En esta que es la tercera megaciudad de sur América, hemos venido observando cómo históricamente la conciencia ciudadana se degrada y se esfuma como una especie de Alzheimer social que coexiste con una profunda indolencia o “importaculismo”, como lo llamamos vulgarmente en esta selva de cemento.
Nos exculpamos y arrojamos o se mandan arrojar residuos de construcción o desechos de hogares, comercios y emprendimientos en botaderos de basura clandestinos o en sitios en los que se conforman puntos críticos de basura por las acumulaciones anormales que se producen gracias a los despojos de habitantes de la ciudad que sin dar el brazo a torcer, en su subconsciente facilista se dicen: “…eso lo recogen más tarde, tarde o temprano alguien limpia…, déjelo ahí que alguien pasa y se lo lleva…”
Al nuevo alcalde le espera al respecto un gran desafío por mejorar lo existente, pues el servicio a través del esquema de áreas de servicio exclusivo, en mi opinión, funciona. Se ha garantizado una libertad por el mercado que permite establecer responsables por sectores, evaluar el cumplimiento contractual garantizando la cobertura y la atención al usuario. Sin embargo, la enorme, insondable y reprochable falta de inteligencia social centrada en la incultura ciudadana, tendrá que ser una de las principalísimas tareas del alcalde Carlos Fernando Galán durante los dos años de concesión que faltan para terminar la licitación que adjudicó el exalcalde Peñalosa.
La enorme, insondable y reprochable falta de inteligencia social centrada en la incultura ciudadana, tendrá que ser una de las principalísimas tareas del alcalde Carlos Fernando Galán
La lucha por mantener limpia a Bogotá es titánica y tan seria, tan recia, que exige el trabajo colectivo de más de 22.000 operarios organizados en cinco empresas de servicios públicos que, llueva, truene o relampaguee, todos los días recogen los residuos, barren y limpian la ciudad de arriba abajo, y lo hacen como si estuvieran inmersos en una especie de bucle en el que, entre más rápido se limpia, más rápido aparecen residuos descomunales, regueros y anarquía. Esto sucede bajo una malévola frecuencia sincronizada y un frenesí de ciudadanos que parecen zombis botando residuos donde no se debe y en horas que no se debe.
En dos años, el esquema de aseo tendrá que relanzarse para mejorarlo y seguramente la Comisión de Regulación de Acueducto y Alcantarillado, acatando instrucciones del gobierno nacional emitirá nuevas directrices para que el burgomaestre licite y garantice que las entidades estatales o sector público puedan competir, como quiere el presidente. Ahí tendrá Galán que hacer brillar su capacidad política para que no vayan a generarse atascos ni colapsos, porque a pesar de que se pretenda exigir respeto por la autonomía de la ciudad, es un tema de regulación nacional, en el que, “Bogotá no se manda sola”. Todo en ese asunto está interconectado y la CRA tiene el sartén por el mango. Ahora se entiende porque el expresidente Duque posicionó fallidamente sus exsuperintendentes como caballos de troya en la CRA y en la CREG sembrándolos de comisionados. También se entiende por qué el presidente Petro busca acabar con ese “enemigo interno sembrado dentro del Estado”
Hay algo más que debe observar el alcalde electo y es, que el esquema actual para la prestación del servicio de aseo no incluyó a los recicladores y ahí está uno de sus mayores retos. En Colombia cualquiera puede ser reciclador, cualquiera puede ir por cualquier parte de la ciudad y examinar las bolsas de basura, las canecas y cajas recolectoras para recuperar de allí, el material que se esté comerciando, sin que le importe mucho cómo deja su entorno después de extraer el material que le interesa.
La verdad es que, a pesar de la lucha que ha dado la Corte Constitucional por brindar dignidad y protección a la comunidad de recicladores, los fenómenos que los afectan son enormes y le corresponde al nuevo alcalde, centrar todos sus esfuerzos allí, para garantizar que no se desquicie más la ciudad, porque los ciudadanos disponen para que los operadores recolecten pero en ese interludio, los recicladores informales hacen de las suyas. La migración venezolana, por ejemplo, ha sembrado una silenciosa disputa entre recicladores colombianos y venezolanos; la falta de organización y vigilancia a quienes compran el material que se recupera de las calles, hace que a los recicladores se les pague casi que miserablemente, pues la tramitología para ello depende de un engorroso proceso en la superintendencia que hace que sus cuentas de cobro puedan tardar más de 30 días, como si el hambre diera espera.
La drogadicción, la pobreza absoluta y la indigencia que los obliga a buscar refugio en las cajas receptoras, así como la falta de control por parte de la policía nacional, hacen que Bogotá no se vea como debería verse por el trabajo que a brazo partido realizan todos por la capital.
Aquí, por ejemplo, comparto este video, esa que se oye allí, es mi voz; fui testigo directo de cómo en efecto se limpia y se limpia mientras los recicladores informales, los habitantes de calle y la desidia, atacan las calles de Bogotá sin tregua. Ojalá que la Policía metropolitana de Bogotá, atienda las llamadas de los ciudadanos cuando avisan lo que pasa en torno a los residuos, llaman para que se ejerza autoridad de policía, ese es otro más de los retos de la nueva administración Municipal.
La cosa es tan crítica que precisamente, en esa misma zona donde grabé lo que sucedía, pude constatar que un vecino del sector reclamó limpieza a los recicladores y fue apuñalado, ya nadie se atreve a decir nada. El alcalde electo y las organizaciones de recicladores que aman la ciudad, ojalá se reúnan pronto para buscar entre todos una solución que evite ver tantos puntos críticos, tanta indigencia que depende de la venta de un pedazo de cartón para poder comprar droga o pan y tanta insalubridad e inseguridad.
Esta opinión que brindo con respeto, la escribo registrando que soy defensor del sistema de información y procesamiento del servicio público de aseo de Bogotá, una de las más significativas mejoras de este esquema del servicio público que ayuda a hacer de esta una megaciudad inteligente; ojalá podamos ayudar a convertirla en una megaciudad socialmente inteligente, si nos dejan…
@hombreJurista