Duele mucho este atentado tan atroz. Duele conocer los detalles de vida de estas víctimas jóvenes, llenas de sueños, a quienes les arrebataron todo de la manera más cobarde. Este, no quepa la menor duda, no es un atentado contra la Escuela sino contra el país que lucha por emanciparse de la violencia y que ha elegido la paz como destino.
La pregunta hoy es, a quién le conviene tanta violencia, y cómo debemos responder como sociedad a este atentado contra una paz que nos ha costado tanto. Por ahora están flotando, por lo menos, dos hipótesis: 1. Se trata de un atentado del ELN y 2. Hace parte de un montaje, cuya autoría podría atribuirse a sectores asociados al paramilitarismo. Revisemos los contenidos de ambas hipótesis.
La versión oficial apunta a que la autoría del atentado corresponde al ELN. El ELN salió a negarlo, pero eso es habitual en ellos. ¿Por qué en este momento? Típico modus operandi de la organización terrorista: recibir al nuevo presidente con atentados y plantearle una “negociación” desde una posición de fuerza. Hoy esta hipótesis toma más fuerza si tenemos en cuenta que al ELN le interesa mantener el conflicto con Venezuela, desde donde mantiene una operación binacional con el apoyo del gobierno. ¿Qué quieren? Desestabilizar la paz, profundizar la crisis de gobernabilidad, tomar ventaja de la ambigüedad del presidente Duque sobre si mantener o no una mesa de negociación, y demostrarle al gobierno de Venezuela que son capaces de operar grandes golpes desde adentro en la eventualidad de un conflicto entre los dos países.
Al ELN nunca le ha interesado la paz, pero sí está dentro de sus objetivos estratégicos el mantener siempre abierta una “mesa de negociación” con el gobierno de turno bajo la promesa de que ya casi se van a comprometer con los objetivos humanitarios, promesa que jamás han cumplido. La preservación de esas mesas de negociación han desincentivado el combate frontal de la organización y han producido la liberación de no pocos de sus operativos.
¿Cómo es posible identificar al responsable tan rápidamente,
si la magnitud de la explosión no daba para que quedara ningún rastro,
mucho menos una mano con las huellas intactas del autor?
Desafortunadamente, la hipótesis ha ido perdiendo respaldo entre la opinión por las inconsistencias en la versión inicial. El video hasta ahora conocido demuestra que la camioneta no fue detectada en la entrada de la Escuela sino que ingresó sin inconvenientes. ¿Quién autorizó su ingreso? ¿Cómo es posible que las autoridades hayan podido identificar al responsable tan rápidamente, si la magnitud de la explosión no daba para que quedara ningún rastro, mucho menos una mano con las huellas intactas del autor?
Las preguntas, que no dan para más que señalamientos circunstanciales, han dejado muy mal parado al gobierno: ¿por qué mienten? ¿Qué ocultan?
La segunda hipótesis asocia la autoría del atentado con sectores paramilitares que están detrás del asesinato de líderes sociales y que necesitan de la violencia y el miedo para mantener su vigencia. Sin embargo, y a pesar de los cuestionamientos a la forma como se ha conducido la investigación, está hipótesis no parece factible, por ahora.
La pregunta que nos debe unir a todos es, ¿cómo respondemos como sociedad a este ataque contra nuestras instituciones y contra la paz que tanto dolor nos ha costado? Duele mucho Colombia
