La selva es una fuente de sustento para las comunidades nativas. El uso de fauna silvestre y su consumo se encuentran ligadas a los medios de vida y tradiciones de las comunidades. Con eso en mente, la carne de monte garantiza la seguridad alimentaria de los indígenas y constituye una fuente de ingresos.
Guainía, departamento situado en la amazonia colombiana, mayoritariamente habitado por comunidades indígenas, no es ajeno a la situación que se viene presentando en la selvas del pacífico o del sur del país en cuanto a la caza, venta y consumo de especies nativas.
Inírida, su capital y único municipio, que cuenta con una población cercana a los 20.484 habitantes, ofrece a los consumidores en supermercados, carnicerías, restaurantes y asaderos carne de cerdo, pollo, res y pescado. Esto debido a los controles que ejercen tanto la Policía como la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y el Oriente Amazónico (CDA).
Caso contrario es lo que sucede en las comunidades del El coco, Amanaven y El Pajuil, que se encuentran en el sector periurbano de Inírida. En su plaza (cancha) existe la venta esporádica de carne de monte (lapa, venado, armadillo, tortuga), que es comercializada directamente por el cazador o por intermediarios. Teniendo en cuenta que los puntos de venta se encuentran al interior del resguardo, los controles son muy escasos o no existen.
Para Andrea Rodríguez, funcionaria de la CDA, las comunidades indígenas tienen derecho a la caza para el autoconsumo y no para la comercialización, ni para que terceros se beneficien de esta actividad que pone en peligro las especies nativas. Por esa razón, la corporación se encargar de abrir conciencias a través de la pedagogía ambiental a los miembros del resguardo.
Se hace necesario combinar mecanismos de control con educación hacia el consumidor y desarrollar opciones de manejo sostenible para las especies de fácil adaptación (zoocriaderos) en los medios de vida de las comunidades periurbanas de la ciudad de Inírida.