consulta se rajó. No cumplió con la meta ni superó el umbral establecido por la Registraduría. Para la imagen internacional de Colombia, este resultado es otro golpe duro. Somos el país que le dijo NO a la paz, y que no fue capaz de decirle NO a la corrupción.