Admiro profundamente la intención de la corte constitucional y el ministerio de educación en construir un país libre de discriminación fundamentada en la igualdad y el respeto, valores que deben ser primeramente inculcados desde el hogar y estimulados desde la escuela. Al fin y cabo se nos ha dicho en reiteradas ocasiones que es esta nuestro segundo hogar.
Rechazo abismalmente los argumentos exhibidos por cientos de personas mediante las redes sociales en donde con aras de defender su “Ética y moral” están cimentando su defensa (que no está mal que lo hagan) en insultos carentes de una investigación profunda con noticias falsas y, lo que es peor, involucrando a un Dios que, al parecer solo, ve los “pecados” de los homosexuales con gran y mayor interés. Por lo visto, la defensa de muchas de esas personas va un poco más allá de salvaguardar sus principios éticos y se convierte en una manera notoria de rechazar de manera vehemente el hecho de que Gina Parody sea ministra de Educación o lo que les resulta peor: que sea lesbiana.
Este es, sin titubeo alguno, una muestra de discriminación evidente que no se debe ocular, porque, sin echarnos mentiras, estamos en un país que se alarma al saber que quien esté en un cargo tan importante sea un “MARICA” o una “AREPERA”.
El caso es que eso que tanto defiende la ministra, ajustada bajo el mandato de Corte Constitucional y obviamente ella como funcionaria pública y miembro de la comunidad LGBTI, va a defender y hacer que se cumpla, sobre todo porque ese discurso que ella está definiendo está cargado de mucha lógica y es algo no se aleja de lo que se brinda dentro un hogares heterosexual: respeto, tolerancia, igualdad, amor.
Entiendo lo que defienden y respeto lo que quieren, la familia es sagrada, pero es injustificable que en su defensa acudan al odio, la injuria y la maldad con tal de salir triunfantes, ¿acaso no son esos pecados?
¿Pero que creen? Lamento informarles que ni ustedes, ni la Corte, ni el Ministerio de Educación, ni Gina Parody, ni Colombia Diversa, ni ninguna entidad detrás de esta iniciativa saldrán victoriosos con toda esta cuestión, pues el matoneo en cualquiera de sus presentaciones ha existido desde siempre y por más que tratemos de aplacarlo, disminuirlo o erradicarlo, siempre estará vigente, sobre todo porque es algo que hace parte del contexto escolar en cualquier parte del mundo. Eso de que vamos a erradicar las burlas es algo muy complicado porque las aulas de clase ya están casi que estandarizadas, y por lo general vamos a encontrar el “pasadito de kilos”, el “flaco”, el “negro” el “Evangélico” el “sapo” el “chismoso” el“ pecoso” y el que al parecer es peor el “homosexual” y a cada uno de ellos siempre se le buscaran la formas de resaltar de un modo NO JUSTIFICLABLE sus diferencias.
Esos que hoy salen a defender sus principios éticos, saben a ciencia cierta que es así porque en su momento, cuando pasaron por la escuela, la realidad no se alejaba de lo que es hoy. Quizás lo único que lo diferencia es que en esos momentos el matoneo se solucionaba de otra forma y hoy día muchos jóvenes acuden a algo tan lamentable como lo es el suicidio.
La cuestión es que no está mal que se revisen los manuales de convivencia; no está mal que los padres den familia, ni que den sus puntos de vista sobre los que deben aprender sus hijos, aunque por más que elijan qué deben aprender, es la misma vida la que se encarga de enseñarles. Sí, es verdad que ustedes saben si sus hijos nacen siendo varones o hembras, pero lo que no saben es si nacen con atracción por su mismo sexo o por el contrario. Eso que se propone de disminuir la discriminación en las instituciones es una iniciativa muy buena, pero más que modificar documentaciones, más que proponer campañas visuales, o crear cartillas, lo que se debe hacer es una intervención más exhaustiva involucrando proyectos de investigación desde el aula, en donde sean los docentes con el apoyo de psicólogos, padres y la comunidad en general quienes busquen las maneras de ayudar a forjar el carácter y fortalecer la autoestima de los estudiante. Esto lo expongo como docente y como víctima del matoneo, sobre todo porque aproveché cada burla para hoy poder enfrentar cualquier situación adversa con la cabeza en alto. Aquí los del problema realmente son los malos defensores de la familia, porque como docente sé que los estudiantes por más que hagan matoneo muchos están prestos a apostarle a la aceptación e igualdad. Pregúntenles y verán.