Cantan las encuestas; muy bien. Avanzan las redes; perfecto. Pero la realidad política es al día siguiente de las elecciones.
Colombia en democracia, por fortuna, depende de los electores, de nosotros, elegir, no imponer un presidente de la República.
Por muchos años, recordarán ustedes señoras y señores, la subversión imponía el presidente; desde que la paz se politizó, ese fue el devenir; entre más violencia, más se reaccionaba contra ella; o, cuando, se percibía, no sé cómo, el Estado en colapso, entonces se hacía diálogo.
Entre la fuerza y el diálogo, se hicieron varios presidentes; pasaban los gobiernos y, el Estado en el mismo estado; al propio tiempo, si se observa cada esfuerzo, el proceso de paz es uno solo, con picos de fuerza y otros de negociación y, la subversión en ese escenario siempre escogía, casi imponía. Los gobiernos eran de años mientras que la guerrilla era de épocas. Allí un detalle.
Por recordar, en época de Samper, colapsó la fuerza pública, surgió el Plan Colombia de Pastrana, una mejoría técnica y logística; en la misma época la guerrilla y el gobierno acaban con el diálogo y a renglón seguido se elige, la postura de contrapartida, es decir, la de la fuerza; al mismo tiempo se maximizó la injerencia de lo que se denominó el paramilitarismo, hasta que se abrió la posibilidad de largo aliento de un acuerdo, al paso que la subversión lograba ser el centro de la campaña electoral hasta dos mil catorce.
Es cierto, en veces, se votaba, también, por el contrario; se votaba en contra de alguien, no a favor. Así fue; nos acostumbramos. La decisión, la elección, no era por la propuesta, sino por atajar, perdóneme la expresión, al que no era de nuestro gusto. Mera pasión.
En suma: hace rato que no existe elección o decisión, designación del Ejecutivo, por lo que propone.
Ahora: se ha cargado la contienda de odios, de falsas noticias, de descalificaciones sin nombre; se impuso una violencia intolerable; la violencia verbal, no solo por los decibeles utilizados, sino por el contenido de inenarrables afirmaciones; qué calibre de afrentas. Es la visión en los debates generales y, no se diga en las autopistas de información; la respuesta, no se deja esperar y, en espiral se van cargando los ánimos, se va invitando, con el proceder, con el proceder a una mayor dimensión de mensajes, de arbitrarios y corrosivos epítetos; y así, así hasta la violencia física que se pavonea y que puede prender el país.
Y, de ñapa: si nos detenemos a analizar lo habilidoso, en el buen sentido, del mecanismo de las consultas acompañadas por la elección de Congreso; se armó Troya. Miren Ustedes:
Lo que vamos a sostener no tiene nada que ver, ni siquiera con una indelicadeza, es una fórmula que se encuentra en la misma ley; mientras algunos de los posibles candidatos no podían hacer campaña formal, pues no eran candidatos, los de las consultas estaban viento en popa y pasó lo que era obvio, todo un truco: de una parte, con “(…) más de 99% escrutado en la Gran Consulta por Colombia: Iván Duque: 67,74% – 4.038.101 votos; Martha Lucía Ramírez 25,79% – 1.537.790 votos; Alejandro Ordoñez 6,45% – 384.721 votos”; es decir, mal contados 5.960.612 votos; y, en la Consulta Inclusión Social por la Paz, “Candidato GUSTAVO PETRO (…) "COLOMBIA HUMANA" 2,849,331 (…) Candidato CARLOS CAICEDO (…) "FUERZA CIUDADANA", 514,978; Total votos por candidato 3,364,309”; en suma, la derecha y la izquierda colmaron la elección y, al parecer, los demás candidatos desaparecieron, se hizo imposible la comparación, la consolidación del flujo de votantes con relación al Congreso; conclusión: las consultas se tornaron en primera vuelta presidencial, sin el juego para todos los candidatos.
Las consultas se tornaron en primera vuelta presidencial
sin el juego para todos los candidatos
Desde ese momento, las encuestas siguieron con ese racero, nada qué hacer. Sin embargo, no se atiende, creemos, a la realidad que se palpa en diversos escenarios, públicos y privados; ¿se pifian las encuestas? Veremos; pero no pueden decidir por el elector, bajo el argumento del llamado voto útil; lo más útil es votar por el que se quiere, no por el que se indique.
Se preguntará: ¿Las encuestas no revelan? No lo sé. No obstante, se debe recordar que la real encuesta es el día de las elecciones; la puntera: la verdad en política es el día siguiente. Votar por Colombia..