¿Quién ejerce la verdadera democracia en Colombia?

¿Quién ejerce la verdadera democracia en Colombia?

Según esta mirada, todo parece indicar que es la Corte Constitucional y no el Congreso, como muchos esperarían. Acá las razones

Por: Ariel Alberto Quiroga Vides
noviembre 18, 2019
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¿Quién ejerce la verdadera democracia en Colombia?
Foto: Facebook @corteconstitucionaldecolombia

De algo estoy convencido, los lectores de Las2orillas pueden tener un sinnúmero de virtudes, pero hay una que es sustancialmente ligada a ellos: el carácter crítico de sus posiciones económicas, políticas y, por qué no decirlo, jurídicas. Por esa razón, saliéndome de mi línea de análisis geopolítico tradicional, decido aportar mi opinión respecto a un debate que aproximadamente desde el año 2001 se ha enconado en el país: si la democracia radica representativamente en el Congreso o en la Corte Constitucional.

El precedente constitucional representa la línea teórica y resolutiva que la Corte Constitucional ha creado a lo largo de sus diferentes sentencias de control constitucional o de tutela (Sentencias C o T), y este, través de los años, se ha constituido como una fuente formal del Derecho Colombiano, incluso por encima de las leyes emitidas por el Congreso de la República.

Lo anterior no deja de generar escollos entre los legisladores y los magistrados que han pasado por la Corte Constitucional, pues colóquese en el lugar de un senador o un representante a la cámara, se inscribe como candidato, invierte cientos o miles de millones de pesos, resulta electo, luego se esfuerza por aliarse o armar coaliciones, va “juicioso” a cada debate, logra junto con las mayorías autorizadas aprobar un proyecto de Ley, pero luego, la Corte Constitucional la declara la ley inexequible toda o en parte, porque considera que esta atenta contra algún Derecho Fundamental o principio del Estado Social de Derecho.

Entonces, la democracia colombiana, compuesta originariamente por 47 millones de habitantes y efectivizada a través del voto de los que componen el censo electoral, se ve burlada por nueve señores que consideran que los congresistas, elegidos por voto popular, no hicieron bien su trabajo.

¿Lo dicho en el párrafo anterior es válido? ¿Cómo puede tener más peso el debate de nueve magistrados sobre el de 280 congresistas? La respuesta a la primera pregunta es afirmativ, y a la segunda es que los debates democráticos deben ser de calidad y con intereses honestos, no de cantidad y con intereses económicos.

El congreso de la república de Colombia lamentablemente no representa en su generalidad los sentires del pueblo Colombiano, pues si así fuese, el rumbo de la política interna y externa y la economía fuera sustancialmente distintos, no es aceptable argumentativamente ensalzar a la democracia como el modelo perfecto en sí mismo, ni idealizar sus instituciones por el origen de consenso de las mismas, pues Colombia no es un país con madurez democrática, la cual no se mide por la cantidad de votantes en cada elección, sino por la decisión final de ese voto, que debe tener coherencia directa entre lo marcado en el tarjetón y las necesidades sociales que se desean sean resueltas.

La democracia colombiana dista mucho de ser un verdadero foro de ideas desinteresadas que buscan el bien general, toda vez que en la práctica lo que se refleja es una auténtica fiesta y guerra de grupos políticos y económicos, por alcanzar privilegios, los cuales son obtenidos son pena de millonarias inversiones en las elecciones, que obviamente no tendrán un retorno con el salario del candidato ganador, ni con una colecta comunitaria, sino con pura y rampante corrupción; a ti te devuelvo tu inversión dándote el departamento de planeación nacional, a ti con el ministerio de hacienda, a ti con el hospital tal, con la empresa de acueductos aquella, y así en cada entidad, ya sea corporación o de cargo uninominal.

Pero centrándonos en el congreso, que vemos, la mayoría llega invirtiendo más billetes del que legalmente pueden ganar durante cuatro años siendo congresistas, ya, desde ahí la democracia se jodió, pues este señor congresista, al que llamaremos Gerlein Merlano, sabe que su agenda legislativa tiene una prioridad, devolver la plata a los grupos que lo pusieron en esa silla apretadita del salón parlamentario, y de paso, él también trabaja para generar sus réditos, y con estos afanes, a nuestro padre de la patria no le interesa debatir con la constitución en la mano sino con las tripas y el ano, ya que con unas siente fatiga estomacal (hambre) y con el otro siente la necesidad de subordinación a uno o varios patrocinadores que necesitan su dinero de vuelta.

¡Sí! Sé que fue grosero eso del ano y el hambre, pero mejor escandalícese, porque nuestra democracia, con esas prácticas termina siendo el producto del segundo, y no forme sermones domingueros por las formas gráficas en que me gusta explicar mis vainas.

Volvamos al asunto, luego de que la mayoría de nuestros próceres republicanos, llegan a la cima del poder legislativo con clientelismo, nepotismo, compra de votos, con mentiras o impulsando noticias falsas al mejor estilo uribista o de la extrema izquierda, sumado a ello que lo único que se les pide es que sean colombianos y que tengan cierta edad, ¡pues hermanito! que leyes cree usted que va a tener, está claro que unas sacadas a las carreras, pasando por encima de la Constitución y posiblemente afectando al grueso de la población, todo para beneficiar a unos pocos.

Es ahí donde entra la Corte Constitucional, que a pesar de que en los últimos años se dejaron impregnar de las malas mañas propias del Congreso (cartel de la toga), lo cierto es que sus nueve miembros por lo general poseen las mas altas calidades teóricas y prácticas en el derecho, siendo un verdadero contrapeso a las que, a menudos, son actuaciones antidemocráticas del legislativo.

Sin la Corte Constitucional muchas normas inconstitucionales hoy tendrían vigencia, y serian de alto impacto negativo para la población, o, sin sus interpretaciones expansivas de los derechos, tantas garantías no fuesen si no un sueño, y viviríamos en un país de un capitalismo parecido al de la revolución industrial.

Cabe resaltar que ha sido la Corte Constitucional la que le ha otorgado el carácter fundamental al derecho a la salud, y sus fallos de tutela son en principio los verdaderos salvadores de la vida de más de un colombiano. Sino fuese por la Corte Constitucional, seguramente las comunidades minoritarias como la LGTBI aún sufrieran una discriminación fraguada desde la institucionalidad, pues ha sido esta corporación la que ha abanderado de oficio o a solicitud de parte, la defensa jurídica de las garantías sociales para esta población.

La democracia no puede ser un ejercicio procedimental que valide los peores estados de violación de derechos, sino un verdadero culto a la efectividad de los mismos, y son datos y hay que darlos, esta función la ha venido cumpliendo la Corte Constitucional y no el congreso nacional.

Entonces, ¿dónde hay más democracia?, ¿en los debates de 280 congresistas o en los debates de nueve magistrados?

Termino con esto, la Corte es el más fuerte bastión de la democracia colombiana y el uribismo desea aminorar sus poderes como lo intentó en el 2003.

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