Claudia López representa la forma más barata y efectiva de hacer política en Colombia. Claudia no tiene muchas preocupaciones regionales o sociales. Su plataforma se limita a subir un vídeo a Facebook y creer que con un millón de reproducciones será reconocida en todo el país y que hasta el campesino de la vereda más apartada reconocerá su "berraquera" como los miles de universitarios que extasiados la escuchan en cuanto foro es invitada. Eso es Claudia sin mayores adjetivos. Una suerte de "youtuber" de la política que desde la academia dio el salto al Congreso con la misión de desenmascarar a los herederos de la parapolítica y ahora a los corruptos. Una especie de Juana de Arco criolla que lidera una cruzada anticorrupción pues en su historial no existe el más mínimo cuestionamiento. Y esto se entiende porque Claudia viene de la tranquilidad de la vida académica que por naturaleza no se compromete con el ejercicio político y se limita a teorizar sobre la política sin ir más allá. Dio el salto a la política nacional y pretende que todos los políticos se comporten como ella; académica, contestataria y sin dejarse untar por "mermelada". El ideal filosófico del buen político colombiano. Esa es Claudia, un personaje curioso y efímero de nuestra realidad política que llegó para alborotar el avispero, pero que afortunadamente no trascenderá en la historia.
Ahora bien, si medimos la efectividad de un político por su capacidad de hacerse notar y generar rating ella encabezaría la lista con sus likes en Facebook y views en Youtube. En ese sentido, Claudia me parece una terrible política. Ella no se pone las botas y camina por las veredas del país hablando con los campesinos y comprendiendo de primera mano su cruda realidad. No entiende la necesidad de una comunidad que abriendo trocha lleva sus productos a la plaza del pueblo pues solo teoriza desde sus libros sobre la necesidad de llegar a la Colombia profunda pero no la conoce porque no le interesa conocerla. Claudia no tiene la necesidad de gestionar recursos desde Bogotá para que una comunidad se pueda ver favorecida por un proyecto de conectividad o con la pavimentación de una vía. Ella no comprende ese ejercicio de acercamiento a las comunidades porque su público son las redes y su auditorio, los estudiantes que extasiados con su airado y rutinario discurso tampoco entienden que la política en las regiones requiere de una dinámica diferente. Una de acercamiento y comprensión de las necesidades, de gestión ante un Estado ausente y de establecer canales de comunicación entre los diferentes niveles instituciones. No, ella no conoce esa forma de hacer política porque poco le motiva gestionar un proyecto para una comunidad aislada. ¿O me equivoco? Lo cierto es que Claudia no le habla a los millones de colombianos que no tienen redes y que no entenderían su forma de asumir la política. Que contraste con los jóvenes universitarios que ansiosos esperan sus previsibles discursos en los mismos auditorios a los que siempre llega sin mayor novedad.
Claudia representa una forma nueva de hacer política en el país. Un ejercicio sustentado en redes y la presencia constante en medios no tradicionales. No es algo nuevo en un político pues Uribe es otro ejemplo claro de ello pero sí es novedoso en un senador pues los congresistas, por lo general, sustentan su trabajo con un respaldo regional al cual le responden cuando ocupan una curul en el Congreso. En ese sentido, la ruta natural para llegar al senado es: Concejo, Asamblea y Cámara, cada posición (sin obviar la parte ejecutiva en cabeza de alcaldía o gobernación) ofrece una visión regional y territorial del ejercicio de la política y quienes hacen toda esa carrera construyen paso a paso la amplia infraestructura social y electoral que sustenta su curul. Así se construye una política desde la región para llegar al centro. Es una dinámica permanente de periferia-centro. Claudia sacó los 80 mil votos que le dieron su curul sin ningún tipo de experiencia en la política local y saltando desde un trampolín a la política nacional. Ahora, pretende que todos se comporten como ella pues no le debe su curul al trabajo de toda una vida o al reconocimiento social de una región. No, solo a sus electores que en su gran mayoría se concentran en las ciudades y que posiblemente no comprenden la importancia de construir una carrera política desde el territorio que le responda integralmente a las regiones.
Con solo tres años en el congreso ya es presidenciable. Además, anda en una cruzada nacional para purificar el país de la corrupción. Su aspiración es simbólica y solo busca generar opinión. Así es ella. Yo la invito a ponerse las botas y abrir trocha, dejar de lado el celular y conversar con los campesinos, obreros y colombianos de a píe. La invito a hablarle a un público diferente a su auditorio habitual; para que así comprenda que construir política desde el territorio es fundamental para que el centro no devore a las regiones. La invito a respetar la labor de quienes sí construyen sus propuestas con las comunidades. Es una invitación abierta a una mujer inteligente que saltó a la política con una visión que no le responde a todo el país. La invito a dejar la pantalla por un momento y conectarse con la realidad de los colombianos.
