Le dicen Pizarrito porque es igualito a su papá, el comandante del M-19, Carlos Pizarro León Gómez, quien nunca lo conoció porque fue asesinado dentro de un avión seis meses antes de su nacimiento. Ese dolor, la clandestinidad y la decisión de algunos miembros de la familia de Pizarro que no reconocieron al hijo póstumo, los soportó Hélida Molina, una de las tres mujeres que marcaron la vida del líder guerrillero.
Para su tranquilidad y la de su hijo, 33 años después de ese episodio que también marcó su vida, un Juzgado Octavo de Familia y una prueba de ADN, confirmaron lo que saltaba a la vista y todo el mundo, entre ellos, la senadora María José Pizarro, sabían, pero por esas complejidades familiares y del conflicto, fue negado en su momento.
En diciembre de 1990, cuando Pizarrito nació en la Clínica de Occidente de Cali, Hélida Molina tenía 25 años e inició su relación con Carlos Pizarro cuando el M-19 entregó las armas tras un proceso de paz y él se distanció cordialmente de Laura García, su anterior compañera y madre de la también congresista María del Mar Pizarro.
Después de la tragedia vivida por el asesinato de Carlos Pizarro, Hélida Molina buscó a los familiares del guerrillero, especialmente a la abuela, Margoth León Gómez, quien se negó a que su nieto llevara el apellido de su papá.
En esas circunstancias, Hélida se alejó y formó un hogar con Juan Carlos Mendoza, el hombre que según lo ha dicho el ahora ingeniero agroindustrial Carlos Andrés Mendoza Molina, “le ha dado todo en la vida” y en este camino, cuando él tenía 11 años, también ha contado con el amor y apoyo de su hermana la senadora María José Pizarro, quien también es hija de la unión que tuvo Carlos Pizarro con Myriam Rodríguez.
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