El proceso educativo ha sido bastante estudiado para explicar cómo se está implementando, sus fortalezas y debilidades, en el aula nos encontramos un universo de posibilidades y caminos que nos facilitan a los docentes conocer a nuestros estudiantes y prepararlos para la sociedad. Muchas de las teorías pedagógicas nos ayudan de distintas maneras enriquecer nuestra practica pedagógica y es el docente quien decide trabajar con una o las que el crea que sea de pertinencia para hacer de la clase un dialogo constructivo y enriquecedor.
La ley 115 nos dice que la educación es el proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona; es un deber no solo como profesionales sino como personas contribuir a la formación de seres humanos provechosos para la sociedad. Acompañar el proceso evolutivo de los estudiantes requiere de mucha dedicación porque es una labor de todos los días que debe priorizar el entendimiento de los estudiantes y la apropiación de valores ciudadanos.
Para nadie es un secreto que la educación como practica social tiene lugar un choque entre lo que nos dicen los libros de pedagogía y lo que enfrentamos cuando entramos por primera vez a un salón de clases, es decir entre lo ideal y lo real; en el aula se encuentran una cantidad de estudiantes con diferentes perspectivas de entender el mundo y el docente debe orientar la clase de manera democrática y abierta para no caer en la monotonía porque termina sin darse cuenta en la desatención de los estudiantes.
Ahora bien, el docente no debe caer uniformidad de la clase en la que él es depositario del conocimiento y relegar a una situación pasiva al estudiante, y en el caso cuando las clases se vuelven aburridas o se da el caso de que no gustan del profesor se escuchan a estudiantes decir: “Ese profesor es teso, pero no sabe explicar bien los temas”. El proceso enseñanza-aprendizaje debe priorizar un dialogo interactivo en el que el papel del estudiante aumente y no se limite a la simple emisión de conceptos.
Pero este diálogo sería más enriquecedor cuando se conocen a los estudiantes con quienes se está trabajando; es decir, cuando se quiere formar ciudadanos que sean abiertos y participativos en los debates es importante tener en cuenta como empiezan a desenvolverse y como terminan luego de la deliberación o explicación de la clase. Luego de que se tenga esa información se desarrollan métodos y estrategias didácticas que procuren el fortalecimiento de conocimientos, habilidades y actitudes en el estudiante.
Podemos decir que el docente de hoy debe ser un profesional humanamente comprensivo de las ya mencionadas dificultades que estancan el proceso formativo, un docente que propicie el dialogo enriquecedor y la libre discusión en el aula de clase, que como orientador debe conducir a los estudiantes a un entendimiento común. Para ser docente es necesaria la habilidad de aprender a ver más allá de los acontecimientos que suceden en el aula, tener la capacidad de formar ciudadanos que sepan desenvolverse en sociedad actual y responder de manera adecuada los desafíos de la época de la globalización.