La pandemia parecía que lo iba ahogar, porque este periódico nació hace doce años para venderse por una moneda de $ 1 mil en las esquinas (ahora vale $1.100), pareció que ahogarlo. Pero no, revivió de las cenizas y ha logrado recuperarse pero sobre todo ha comenzado a influir y pegar duro informativamente, mientras lentamente recupera su audiencia.
Circula en doce regiones del país y antes de la pandemia llegó a venderse hasta 35 mil ejemplares con un alcance de lectores hasta de 2 millones. Su formula de éxito es solo una: audacia. Audacia para llegarle a la gente y no quedarse enredado en los vericuetos intelectuales. Su estilo directo con portadas llamativas ha pegado y muy bien.
El Q’hubo no tiene reparo en narrar lo sorprendente, alejado del poder y los temas políticos, se involucra en coyuntura judicial, crímenes, robos, fenómenos paranormales, farándula criolla y juegos de azar (lotería), solo tiene una condición: serle fiel a la calle.
El proyecto editorial nació en el 2008 por el Grupo Nacional de Medios que quería asociar a los periódicos populares nacionales. Desde inicios del 2000 se habían creado periódicos alternativos dirigido a una audiencia popular, entre ellos estaba La Chiva de El Colombiano de Medellín, el Q’hubo del País de Cali, Nuestro Diario de Vanguardia Liberal de Bucaramanga, Nuestro Diario de El Universal de Cartagena y Al Día de El Heraldo de Barranquilla.
Estos periódicos paralelos habían tan buena acogida, contaban con una lecturabilidad de 250 mil y se convirtieron sin quererlo ni buscarlo en el músculo financiero de sus periódicos tradicionales. Tras un consenso se tomó la decisión de que el nombre ‘Q’hubo’ iría más acorde al ideal del proyecto que pretendía unir estos periódicos para convertirlo en uno. Cada uno sería autónomo e independiente en la ciudad que cubría, pero el negocio era compartido entre los dueños de los periódicos madre: los Lloreda del Pais de Cali, los Gomez Martínez del Colombiano de Medellín, los Galvis de Vanguardia y las familias Fernández, Pumarejo y Manotas de Barranquilla.
Aunque, hoy las cifras no son alentadoras para el Q’hubo, se ha logrado mantener a flote gracias a un pequeño porcentaje de su fiel audiencia y meterle la ficha al portal web el cual no había sido explotado al máximo en los últimos años. Aunque todavía no son lo suficientemente fuertes en la web debido a que cada ciudad tiene su portal independiente, sus portadas impresas han cautivado a los colombianos con titulares cargados de inconformidad popular frente a problemáticas políticas. El Q’hubo Cali, Q’hubo Medellín y Q’hubo Bogotá la ha sacado del estadio:
Con un éxito sin precedentes, de no haber sido por los fuertes editores del Q’hubo en las ciudades principales, el periódico no hubiera resistido a la pandemia.
En la última década, el quindiano Carlos Andrés Jaramillo ha estado a cargo del Q’hubo Bogotá, sus primeros cimientos en el periodismo fueron en El Espectador. El fuerte de esta editorial es lo judicial por lo que Jaramillo maneja con pinzas estos temas y así evitar posibles demandas. A diferencia del Q’hubo en otras ciudades, Jaramillo desistió de divulgar fotografías explícitas sobre víctimas de asesinatos por respetos a sus familias. Los premios tampoco han faltado, en el 2015 el Q’hubo Bogotá ganó el premio a mejor portada de diarios populares en un concurso que anualmente realiza la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en Brasil.
En Medellín, el encargado ha sido el periodista Rodrigo Morales Zapata, anteriormente estuvo en la Casa Editorial El Tiempo como subeditor de deportes y también trabajó en El País y El Mundo. Morales sabe que la fórmula del éxito del Q’hubo Medellín no esta en el nicho judicial, para él es clave informar desde la ciudad, el entretenimiento y los deportes. El 90% de su contenido es local. En el 2017, la ‘familia’ se creció y al Q’hubo paisa se le unió una revista de farándula La Q y una revista deportiva Q’gol que circulan los sábados. Luego, en septiembre de 2018 empezó el proyecto de Q’hubo Radio. Morales le ha apostado a darle algo diferente a los lectores que no se centre únicamente en crímenes.
En Cali, de donde proviene el modelo fundador del Q’hubo, el responsable ha sido desde sus inicios en el 2005, Rubén Darío Valencia quien tomó las riendas del periódico en ese entonces acompañado de un grupo de 12 jóvenes. El espíritu del periódico es la gente que les hace de fuente también. El Q’hubo Cali es el resultado de una reportería gráfica de a pie, Valencia no lo considera ‘amarillista’ o ‘sensacionalista’ solo es el reflejo de la cotidianidad caleña. Para mantener un bueno ritmo, el editor se ha empeñado en mantener esta reportería de calle y darle un espacio para escuchar a los caleños en la sesión web ‘Veni Conta’.
Mientras siguen aguantando, sus editores no descansan. Carlos Andrés Jaramillo del Q’hubo Bogotá con su trayectoria y filón judicial, Rodrigo Morales Zapata del Q’hubo Medellín con bueno ojo para informar desde la ciudad y Rubén Darío Valencia del Q’hubo Cali con su modelo de reportería callejera, se arriesgan con creatividad para no dejar ahogar el periódico popular más leído.
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