La situación que se vive en la capital de los chocoanos es lamentable; aquí la subsistencia en épocas normales es difícil para la mayoría de familias que literalmente viven del “rebusque”, vendiendo plátano, bija, pescado, chance, ventas callejeras de comidas ligeras, cacharros y pequeños negocios de peluquerías y restaurantes que no superan los diez metros cuadrados. El futuro inmediato es preocupante.
Con motivo de esta pandemia, la ciudad está afrontando tres problemas que conducen a una catástrofe para quienes habitamos aquí; de no tomarse las medidas que revalúen lo aplicado hasta hoy, es necesario revisar la estrategia y concentrar los esfuerzos para atender específicamente estos. Uno es la falta de seguridad, en lo corrido de este año han asesinado a más de 50 personas y no se escucha alarma en el sector oficial, degolladas unas, otras aparecen flotando en el Rio Atrato; esto es intolerable y las autoridades tienen que parar esta matanza. El segundo consiste en que muchas familias que no pueden rebuscarse por acatar el confinamiento, están aguantando física hambre, lo que lleva a que repetidamente taponen las Salidas hacia Medellín y San Juan, reclamando comida, un mercado que para ellos no ha llegado. El llamado es a la gobernación y alcaldía a suplir estas necesidades con prontitud y diligencia, sin tanto protocolo y traba, la falta de un almuerzo en donde hay niños y ancianos, no da espera.
Un tercer problema lo conforman la indisciplina de una buena parte de Quibdoseños, que no atiende razones y se dedica a rumbear en la mayoría de barrios de Quibdó, lo que origina reuniones, en donde abunda el trago, drogas, circulación de motos y carros hasta avanzadas horas de la noche como si nada pasara; sumado a esta conducta, la falta de control policial que estuvo ausente en los dos fines de semana anteriores, lo que pudo influir en el aumento de casos que ya se totalizó 174, muy por encima de otras ciudades con mayor número de habitantes.
El despliegue del viernes 30 de mayo en la noche por parte de la policía en compañía del ejército, rindió sus frutos: 130 comparendos, intervención en 30 rumbas, 40 escándalos y 7 riñas. Si tomamos en cuenta las falencias en la dotación hospitalaria de la ciudad, la carencia de los elementos de bioseguridad para el personal médico y la dificultad de traslado de un enfermo a un centro de mayor nivel, que solo puede hacerse mediante vía aérea y que tiene un elevado costo; de no mantener y arreciar estos controles y medidas se nos va a morir mucha gente, si tenemos en cuenta además, que el personal médico para atendernos se está infectando, los últimos que esperamos se recuperen Eberth Bernal y Hendel Rentería; Hendel es médico en el Hospital San Francisco de Asís que adeuda a sus trabajadores cuatro meses por lo que su familia y compañeros hacen recolectas para poder trasladarlo, salió hoy domingo a las cuatro de la tarde aproximadamente. Si no hay respuesta efectiva, se viene una catástrofe para los habitantes de Quibdó.