Antioquia es admiraba nacional e internacionalmente por sus increíbles obras de ingeniería. Hidroituango, el túnel de oriente y el metro de Medellín son algunas de esas megaconstrucciones que acompañadas de una sobresaliente actividad económica le han dado el título de la región con más “progreso” del país. Sin embargo, estamos rodeados de hechos tan macabros e inhumanos que poca o nula importancia tienen estos avances en infraestructura. De nada sirve tener los entornos más modernos, si sus habitantes y gobernantes actúan aún de maneras tan prehistóricas.
Nos hemos creado una idea tan errónea de progreso que dejamos totalmente en el olvido las alarmantes cifras de homicidios, violaciones y asaltos que ocurren día a día; ignoramos al indigente que busca en los depósitos de basura algo para comer, que vive bajo las inclemencias de la intemperie mientras algunos los miran con asco desde la ventana de uno de los medios de transporte más modernos de Latinoamérica.
Utilizamos un sistema de Metrocable con la más alta tecnología, que pasa surcando los cielos sobre casonas de plástico y madera, de techos de lata oxidados, de pobreza… Como si esos 10 minutos fueran suficientes para aislarnos de la realidad y sumergirnos en esa idea colectiva e ilusa de que tenemos vivir en una sociedad elite de progreso admirable.
Ese progreso que construyó a Hidroituango sobre un cementerio, peor aún, que hizo un cementerio para construir Hidroituango, ese progreso que desplaza roba y asesina al pobre y al campesino, ese progreso que se queda minúsculo ante la inmensa desigualdad que lo rodea.
Ese mismo progreso que dos días después de celebrar con infinita felicidad la inauguración del túnel más moderno de Latinoamérica nos tiene lamentando la repudiable muerte de nuestros niños, ellos que sin tener mucha idea de guerra y muerte fueron privados de sus sonrisas y sueños de la manera más macabra.
Administrar a Antioquia como una gran empresa puede generar dinero y obras envidiables, pero de nada sirve esto si el entorno social es totalmente dejado de lado, si no se interviene en la cultura del robo y el sicariato, del abuso, si no se reducen los índices de pobreza real de la región, no mejorándole la movilidad y la calidad de vida a los más ricos sino generando empleo, educación y progreso en las zonas que más lo necesitan.
Queridos gobernantes antioqueños, el progreso no es solo infraestructura, progreso es construir una sociedad pujante y fuerte, donde los niños salen a jugar sin temor, donde la muerte no es más que un efecto natural del paso del tiempo, donde entre todos y todas construimos para todos y todas.