La VII Cumbre de las Américas considerado como un acontecimiento histórico, lo marca el hecho de que por primera vez y luego de un poco más de 20 años, se logra reunir en un solo escenario a los 35 representantes de los pueblos de nuestra América. La inclusión de la República de Cuba, ausente de este conclave, desde que se inició en 1994 en la ciudad de Miami, Estados Unidos de América, es considerada como un hecho trascendente y del cual se hablará durante mucho tiempo.
Es también la primera ocasión en la historia de estos eventos trienales, que un presidente de los Estados Unidos, recibe fuertes reclamos y una lluvia de respetuosas críticas y denuncias sobre las nuevas y viejas acciones de dominación, intervenciones y golpes de estado militares, e injustas políticas, ejecutadas desde Washington contra gobiernos y pueblos al sur de rio Bravo.
La Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, tuvo como temas centrales la histórica participación de Cuba y la denuncia de Venezuela y de la gran mayoría de los países participantes, por la seria amenaza determinada por el presidente Barack Obama al gobierno bolivariano de Venezuela, al decretar una orden ejecutiva que considera a Venezuela como una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos de América.
Especiales menciones de esas brutales e injustas políticas han sido las ejecutadas contra el pueblo cubano, con la imposición de un inhumano bloqueo económico por más de 50 años; la ocupación ilegal de una parte de su territorio en la provincia de Guantánamo, y la incomprensible inclusión de Cuba en una lista de países que patrocina el terrorismo, estas y otras acciones que aún desarrolla Estados Unidos contra la isla caribeña, fueron condenadas por las casi unánimes intervenciones de los jefes de Estados participantes, los que a su vez también manifestaron su satisfacción y alegría al conocer que Estados Unidos y Cuba han iniciado un diálogo con el objetivo de establecer relaciones diplomáticas y dejar atrás un viejo resabio de la “guerra fría” .
La orden ejecutiva aprobada por el presidente Barack Obama acusando a Venezuela de ser una amenaza extraordinaria y especial para la seguridad nacional de los Estados Unidos, fue calificada de ridícula, incomprensible, incoherente e inverosímil de forma unánime por los representantes de los estados caribeños y latinoamericano. Una peligrosa orden, que respaldaría al gobernante estadounidense para despachar tropas e intervenir militarmente en ese territorio bolivariano, como lo hizo en diciembre de 1989 el presidente George Bush al intervenir militarmente en Panamá, amparado en una orden similar.
En su discurso al pleno de la Cumbre el presidente Barack Obama, admitió, que la política estadounidense hacia Cuba había fracasado, reiterando lo que ya había dicho el pasado 17 de diciembre, cuando anunció que desde hacia cerca de un año, en territorio canadiense y con el apoyo y beneplácito de ese Gobierno y de las gestiones del Papa Francisco, Cuba y Estados Unidos estaban dialogando y buscando un acercamiento que los lleve al establecimiento de relaciones diplomáticas y superar las diferencias que los mantuvo como enemigos irreconciliable por espacio de más de 56 años.
Una política que en el tiempo fue más negativa para los Estados Unidos que para Cuba, como lo han venido señalando importantes medios de prensa como The New York Times, que admite que “el aislamiento de Washington contra la Isla, es una fuente perenne de hostilidad hacia América Latina, uniendo a los países de la región, independientemente de su ideología”
Sin embargo, la incoherencia que se aprecia en esta política de Obama hacia Cuba, de solucionar ese viejo diferendo y celebrar una Cumbre de las Américas con un espíritu de paz y cooperación, como todos pensaban, queda cuestionado, pues al día siguiente del anuncio de esa buena noticia en el acercamiento a Cuba, el Jefe de la Casa Blanca, da a conocer la orden ejecutiva en contra del Gobierno y pueblo venezolano, acusándolos de ser una amenaza para la seguridad nacional estadounidense. Está decisión de Obama empaña el éxito de la Cumbre y se tienen un manto de desconfianza, preocupación y dudas sobre las verdaderas intenciones de la administración norteamericana.
Muchos analistas plantearon que Estados Unidos regresaba a la política de la zanahoria y el garrote. O sea zanahoria para Cuba y garrote para Venezuela, con el nada sano fin, de provocar la división de nuestros países, pero si eso eran sus aviesos fines, estos fracasaron, nunca antes, hubo una mayor unidad de nuestros gobernante en sus reclamos por el tema venezolano al inquilino de la Casa Blanca.
