Independientemente de que esté o no de acuerdo con sus formas de pensar, con sus manifestaciones ideológicas y sus actuaciones públicas, reconozco, por la dignidad democrática que nos debe acompañar a todos los colombianos, que usted es el presidente de Colombia, usted es el presidente de todos los colombianos.
Repito, de todos los colombianos y, este hecho no menor obliga a que sus formas de pensar, sus manifestaciones ideológicas y sus actuaciones públicas tengan en cuenta todos los pensamientos, aspiraciones, necesidades, expectativas, ilusiones, esperanzas, anhelos, deseos, posibilidades, perspectivas, intereses, etc., de todos los colombianos, quienes por nacencia, estancia o permanencia habitamos esta noble patria.
Usted tendrá que reconocer que muchos de sus planteamientos de campaña, así como las múltiples denuncias en su contra, incluyendo los recientes, diría yo, mal llamados “petrovideos”, dejan no solo en quienes seguramente no votaron por usted y su fórmula vicepresidencial, sino también al interior de sus electores, grandes dudas y miedos que permiten instalar en la población un sentimiento poco sano de duda, miedo, zozobra e incertidumbre.
Sería muy bueno para la nación y para todos quienes la conformamos e incluso para el inicio de su gobierno legítimo que, de su parte, alejado del lenguaje de campaña, donde sabemos que es muy válido el envío de mensajes subliminales con el fin de convencer al electorado y aterrizando sus propuestas en pensamientos e ideas claras, ya no como candidato en plaza pública sino como estadista, como jefe de Estado que será en pocos días, y en la retórica que se obliga como tal nos clarificara a todos los colombianos en qué y con qué podemos contar en aspectos tan sensibles y que han quedado en el aire durante su campaña, enrareciendo no sólo el ambiente, sino el panorama político y democrático de Colombia.
Usted mismo se ha definido como progresista y sabemos que el progresismo de finales del siglo XX y principios del siglo XXI se ha considerado como una serie de ideas orientadas al avance y al futuro frente al estatismo y puede considerarse también como sinónimo de la centroizquierda en el espectro político.
Como progresista, entonces, con el ánimo de que avancemos y caminemos hacia el futuro con paso firme hacia el desarrollo social sostenible y al mejoramiento de la calidad de vida de todos nosotros los colombianos, incluyendo su orientación de centroizquierda, ¡bienvenido!
Como tal y enfrentando de una vez el estatismo, creo, que los colombianos nos merecemos algunas claridades y explicaciones de quien, como usted, ha de ocupar honrosamente, el cargo como nuestro presidente.
No nos queda claro el concepto que se tiene al interior de su movimiento sobre “lo humano”. Desde mi perspectiva de humanista, lo humano tiene que ver con todo aquello que dignifique la vida del ser humano y que todo lo que se haga por esa dignificación sea digno y provenga de personas dignas. No dudo de su dignidad, pero sí de la dignidad de sus actuaciones públicas y es ahí donde se me enredan mis entendederas.
No es digno de un futuro presidente de nuestra nación permitir por acción o por omisión que se hayan producido las tropelerías de las que dan cuenta los “petrovideos”; no es digno del futuro presidente de nuestra nación que promueva un pacto social, el que ha sido entendido por todos, como el perdón y olvido para narcoterroristas, corruptos y criminales; no es digno del futuro presidente de Colombia que se tengan tan pocas claridades sobre su posible participación activa y directa en crímenes de lesa humanidad; no es digno del futuro presidente de todos los colombianos que se tengan “entredichos” sobre impunidad de la justicia, aplicada a algunos de sus cuestionados comportamientos; no es digno del futuro presidente que su campaña se haya visto permeada por la presencia de personajes que han sido nefastos, no sólo para la política sino para la vida en sí de la patria, entre los que podemos destacar algunos mal llamados congresistas, vividores y chupasangres del estado y de quienes no se conoce una sola propuesta en bien de quienes les eligieron y con ciertas cargas de criminalidad en sus actuaciones.
Estoy seguro que estas dudas y preguntan rondan en la cabeza de más de uno de los colombianos. No podemos dejar pasar de agache que se nos clarifiquen las dependencias existentes con “la Internacional Socialista”, el “Grupo de Puebla” y el “Foro de Sao Paulo” y sus libretos izquierdistas de menoscabo a las libertades, mordaza a los medios de comunicación, desaparición de la libre empresa y comercio, lucha de clases y otros “esperpentos ideológicos” que atentan contra el desarrollo e instalarían otro estatismo, más peligroso que el que tenemos en la actualidad.
No cree usted, señor presidente electo de los colombianos, que nos merecemos claridades y transparencia sobre lo planteado y que además se nos diga a ciencia cierta si de parte de su gobierno, no sólo se va a respetar la institucionalidad republicana de la nación, sino que se va a mejorar, a sabiendas de que tanto el ejecutivo, como el legislativo y el judicial, ameritan reformas profundas para que realmente sirvan a todos los colombianos y su acción no dependa de la propuesta corrupta que ha de venir; tampoco es claro, o al menos para muchos de nosotros y, no por falta de neuronas sino por las formas como se nos ha dado a conocer de parte de su campaña, el tema de la democratización de las pensiones y de las tierras, o es claro que contaremos con las expropiaciones de ellas, así como de las empresas y mil cosas más.
Nos estamos fijando en los espejos que se nos han ofrecido desde Latinoamérica, modelos hoy fracasados y lo que menos deseamos es su fracaso, porque sería el de toda la nación; estamos de acuerdo con el cuidado de “nuestra casa común” como llama el Santo Padre Francisco a la tierra, pero ese cuidado nos tiene que llevar a ser cuidadosos también con la economía del país, base de la sostenibilidad en todos los aspectos; hablando de economía, no entendemos como usted, quien estuvo liderando el llamado “estallido social” ocasionado por una reforma tributaria, propone no sólo una sino varias reformas tributarias en su cuatrienio y por montos que duplican, en cada una de ellas el costo de la que provocó el “estallido social”.
Comprenderá, señor presidente electo, que son muchas las dudas, inquietudes y hasta amenazas que sentimos los colombianos frente a todo lo que usted ha propuesto.
Sabemos que le acompaña el convencimiento como a mí y a la gran mayoría de los colombianos la idea fuerza del cambio, pero ese cambio tendrá sus implicaciones y lo que menos queremos es que se vaya a constituir en un atentado por cuotas para la institucionalidad democrática y republicana de nuestra nación.
Bienvenido, señor presidente electo de los colombianos. Bienvenido el cambio, el que sabemos usted tiene claro y que todos sabemos que lo debemos tener, pero hagamos que todo sea de manera digna, hagámoslo con dignidad y que todo lo que usted haga, sea por el fortalecimiento de la dignidad de todos y cada uno de nosotros los compatriotas.
Mis mejores deseos de éxito, pero me acompaña, no sé si la seguridad o la estupidez, de pensar que usted poco a poco, incluso, antes de su posesión, nos hará claridad, sobre estos y muchos otros temas de su futuro gobierno, ya como presidente electo de todos los colombianos y no como candidato de la mitad de los mismos.