La noticia no puede ser más triste: más de 30 niños incinerados en un bus en el municipio magdalenense de Fundación. Que el conductor del vehículo, Jaime Gutiérrez, no tenía licencia para conducir. Que el sujeto había tenido cualquier cantidad de partes. Que en síntesis era un bárbaro que en cualquier momento iba a ocasionar una tragedia. Y la ocasionó.
Era el mediodía del domingo pasado cuando los niños de varios barrios de Fundación fueron recogidos para ser llevados a un culto de una Iglesia pentecostal. Al terminar el acto religioso los pequeños fueron recogidos por Gutiérrez para llevarlos de regreso a sus casas. En el recorrido el bus se apagó y Gutiérrez se bajó de él para tratar de desvararlo. Hay quienes sostienen, como la alcaldesa de Fundación, Luz Estella Durán, que el chofer llevaba en el interior del vehículo una caneca con gasolina. Otros dicen que Gutiérrez le echó al carburador un combustible o algo así.
En lo que sí coincide todo el mundo es en que el sujeto en mención es una amenaza y un peligro para la sociedad y que unos añitos en prisión no le sentarían nada mal. Pero por Gutiérrez no nos preocupemos mucho ya que bien labrado tiene su destino. Más bien preocupémonos por las autoridades que permitieron que semejante zafio anduviera conduciendo un vehículo como si nada fuera.
No hay derecho a que 32 ó 33 niños de extracción humilde hubieran perdido la vida quemados porque a las autoridades de Fundación les quedó grande meter en cintura a Gutiérrez. El general Carlos Mena, comandante de la Policía de Carreteras, dijo a la prensa que el chofer del bus "no tenía el seguro obligatorio, no tenía vigente la revisión técnico-mecánica, no tiene licencia de conducción".
General Mena: ¿dónde queda su responsabilidad por esta tragedia? ¿Acaso usted no es el comandante de la Policía de Carreteras? ¿Acaso sus hombres en Fundación fueron incapaces de controlar al irresponsable conductor?
En un país decente, que dolorosamente Colombia no lo es, ya hubieran rodado cabezas por un caso parecido o menor al de Fundación. Por ejemplo, ¿no creen ustedes queridos lectores que la ministra de Transporte debería examinar la responsabilidad de su Cartera? Pero bueno, no debe olvidarse que Fundación está al lado de Aracataca —léase Macondo— la tierra del realismo mágico.
Farc y drogas
La verdad es que cuando el viernes pasado vi desde La Habana a los negociadores del gobierno y a los terroristas de las Farc anunciar que habían llegado a un acuerdo en el tercer punto de la agenda de negociación —combatir conjuntamente la comercialización de drogas ilícitas— tuve que echarme agua en la cara para darme cuenta de que no estaba soñando, que estaba despierto.De inmediato me pregunté: ¿y es que acaso las Farc pueden combatir la comercialización de la droga a pesar de que son el cartel de las drogas más temido y rico del mundo?
Veamos: está más que probado que muchos frentes de las Farc tienen nexos con los carteles mexicanos de la droga, principalmente con el de Sinaloa; está más que probado que Estados Unidos considera a las Farc una organización terrorista, entre otros motivos por el tráfico de cocaína; está más que probado que Washington ofrece millonarias recompensas por información que permita la ubicación de los principales narcotraficantes de las Farc; está más que probado que uno de los delegados de las Farc en Cuba, Fabián Ramírez, es un reconocido y público narcotraficante. Está más que probado que la principal fuente de financiamiento de las Farc es el narcotráfico. Cómo será el negocio de lucrativo que en algunas zonas del país las Farc se unen con las bandas criminales —léase paramilitares— para traficar juntos con la droga. Es que en eso los unos y los otros son igualiticos.
Entonces yo no entiendo qué pudieron haber acordado con las Farc. Decir que las Farc se comprometen a luchar conjuntamente con el Ejecutivo para atacar el tráfico de drogas es algo así como decir que a Luis Alfredo Garavito lo van a nombrar director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. El diablo haciendo hostias.
Desde luego que todos queremos la paz para Colombia. Pero no nos vengan ahora con el cuento de que las Farc van a desmontar el negocio de las drogas ilícitas. Ese cuento no se lo come nadie. No se nos olvide que hace más de dos años esta banda anunció que proscribía de todos sus frentes la práctica del secuestro con fines extorsivos. Mentiras, siguieron secuestrando. Como van las cosas entonces no sería raro que mañana viéramos a las Farc promoviendo marchas por todo el país para protestar contra el secuestro.