¿Quién es la mamá de Nicolás Petro, la que lo crió?

¿Quién es la mamá de Nicolás Petro, la que lo crió?

Katia Burgos lo tuvo mientras Gustavo Petro permanecía en La Picota. Los dejó por la vida guerrillera pero su familia los acogió. Se reencontraron adultos

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marzo 13, 2023
¿Quién es la mamá de Nicolás Petro, la que lo crió?

Cuando Gustavo Petro regresó a su tierra, tenía 24 años pero ya había vivido muchas vidas. Había  dejado su pueblo, Ciénaga de oro, para ir a estudiar a Zipaquirá, cerca de la tierra de su mamá, Cajicá;  había fundado un barrio, el Simón Bolivar;  se había ido al monte a enfilarse en el M-19.

Estaba marcado por la Costa y por su tierra y allí regresó, y allí se tropezó en ese año, 1985,  con quien había sido su amor juvenil: Katia Burgos. Se lo había prometido sin la certeza de que lo cumpliría, diez años después del  primer flechazo adolescente.

En su autobiografía Una vida muchas vidas, Gustavo Petro reconoce con orgullo “Yo fui el guerrillero que se lleva a la niña de clase alta” del pueblo. Se refiere a Ciénaga de Oro en Córdoba. En la historia familiar del presidente no hay mucho renombre, distinto al abuelo Garibaldiano que inmigró pobre de Italia y se afincó en las sabanas cordobesas.

Mientras los Burgos, la familia de Katia, su amor juvenil, es un apellido de tradición en Córdoba . Fundadores de Ciénaga de oro y vinculados a la política y con un rol social mayor entre la élite de la región y del pueblo donde se habían conocido desde siempre cuando ya a los quince hacían pareja en los bailes y los paseos.

En ese regreso, diciembre de 1985 se despertó el romance dormido, con Katia. Llegaba curtido de la guerrilla y con una hija y como era de esperarse los  Burgos se opusieron. Bastó el tórrido encuentro para que Katia quedara embarazada y el rechazo familiar no se hiciera esperar. La situación se agravó con la peor noticia: Gustavo Petro había caído preso en Barrancabermeja en diciembre de 1985

Habia sido detenido mientras realiza labores urbanas del M-19 y junto a ésta llegaron otras noticias:  había sido trasladado al duro penal de La Picota en Bogotá. Allí se enteraría del nacimiento de su hijo Nicolas en junio de 1986

Katia paciente, en soledad, a la distancia espero los 18 meses de prisión del papá de su hijo, con escasa comunicación. Su familia le dio la espalda, viéndose forzada a trasladarse con su bebé de cinco meses a buscar apoyo de doña Clara Nubia Urrego de Petro en Cajicá, Cundinamarca.  El hermano mayor Juan Fernando habia tomado las riendas de la casa paterna mientras su hermano estaba en las lides de la lucha armada. La rodearon a ella y al pequeño Nicolás. Se abrió la posibilidad de visitar a Gustavo en La Picota.

Fue allí en la cárcel donde conoció a su hijo Nicolás, tal como lo narra en su autobiografía Una vida, muchas vidas. “Cuando lo recibí en brazos sentí una impresión profunda. Me sorprendió que su mirada de bebé era muy triste”. Petro fracasó en su intento de ser guerrillero y papá a la vez.

Cuando salió de la cárcel, había pasado la catastrofe del holocausto del Palacio de Justicia y el M-19 buscaba sobrevivir,  fue asignado a un comando en Santander. Katia y Nicolás se trasladaron hasta alla pero la permanencia fue breve; el matrimonio no funcionó.  No les queda más que regresar a Ciénaga de oro donde son acogidos por Gustavo Petro Sierra, el abuelo con el que Nicolás crece, con un papá ausente.

La entrega de armas y el comienzo en la política legal colocan a Gustavo Petro en el camino a la Asamblea Nacional Constituyente. Igual que ocurrió con varios dirigentes del M-19 que terminaron derrotados en las elecciones legislativas del 94, Ernesto Samper nombra a Gustavo Petro en un cargo diplomáticos en la embajada de Colmbia en Bruselas. Allí viaja con Mary Luz Herrán y con sus dos hijos.

Nicolás Petro creció sin oportunidad de compartir la vida familiar y en el extranjero. Los hermanos regresaron a estudiar al Liceo Francés y después vendría el matrimonio con Verónica Alcocer mientras que la vida de Nicolás transcurría en la Costa, sus estudios en Barranquilla.

El reencuentro con su papá llegaría después, ya adulto e interesado en la política y la actividad pública. La Alcaldía de Bogotá, en 2011 fue su punto de encuentro. Su parecido físico  además era inocultable. Desde entonces tuvo los primeros roces por intrigar y hacer gestiones personales parapetado en su apellido. También lo mandó a investigar con la Fiscalía.

Sin embargo lo siguió empujando hasta respaldarlo en su aspiración a la gobernación del Atlántico. Fue la carta de la Colombia Humana para enfrentar a los Char y luego lo convirtió en el puntal en la Costa Caribe.

Katia Burgos vive una vida discreta en Monteria, lejos de la vida pública y de los reflectores mediáticos. Frente al poder de su excompañero y ahora el escandalo de su hijo  Nicolás guarda silencio. Como siempre ha hecho.

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