En fin, como suele ocurrir en todas las batallas electorales tiene que haber vencedores y vencidos, por mucho que todas las fuerzas políticas se empeñen en minimizar sus pérdidas y maximizar sus supuestos avances. Ya se sabe, la derrota es huérfana y la victoria tiene numerosos padres. Es una tónica política muy española el tratar de presentar todos los resultados electorales, proceso tras proceso, como un avance y una victoria si se compara con las elecciones que mejor nos vienen al caso.
Nada que ver con lo que suele ocurrir en el Reino Unido, por poner solo un ejemplo, donde los líderes políticos suelen asumir los malos resultados cuando llegan y presentan su dimisión -generalmente en la misma noche electoral- si los datos que arrojan las urnas no cumplen con las expectativas deseadas y se consideran, en términos objetivos, un retroceso, un simple estancamiento o una clara derrota.
Derrota del independentismo clara y rotunda en las urnas
Pero nada de eso ocurrió en Barcelona la otra noche, la de las grandes decepciones para algunos, aunque las ocultaron de una forma bastante bochornosa y poca deportiva, y holgados avances para otros. Para los independentistas de Juntos por el Sí y la Candidatura de Unidad Popular (CUP), que habían planteado los comicios en clave soberanista, los resultados han sido un chasco total, ya que pese a haber ganado en escaños en el nuevo parlamento catalán (72 de los 135 en juego) no ha ocurrido igual en el número de votos emitidos a su favor (47% frente a un 53% de los no independentistas).
Además, votó medio millón más de catalanes y los independentistas solo consiguieron subir unos 12.000 votos, pero es que en política dos y dos no siempre son cuatro. La coalición entre los extremistas de izquierda de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y los derechistas de CDC no cuajó y no fue capaz de aumentar su caudal de votos en términos cuantitativos, procediéndose la consiguiente derrota no reconocida. Ganaron, pero no lograron la mayoría social a la que aspiraban y que les hubiera legitimado, en términos democráticos, para haber liderado el proceso secesionista. ¿Se aventurarán a continuar sin tener la mayoría social a su favor?
No hay más que decir, la conclusión es clara y tajante: hay una mayoría clara de catalanes, casi igual que los que hubo en Escocia en la consulta de la independencia celebrada este año (55% del "no" frente a 45% a favor), en contra del proceso oportunista, disparatado y anacrónico que dirigían esos tres mosqueteteros que son el tardocomunista y chaquetero Raúl Romeva, el nacionalista de opereta Oriol Junqueras y el gran maestro de la farsa y la trampa que es el desacreditado Artur Mas, seguramente el peor presidente de la historia de la Cataluña moderna.
Más que un escenario político catalán me atrevería decir que lo que hemos vivido en estos meses tiene más que ver con el camarote de los hermanos Marx que con lo que es el desarrollo normal en una país civilizado, moderno y democrático. Qué tropa, qué personajes de tan poca talla tuvieron la máxima responsabilidad en Cataluña y no supieron estar a la altura de las circunstancias. Dice Junqueras, incluso en estas horas de la derrota, como un Hitler delirante en su búnker en las jornadas finales, que hay que seguir adelante hasta la victoria. ¿Hasta el abismo final?
Clara victoria de ciudadanos, que se multiplica por tres, leve castigo a los socialistas y debacle popular
Pero sí se puede decir que hay un claro ganador. Se trata de la nueva "estrella" del parlamento catalán, Ciudadanos, la formación que apenas tiene unos años y que fundara Albert Rivera bajo las premisas de combatir el nacionalismo y rechazar, bajo cualquier ropaje, la idea de independencia y secesión. Así las cosas, y con un mensaje claro y nítido, sin mácula de dudas, no como ocurría con los populares, Ciudadanos ha pasado de 9 diputados a 25, consiguiendo convertirse en la segunda fuerza política de Cataluña y con grandes posibilidades de obtener excelentes resultados para las próximas elecciones generales previstas en España para finales de año.
Mención aparte merecen los socialistas, que han mantenido el tipo en cierta medida, a pesar que el voto a la izquierda estaba más disputado que nunca, y que solo han perdido mil votos en términos absolutos. Sin embargo, a mayor participación, como suele suceder, menos diputados y, finalmente, consiguieron 16 frente a los 20 que tenían en la anterior legislatura, perdiendo cuatro y quedando como tercera fuerza del parlamento. No es un buen resultado, obviamente, pero no es el naufragio que le pronosticaban algunos y quedan situados en una buena posición de cara a las próximas elecciones generales si tenemos en cuenta que la gente en España vota de una forma distinta en una consulta de carácter regional o local que en una nacional. Las generales suelen beneficiar,habitualmente, a los socialistas.
Y los grandes derrotados, palabrería barroca y retórica de sus líderes por medio, han sido los populares. El Partido Popular (PP), liderado por un Mariano Rajoy que siempre elude sus responsabilidades políticas y echa balones fuera, ha obtenido unos pésimos resultados, habiendo perdido más de 100.000 votos y pasando de 19 diputados en el parlamento a 11. Aun hay más: ha pasado de ser la cuarta fuerza política a la quinta en el legislativo, aunque ya le está pisando los talones la CUP y apenas les separan 10.000 votos a ambas formaciones. Ya no hablamos de encuestas, sino de realidades, y el PP se encamina a un duro castigo por parte de un electorado cansado de sus corruptelas, medias verdades, mentiras, desprecios y supina arrogancia.
De la misma forma que hay un claro derrotado en la derecha, también hay otro en la izquierda: se trata de Podemos. Aliados con los antiguos comunistas de Iniciativa por Cataluña y los Verdes (ICV), Podemos no ha conseguido sumar votos a esta coalición e incluso le ha llevado a pasar a la misma de los 13 escaños que tenía en el anterior parlamento a 11, demostrado que la formación que lideraba Pablo Iglesias ha tocado fondo y que incluso puede comenzar a vivir sus horas más aciagas en las próximas elecciones generales.
Mención aparte en este análisis merece lo ocurrido con los independentistas de CUP, que son junto, con ciudadanos, los grandes vencedores de jornada. Multiplican por tres sus votos, eclipsando a Podemos y a sus aliados tardocomunistas, y pasan de tres diputados en el legislativo catalán a diez, un gran éxito sin paliativos y que revela que será una fuerza determinante en el sistema político catalán de cara a próximas citas electorales. Atentos.
@ricardoangoso