La presidenta argentina Cristina Fernández fue muy enfática al condenar dicha orden ejecutiva y narró que no podía creer semejante noticia, inicialmente, dijo, creyó era un chiste de mal gusto, pues era ridículo pensar en semejante idea, dando a conocer que solo el presupuesto militar de Estados Unidos es del orden de los 600 mil millones de dólares, frente a Venezuela un país con una pequeñas Fuerzas Armadas y un presupuesto que no llega a 3,000 millones, este pueda representar una amenaza a las seguridad nacional de los Estados Unidos.
Fue unánime la preocupación de los jefes de Estado y Gobierno y una buena parte de ellos condenó la orden ejecutiva contra Venezuela, emitida por el presidente Obama, quien por cierto, se ausentó de la sala durante la intervención del presidente Nicolás Maduro, el que fustigo fuertemente la política injerencista de los Estados Unidos hacia su país, pero al mismo tiempo extendió su mano y le pidió a Obama que se sentaran a dialogar, petición no escuchada por su ausencia en el salón plenario, pero tampoco el Presidente estadounidense, menciono en su discurso sus discrepancias con Venezuela.
La sub secretaria de Estado Roberta Jacobson, en declaraciones públicas en Panamá, ha querido bajar la temperatura al descontento y la manifiesta animadversión que ha suscitado la orden ejecutiva presidencial y declaró, que dicha orden, no está dirigida contra el gobierno y el pueblo venezolano, pero lo cierto es que esta no ha sido derogada y resulta muy difícil creer que solo está decretada contra siete funcionarios del gobierno venezolano.
El proceso de paz y los diálogos del gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP) fue fuertemente apoyado por los jefes de Estado y Gobiernos en la Cumbre, es sin duda un espaldarazo a una compleja, pero prometedora solución de paz, al más antiguo conflicto social y armado en nuestra región.
La lucha contra las bandas criminales, el flagelo del narcotráfico y su letal impacto en la sociedad, así como el lavado de activos que ha proporcionado el enriquecimiento de los grandes y poderosos centros financieros, ubicados en los países altamente desarrollados fueron abordados y denunciados con mucho énfasis en esta Cumbre y han solicitado de los países norteños, especialmente los de Canadá y Estados Unidos de América, la importancia de combatir el enorme y cada vez más creciente consumo de drogas en sus países.
La VII Cumbre de las América, ha representado un viraje en las relaciones hemisférica. Estados Unidos ha perdido influencia y fuerza en nuestra región y estas descarnadas y sinceras exposiciones de los líderes latinoamericanos y caribeños deben llamar a la reflexión y cambio en las relaciones del gobierno y el establichment estadounidense con nuestros gobiernos y pueblos.
Nadie pone en dudas las potencialidades científico-técnicas, culturales y económicas de Estados Unidos, pero ellas deben servir y contribuir al desarrollo de nuestros países y no a imponer modelos económicos neoliberales tan brutales y enajenantes que han dañado sustancialmente no solo las economías de nuestras naciones, también nuestros sistemas sociales y culturales.
El fracasado modelo económico, fruto del llamado “consenso de Washington” ha provocado el empobrecimiento de nuestros pueblos, han convertido la educación, la salud, el deporte y la cultura en mercancía, en suma han llevado a la ruina a miles de pequeños, medianos y hasta grandes empresarios en nuestra región y es hora de que Estados Unidos y los países altamente desarrollados, paren sus voraces políticas económicas, ambientales, culturales y sociales, llevando a la humanidad a su destrucción.
Quedó manifestado en este importante evento hemisférico, que la correlación de fuerza no favorece en nada a los Estados Unidos de América, los gobernantes estadounidenses actuales y los que están por venir, deben conocer el sentimiento antiestadounidense que han sembrado con sus políticas injerencistas , apoyadas por la viejas y caducas oligarquías latinoamericanas aliadas de Washington, cuyas brutales practicas explotadoras las han llevado a convertirse en marionetas de las distintas administraciones republicanas y demócratas, que han detentado el poder desde la Casa Blanca.
La temática central de la VII Cumbre de las Américas fue “Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación en las Américas”.
El evento fue clausurado sin que se firmara una declaración final por parte de los jefes de Estado, pero eso no le resta relevancia histórica ni empaña la importancia de los acuerdos alcanzados en materia de educación, medio ambiente, sanidad básica, cobertura de Internet, salud pública y migración.
Según declaró el presidente Barack Obama “la Guerra Fría ya terminó”, y su propuesta es mantener una relación de socios y de igualdad con las naciones del continente, donde se anunció el giro de la política norteamericana hacia Cuba y la región.
De ser real esta política hacia la región a los 189 años del Congreso Anfictiónico, convocado por el libertador Simón Bolívar, su pensamiento vuelve a colocarse en el centro de la Cumbre de las Américas siendo nuevamente su sede el hermoso ismo de Panamá, donde su principal objetivo es la integración y nunca más la dependencia.
