Yo me pregunto: ¿Cuándo volverán aquellos buenos tiempos de ‘Betty la Fea’, Francisco el Matemático, La Caponera, Yo Amo a Paquita Gallego, Pedro el Escamoso y demás producciones televisivas que nos entretenían de forma sana?.
Dice el adagio popular que ‘todo tiempo pasado fue mejor’ y, personalmente, considero que, por lo menos, en el campo de la televisión y las novelas, sí se cumple esta premisa. Agradezco a la vida por permitirme crecer en aquella época. Los programas me llevaban a un universo diferente del terrenal y me hacían soñar con un mundo lleno de amor, paz y prosperidad.
Con tanta violencia e inseguridad que vivimos a diario, es justo que cuando lleguemos a casa y encendamos nuestro televisor este nos haga olvidar la difícil situación que vivimos y no que nos la recuerde y, además, abra más la herida que por más de 50 años nos ha aquejado.
Las ‘narconovelas’ nos han generado que el héroe sea ‘El Capo’ o ‘Escobar el Patrón del Mal’, negándole a los niños el derecho de crear fantasías con superhéroes como ‘El Chapulín Colorado’, riendo por las travesuras de ‘El Chavo’ y en sí todo ‘Chespirito’ de quien soy fan, porque con él reí, lloré, canté la ‘Vecindad del Chavo’ y aún, a mi edad lo hago, porque su ‘humor rosa’ me permite desconectarme de las malas situaciones que se viven a diario o que los noticieros reflejan.
¿Cómo podemos exigir una sociedad en paz, si tanto los noticieros como las novelas solo muestran violencia? Las historias de amor o rosa, aunque ficticias, crean imaginarios de felicidad y tranquilidad, de luchar por nuestros objetivos.
¿Cuántas secretarias, no muy agraciadas, sueñan que les pase lo que sucedió con Betty? ¡Muchas! Eso les permite soñar y sentirse más seguras de que la vida tiene oportunidades para ellas y ni hablar de los niños que jugábamos a que teníamos una empresa llamada Ecomoda y competíamos por ser Betty sin importar que fuera fea. En cambio, si vemos asesinatos, venganza y muerte como algo aceptable, además del prototipo de mujer operada que se impuso en la mayoría de jóvenes, ya una niña no quiere fiesta de 15 sino sus ‘teticas’. Eso es lo único que aprendemos y que nuestros niños ven como correcto.
Me declaro novelera con pena por las actuales producciones, pero hago un llamado a los canales privados de nuestro país para que volvamos al concepto de televisión antigua. Ellos viven del rating y, créanme, así liderarán los indicadores, quiero volver a bailar en una fiesta familiar algo así como el Pirulino.